BALANCE DE LA MESA DE NEGOCIACION

ALBERTO QUIROS CORRADI

Aunque para muchos en la Mesa de “Negociación y Acuerdos” no ha pasado nada, la verdad es que ha pasado mucho. Quizás, no en el terreno de los acuerdos, pero si en las claves que –en las primeras de cambio- nos sirven para medir lo que pudiera suceder en los próximos días.
EL PROTOCOLO
Lo primero que hay que señalar es cierto infantilismo de parte de la delegación del Gobierno, al pretender llamar a la Mesa por un nombre diferente al que ellos mismos habían acordado con la oposición y con el facilitador, Secretario General de la OEA, César Gaviria.
En efecto, el empeño oficialista de llamar a la Mesa como “de Dialogo”, no tiene otro propósito que el de complacer un capricho del presidente Chávez quien, por no haber firmado los términos del Acuerdo Preliminar entre las partes, se siente liberado de la obligación de aceptar lo ya decidido. Llamar “de Dialogo” a una Mesa consensualmente definida como de “Negociación y Acuerdos”, es un eslabón más en la cadena de desplantes absurdos presidenciales dirigidos a una galería que ya no le hace caso. Es otra demostración de que los acuerdos se hacen para burlarse de ellos y quien así se comporta está por encima de cualquier compromiso. El jura que “se la comió”.
Otra demostración fue la carta de Nora Uribe al Secretario Gaviria, en la cual le participa los nombres de los negociadores que representarán al Gobierno en la “Mesa de Negociación y Acuerdos”. Un esfuerzo lamentable y de una pequeñez desoladora para intentar disminuir la jerarquía de Gaviria al designar a un ministro de “poco cartel”, para que se “igualara” al Secretario General. Lo único que el desplante demostró fue la poca importancia que el presidente de la República le da a este proceso. Si la Ministra de Información es el vehículo oficial para designar –entre otros- al vicepresidente de la República y al Canciller, como representantes ante la Mesa, debe ser que el presidente no respeta a la jerarquía de sus más altos funcionarios o que no tiene la menor idea de las normas que rigen al Protocolo Nacional e Internacional (ni oye a quienes si las conocen).
EL CONTENIDO
El objetivo principal de la Mesa es buscar –por la vía electoral- una salida a la crisis política y social actual.
La discusión se ha alejado, por tácticas dilatorias del Gobierno, de este objetivo. No es fácil entender porque el oficialismo piensa que ganar tiempo, sin discutir lo importante, favorece su posición. Cada día que pasa el país entra más en un espiral de violencia e ingobernabilidad que reclama soluciones inmediatas. La única explicación plausible es que el Gobierno quiere llevar al país al punto de quiebre para que, antes de que colapse por completo, hacer una proposición de celebrar elecciones adelantadas sin que se materialice el Referéndum Consultivo. Si esa fuera la estrategia, tendría cierta lógica y muchos peligros. Lógica, porque el Gobierno sabe que si cuenta ante la opinión pública mediante una sencilla pregunta (¿Debe o no, renunciar el Presidente?) que se contesta mediante un “si” o un “no”, la derrota sería aplastante. Lo más seguro es que también perdería unas elecciones adelantadas, pero si llegara a ellas en forma directa (sin consulta popular previa) tendría, probablemente, la oportunidad de medir al Presidente ante otros varios candidatos, así como también sus nominados a gobernadores, alcaldes y diputados a la Asamblea Nacional, se presentarían con la esperanza de ganar algunos cargos importantes y mantener “viva”, aunque en estado catatónico a la “revolución”.
Lo que esta tesis ignora es que el Referéndum Consultivo no es negociable en la Mesa. No por una intransigencia irracional de los negociadores de la oposición, sino porque no les está dado negociar lo que ya han solicitado más de 2 millones de venezolanos. Ante lo inevitable de esta situación, el Gobierno deberá meditar mucho sobre lo que más le conviene. Aceptar democráticamente lo que constitucionalmente le solicitó un número importantísimo de ciudadanos o aplicar tácticas dilatorias y artilugios legales, que solo pondrán de manifiesto la hipocresía de un discurso que –por una parte- le canta loas a la soberanía del pueblo como un valor supraconstitucional y por la otra, actúa como si la Constitución pudiera utilizarse como camisa de fuerza para negarle al pueblo el derecho de expresar su opinión y pasar juicio sobre quien nos gobierna.
LA CALLE
El Secretario General de la OEA, ha manifestado con claridad absoluta dos verdades incontestables. Una es que en la agenda establecida para el funcionamiento de la Mesa no se incluyeron espacios y normas para la discusión de eventos políticos externos, distintos a su objetivo central (La búsqueda de una salida electoral a la crisis). La otra es que escapa a las tareas del facilicitador el establecer la pertinencia o no, de aspectos que pudieran considerarse fuera de agenda. Por otra parte, sería ingenuo pensar que lo que ocurre en la calle no afecta a las deliberaciones de la Mesa. La estrategia de los negociadores, si su declarada intención de llegar a un acuerdo coincide con sus agendas personales, debería ser la de reducir al mínimo la discusión sobre aspectos exógenos y aterrizar cuanto antes en el debate sobre una salida expedita y constitucional a la crisis. Pero la calle también tiene que darle a la Mesa la oportunidad de llegar a un acuerdo. No debe descalificar al esfuerzo sin meditar con mucho cuidado y responsabilidad las opciones que nos quedan como sociedad, si la Mesa fracasara. Y el fracaso estará más cerca cuanto más torpedeemos con descalificaciones infundadas la vigencia y las posibilidades que nos da la Mesa de quemar el último cartucho que le queda al proceso para buscar una solución pacifica a la crisis. Quizás, ante el comprensible sentido de urgencia que tiene la sociedad por llegar a una decisión, ¡ya! se le pudiera pedir que si no está dispuesta a apoyar en forma visible a la Mesa, que por lo menos no obstaculice su funcionamiento.
LA META
La búsqueda de una salida electoral a la crisis, pasa por un análisis exhaustivo de las opciones constitucionales que tenemos como sociedad.
Como ya lo he dicho en otra ocasión, la selección de las opciones requiere examinar lo que vendrá “el día después”. Sin entrar en análisis que ya he hecho, vale la pena recordar que el Referéndum Consultivo no es sino el primer paso hacia una solución electoral que tiene varios caminos. La Enmienda Constitucional para recortar el período presidencial, significa celebrar elecciones –probablemente- generales (todos los poderes) en poco tiempo. Podría significar también la muy real posibilidad de permitirle a Chávez competir de nuevo por la Presidencia de la República. Resultaría en que un Gobierno “definitivo” tendría que enfrentar gravísimos problemas de gobernabilidad, cuya larga y difícil solución podría restarle el apoyo ciudadano requerido para poder tomar las decisiones difíciles que enfrentará. (“Remember” Toledo en Perú). Una renuncia dejaría intacto, para presidir sobre unas elecciones –también inmediatas- a un Gobierno cuyos protagonistas pudieran no darnos la confianza necesaria sobre la pureza del proceso electoral. Además, en ambos casos de elecciones anticipadas, por muy “anticipadas” que sean, se requerirá –probablemente- de un mínimo de nueve meses, para organizar el proceso. Mientras tanto, seguiría gobernando Chávez. Puede ser que la certeza de unas elecciones a tiempo determinado, baje considerablemente la impaciencia ciudadana, pero... puede que no.
Otra opción es la de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que tendría la ventaja de acortar el proceso electoral, a la vez que permitiría la instalación de un Gobierno provisional, mientras que la Constituyente discute y decide sobre la mejor forma de reestructurar al Estado (Cambio en los poderes públicos, nueva Constitución, preparación ordenada de un proceso electoral y la no necesidad de negociar acuerdos -en forma apresurada- entre las fuerzas políticas y sociales del país. Ver mi artículo “Cuatro Píldoras de un Mismo Frasco”. El Nacional. 10/11/02). Ojalá que un repaso de estas opciones por parte de los que piensan que ya se agotaron los tiempos para una Mesa de Negociación y Acuerdos, los lleve a la conclusión de que hay espacios para evaluar las diferentes soluciones que se nos presentan, ante de dar un salto al vacío sin tomar las precauciones mínimas que nos aconseja la más elemental prudencia.
LOS LOGROS
- Las discusiones exógenas le han permitido a los negociadores, en solo 5 reuniones, cerrar un ciclo necesario de “boxeo de sombra” para descargar frustraciones, hacer catarsis y fijar posiciones sobre la causa de la conmoción nacional, ante el atento oído del Dr. Gaviria.
- No todo fue catarsis intranscendente como podría derivarse de ciertas discusiones etéreas sobre neoliberalismo, autoritarismo, crisis y normalidad. El miércoles 13/11 la Mesa discutió el intento de militarizar a Caracas por parte del Gobierno y el oficialismo puso sobre la mesa, por sugerencia del Dr. Gaviria, una proposición de acuerdo conjunto condenando a la violencia. Como era de esperarse, la oposición se negó a firmar, por cuanto no podía aparecer avalando la sinceridad del Gobierno, al acoger el acuerdo, mientras -al mismo tiempo- éste tomaba medidas de claro corte militarista, represivo e inconstitucional, que invadían terrenos propiedad de las autoridades civiles y que –además- pretendía subordinar a estas autoridades a disposiciones y reglamentos que solo le aplican a las Guarniciones.
- La oposición ratificó en la Mesa, la consulta popular como un mecanismo para adelantar un proceso electoral cuya ejecución podía ser complementaria del Referéndum Consultivo. Si bien el Gobierno, no ha puesto sobre la Mesa proposición alguna para debatir el objetivo central (buscarle una salida electoral a la crisis), seguramente lo hará en la próxima semana, al haber agotado –como hemos dicho- las discusiones “alrededor” del tema.
- La Mesa, pese a lo que podría interpretarse como una posición “cerrada” de los negociadores, ha dejado en el facilitador Gaviria, la clara impresión de que son altas las posibilidades de llegar a un acuerdo que satisfaga a las partes. Esta impresión, seguramente se reforzará en la opinión pública cuando el Gobierno ponga sobre la Mesa algunas recomendaciones concretas para salir de la crisis.
- Por último, aun ante la emergencia que vive el país, haber “preparado” a la Mesa en solo 5 sesiones para que se inicie la discusión sobre lo verdaderamente trascendente de la negociación, es sumamente positivo.
Ojalá todos entendamos que se puede tener paciencia dentro de un sentido de urgencia.
RECUADRO
PDVSA
Este Gobierno parece que no se conforma con los accidentes que le suceden sin buscarlos. Se empeña en provocar los que pudiera evitar si solo lograra que Chávez se ocupara de lo que le toca hacer como Presidente de la República y dejara de entrometerse, agotando las instancias, de lo que le corresponde a otros decidir.
El ejemplo más reciente de este “deseo autoaniquilador” (“Death Wish”) lo representa lo que ha sucedido en PDVSA. ¿Qué necesidad había de que un grupo extraño a la empresa entrara, como Pedro por su casa, a unas instalaciones a las cuales sus propios empleados, para tener acceso, deben pasar por un sistema complejo de seguridad?. ¿Cómo se justifica el uso de extraños, de activos de PDVSA, como si las oficinas de la empresa fuesen un sitio de turismo al cual acuden, sin invitación, hombres, mujeres y niños, que de todo había allí ese día?. ¿Quién dio la orden para que se permitiera semejante exabrupto?.
Yo creo conocer algo a Alí Rodríguez. Aprecio su amistad y respeto sus puntos de vista, aunque no comparta algunos de ellos. Sin embargo, mi amistad personal no puede desligarme de mi obligación de ser objetivo ante lo sucedido.
Comienzo por afirmar -de la manera más enfática- que Alí se equivocó, inexplicablemente, al no tomar -al asumir el cargo de presidente de PDVSA- la decisión impostergable de despedir a Pérez Issa y desmantelar ese antro de persecución y espionaje en el cual se ha convertido la gerencia de “Prevención, Control y Pérdidas” (PCP). No puede habérsele escapado al presidente de PDVSA la “piedra en el zapato” que representaba la continua presencia de una organización que no tiene cabida dentro de la cultura gerencial de PDVSA. Pero que Alí Rodríguez, político, piense que no puede contradecir los deseos de su jefe, el Presidente de la República, se entiende aunque no se condone. Pero que miembros de la Junta Directiva de PDVSA, por una parte, admitan la necesidad de reestructurar a la gerencia del PCP y despedir a su cabeza, mientras –por la otra- afirmen que para tomar esa decisión habrá que esperar por una aprobación del Presidente de la República, no se perdona. Yo espero que esta información, que publican algunos diarios, no sea cierta, porque de serlo me provocaría un ataque fortísimo de pena ajena.
Por otra parte, se comenta que Alí Rodríguez ha contratado como asesores, pagados por PDVSA, a personas que no reúnen el profesionalismo necesario para optar a esa posición. Entre ellos, se mencionan a Mario Isea y Armando Daza. El presidente de PDVSA, de ser eso cierto, debería ejercer en la selección de sus asesores el buen juicio que muchos le atribuimos.
Alí Rodríguez, después de un comienzo promisorio, acaba de dar un tropezón sumamente peligroso, del cual solo puede salir mediante la toma de una decisión difícil pero impostergable. Tiene que –en forma inmediata- despedir a Pérez Issa. Si el presidente de PDVSA no tiene la autoridad para despedir a un gerente, a todas luces inconveniente para la Organización, sin pasar primero por el filtro político del Presidente de la República, mi recomendación sincera al amigo es, que renuncie y devuelva el problema a su sitio de origen: La Presidencia de la República. Si, por el contrario, puede tomar la decisión de resolver la crisis actual, mediante la única solución posible –entonces- mi recomendación a mis amigos petroleros es que, reconozcan la valentía del gesto y le den a Alí la oportunidad de continuar -con su apoyo- en la presidencia de PDVSA.
Tan sencillo y tan complicado como eso.
alberto_quiros@intercon.net.ve

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