A la mujer venezolana, con profunda admiración

Hace varios meses publicaron en esta misma sección una carta mía en la que hablaba de la seducción que, para un extranjero como yo, ejercía la mujer venezolana.

Hoy tengo que decir que no sólo es seducción sino una profunda admiración lo que siento por todas esas mujeres que se enfrentan con audacia rayana en la insensatez, contra todas las iniquidades que asolan a la sociedad civil venezolana.

Con unos arrestos dignos de un guerrero medieval y una pasión arrolladora, están defendiendo como leonas el futuro de su gente y de su país.

Resulta insólito que en un país hundido en el desánimo y en la adversidad, sean precisamente las mujeres las que constituyan la avanzadilla de la lucha por las libertades públicas. Hay mucho que aprender de este fenómeno social que trasciende más allá de las fronteras venezolanas y que puede servir de ejemplo a otras sociedades donde la mujer está sometida e infravalorada.

Y esta lección no sólo es aplicable a las regiones deprimidas del llamado tercer mundo, muchas sociedades del mundo desarrollado deberían mirarse en el espejo femenino venezolano.

El estereotipo de que la belleza está reñida con la inteligencia, no sirve en el caso de la mujer venezolana que además reúne el acero interior del carácter, revestido de ternura.

Por todo ello, señoras, chapó.

José Luis Soler

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