Con mis Viejos no se metan 

 Que el directorio  del CNE esté bien enterado. Lo voy a decir despacito para que no pierdan palabra:

¡ con mis Viejos no se metan!

Terminada la infeliz declaración de Carrasquero recibí la llamada angustiada de mi mamá diciendo en un hilo de voz: hija, van a invalidar mi firma.

Y se me cruzaron los apellidos.

¿Qué el CNE va a invalidar la firma de mi mamá?  ¿y la de mi papá?.

Ts- ts-ts…error. Grave.

Con sus 88 y 83 años, mis viejos, veteranos de guerra, de emigración, que saben lo que es perder un país porque del suyo de origen ya ni el nombre queda, fueron a firmar para salvar el mío y el de sus nietos. Ellos no estudiaron Historia. La vivieron. Por eso fueron.

Ellos, que tienen cataratas y apenas caminan. Que son un mapa de cicatrices en el cuerpo y el alma, ellos fueron a firmar señores del  CNE.  Ellos, que apenas salen porque el cuerpo no ayuda,  esperan ver su nombre publicado en el listado de firmas válidas. Podían haberse quedado en casa dejando que nosotros libráramos  nuestra batalla como libraron ellos la suya.  Pero  fueron y firmaron. Mis viejos suman 171 años de saber, decencia y honor.

Y eso se respeta.

Si, les confirmo que ambos contaron con ayuda: primero la mía para verificar que estuvieran activos en el REP y con los datos correctos.

Los ayudaron también en su CRF que les ofreció  sillas para que la espera no los agotara y una cola especial para la tercera edad.

Los ayudó un agente recolector que atendió su petición  para que una mano gentil y de pulso firme, rellenara los datos que requería la planilla y que sus ojitos cansados de tanto camino andado, no distinguen.

Los ayudaron con una plantilla para que su huella-arrugadita como está- quedara exactamente en el espacio correspondiente sin invadir cuadrículas vecinas.

Y la firma, esa que es la que vale, esa la hicieron ellos. Con pulso tembloroso como corresponde a su edad y condición. Firmando despacito  como hacen los viejos. Firmando con la esperanza de evitar de ese modo a sus hijos y nietos lo que ellos sufrieron: un país arrebatado por intolerancias y falsos profetas.  

¿Y ustedes pretenden anular su firma porque es una planilla “plana”?

No. No se equivoquen… otra vez. Ya cubrieron  su cuota de errores permisibles.

En el 2000 salimos los padres a decir  ¡con mis hijos no se metan! y  esa fue la variable no contemplada que convirtió en trompicón  el avance a paso de vencedores de la revolución: que los padres saliéramos a defender a nuestros hijos, que por ellos y su futuro abandonábamos desde entonces y  para siempre el seguro espacio de nuestro  hogar,  que desde ese mismo día como  venezolanos salimos del sopor del mero habitante para asumir vigorosos, el rol de ciudadanos en ejercicio.  

No fue una ley lo que movilizó al país, fue un sentimiento. Leones en defensa de nuestros cachorros. Ahí está, congelado e inerme el cadáver de  la Ley de Educación, porque no hay fuerza que supere a un padre defendiendo a  su cría.

Hoy, militante del ejército de los hijos al que todos pertenecemos, les prevengo   ¡con mis Viejos no se metan!.

Es la hora del boomerang. Las razones legales son muchas y poderosas. Cometieron el error de creer que  las leyes de la Física  son violables como las de la Constitución Bolivariana. Todo aquello que diseñaron para entorpecer, impedir y dificultar el ejercicio constitucional constituye el cuerpo de ese  boomerang que inexorablemente se devuelve . No los crucifica una ciudadanía molesta: son sus propias  gacetas y resoluciones quienes los condenan.

Pero al boomerang legal –sobre el que no pienso discutir porque lo batallé en otros espacios-se añade la repetición del mismo error que sepultó la ley de educación: intentan asaltar la voluntad ciudadana embistiendo a los débiles. A nuestros viejos, nuestros enfermos, nuestros minusválidos.

Error, grave. Error, absurdo. Error, peligroso.

 De  cada esquina saltaremos a defenderlos. Hijos, hermanos, nietos, amigos.

Mis viejos no tienen que demostrar nada. Háganlo ustedes. Les corresponde.

Por mis dos Viejos estamos 2 hijos, una nuera, un yerno y 6 nietos firmes y decididos. Saquen cuentas y hagan sus proyecciones.   

Esto lo escribe una hija. Una hija que respeta con veneración 171 años de saber, de decencia y  de honor.

 Una hija que les dice  ¡con mis viejos no se metan!.

 OlgaK­_a@cantv.net

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