La abstención suicida
Por Thays Peñalver
Es la consecuencia del comportamiento equivocado de un político o de la suma de malos manejos políticos

Cualquiera, desde un ama de casa, un luchador social o hasta un analista político puede hablar de abstención en tercera persona, es decir pueden decir frases como: “la abstención fue la causa de la derrota electoral”. Pero un político –en ejercicio- no puede decirlo Porque aunque le correspondería hablar de la abstención en primera persona, la frase sería esta: "yo fui la causa de la derrota electoral” aunque tratarían de mitigarlas más o menos así: “nuestra campaña no fue suficientemente atractiva”, “No fuimos capaces de motivar al elector”, “no logramos convencer al elector para que fuera a votar” o no fuimos "capaces de capitalizar el descontento”.

Vamos a dejarlo claro, la abstención no es una causa, es una consecuencia. Es la consecuencia del comportamiento equivocado de un político o de la suma de malos manejos políticos y eso es lo que los lleva al descrédito electoral. Pero la abstención por “suicidio político” es otro asunto. Solo un mal político que trata a sus electores como idiotas, mentiría apelando al: “ocurrió un fraude electoral” sin que hubiera ocurrido, porque el impacto a su elector en el futuro sería desbastador, generando entonces una abstención que es la peor de todas, porque es educada y antisistema. Y en el caso que nos ocupa, el fenómeno abstencionista venezolano no es producto de otra cosa que de su educación política y paradójicamente acuden a votar, los que no le creen a sus políticos, aunque esto sea profundamente contradictorio, en lo que a la democracia se refiere.

Revisemos nuestro lamentable caso de educación política. El cronograma electoral estaba muy claro en agosto de 2004 cuando fue pautado el referendo revocatorio y apenas unos meses más tarde una gran elección regional –alcaldes y gobernadores- para finalmente, concurrir nada menos que a las elecciones de la Asamblea Nacional del 2005. Todas las encuestas daban como muy cerrada la primera votación con alta probabilidad de que Chávez quedara en el cargo, pero para las elecciones regionales inmediatas, la oposición si bien no alcanzaría tampoco la mayoría según las encuestas, podría conseguir cerca de ocho gobernaciones y más de ciento cuarenta alcaldes, un poder regional importante y significativo que garantizaría el fortalecimiento de los partidos y sus militantes, para concurrir posteriormente a las elecciones de la Asamblea Nacional.
Cuando el 16 de agosto de 2004, todas las primeras planas reseñaron a Henry Ramos –como vocero de la oposición- informando a la nación que: “siguiendo las órdenes del Presidente, se ha perpetrado un fraude” cambió para siempre el panorama electoral. Porque no se trataba de “condiciones electorales”, de ventajismo, de listados y de extorsión del votante, ni de errores de estrategia, sino que le informaron al elector que había ganado el referendo revocatorio con “59,4% de los votos”, que el presidente había sido revocado, pero su voto fue robado mediante un fraude. Entre gallos y media noche, con Smarmatic y más de un millón de votantes ficticios “que no habían votado jamás” habían obrado el fraude y a los opositores, ni siquiera les habían permitido entrar al CNE, ni a la totalización.
Para más de un tercio de los electores que les creyeron – a políticos veteranos - que aquello fue un vulgar robo, el voto perdió todo sentido. Indiscutiblemente el efecto educativo para la siguiente elección fue la abstención masiva y la oposición fue barrida a lo largo y ancho del aparato regional. Pero en vez de entender que esa abstención había sido una consecuencia lógica, prácticamente no hubo un candidato opositor que no exclamara que le habían robado también su elección, con una lluvia de impugnaciones por fraude.

Dos aspectos importantes sucedieron posteriormente. En cualquier país donde esto ocurriera, es decir un fraude de semejantes proporciones, hubiese terminado ardiendo por los cuatro costados, por eso para el elector venezolano fue una gran decepción convertida luego en un verdadero drama, ver como sus líderes callaron y no defendieron jamás su postura frente al fraude, de inmediato el rechazo a los partidos opositores llegó al 60%.
Para colmo de males, millones de electores que habían firmado para el revocatorio, ahora estaban en listados públicos y eran víctimas de persecuciones políticas por parte del chavismo, fueron despedidos de sus puestos de trabajo, les eran negados contratos o incluso determinados tramites públicos y al liderazgo opositor no se le ocurrió mejor idea que decir que las auditorias habían demostrado que: “se puede conocer el orden en que los votos son efectuados, con lo que se vulnera el secreto al sufragio”.

Por supuesto que cuando el liderazgo exclamó: “No importa si tenemos un CNE mentiroso, tenemos que ir a votar todos” la respuesta de millones –cerca del 70%- fue la mas lógica: “que vote tu madre” o su variante mas conocida.

Y es que hay que verle la cara a lo ocurrido. Vale preguntarse amigos lectores, sin más animo que el de encontrarnos con la verdad, ya que a estas alturas poco importa: ¿Existen esos millones de votos fantasmas como nos han explicado siempre nuestros propios políticos, que transcurridas las horas, son introducidos en las mesas donde ya no hay testigos –llegada la oscuridad de la noche en los peligrosos barrios o parajes remotos- y cambian el resultado de las elecciones y que por eso dieron siempre el resultado entrada la madrugada? (Casi duplicándolas horas de la jornada electoral) O ¿fue una mentira de amateurs políticos la que causó semejante sisma electoral, que hace hoy casi imposible remontar la abstención?.

Porque seamos honestos, luce bastante lógico cuando nos informan que no han cerrado las mesas a las ocho de la noche, porque aún hay largas colas en los barrios más peligrosos o en los parajes más remotos sin transporte público, que los votantes sean fantasmas. Porque ningún venezolano es tan idiota para hacer una cola a la hora en que la penumbra cubre, en uno de los países más violentos del mundo. ¿Pero será cierto? ¿O a sido una mentira tras otra de nuestro liderazgo?

¿Cuál es la influencia real de las potencias extranjeras, que han sido capaces de influir en las elecciones de Estados Unidos, Inglaterra conjuntamente con hackers venezolanos en España? Porque esas potencias son las que sostienen hoy al régimen y eso no es una tontería. ¿Qué nos quiso decir Smarmatic con lo de más de un millón de votos o votantes extras? ¿Fue un invento del CNE o una confirmación velada del fraude?

Por eso, sea usted un beato del voto o no, es necesario responder honestamente y sin prejuicios. ¿Ganamos el referendo revocatorio como nos dijeron Henry Ramos y Enrique Mendoza y los chavistas nos lo arrebataron?,¿Ganamos todas esas gobernaciones y alcaldías y nos las robaron?, ¿Manuel Rosales perdió, pero por un número mucho menor de votos como lo dijo –por culpa de esos electores fantasmas-? ¿Ganó Henrique

Capriles como lo explicó en 2012, pero prefirió no denunciarlo porque él solamente podía demostrar que el “chavismo solo pudo manipular un millón de votos” fantasmas?, ¿Volvió a ganar en 2013 y también la Unidad prefirió no defenderlo para evitar la "pérdida de vidas"?, porque si tomamos en cuenta que boicoteamos dos elecciones, que ganamos el referendo consultivo y la Asamblea, pues encontraríamos que de acuerdo a nuestro liderazgo, las ganamos casi todas. En fin ¿Ganamos tantas elecciones y nos robaron tan descaradamente? O ¿Fueron simplemente unos políticos que sin haber contado con los votos, optaron como estrategia apelar al fraude una y otra vez suicidándose políticamente al fomentar y educar una abstención sistémica?.

Pareciera que el sistema electoral venezolano parte de un antiguo grito del chavismo: “!Chávez los volvió locos!” Porque este es el único país en el que la oposición vive en un dejavú permanente, es decir, ha ganado casi todas las contiendas y se las han robado, mientras que el votante tiene que hacerse la vista gorda con todos esos fraudes para ir a votar nuevamente, solo para escuchar a sus líderes exclamar que les volvieron a robar la elección. El asunto es tan loco, que el que tiene algo de sindéresis de haber sido educado por ese liderazgo y exclama harto: “no voy a votar porque me han robado siempre” es acusado de ser un idiota por esos líderes que a la manera de un padre de preescolar le dice a su hijo: “lo importante no es ganar, sino competir” porque si no compites nunca sabrás si puedes ganar. O la última y más derrotista de todas: "hay que ganar espacios".

Viéndolo así, el solo hecho de que la oposición no se haya matado, es un verdadero milagro.

Ahora bien, ante la pregunta: "Maduro tiene hoy, con la gente haciendo cola para largarse y comiendo de la basura, además de un larga lista de desgracias, más de siete millones de votos? La respuesta es no, Maduro y el chavismo no ganarán nunca más y lo saben desde que perdieron la Asamblea Nacional. Y es que si tuviera esos millones de votos, sería un fenómeno electoral sin precedentes en la historia universal. Si los tuviera abriría el CNE a todos los embajadores y hasta nombraría a Almagro como su presidente.

Si los tuviera sería un tema de estudio en las universidades. ¿Qué Maduro ganará las elecciones? Sin duda. Por eso lo que también esta muy claro, es que aquí los abstencionistas no quieren volver a escuchar: "aquí hubo un fraude” o “me robaron los votos”.

Contrario a todo esto que he narrado, ahora nos disponemos a presenciar algo nuevo en este drama electoral venezolano, a un liderazgo que viene de perder estrepitosamente porque solo atrajo a poco más del 10% de los votantes de su Estado en las ultimas elecciones a gobernadores, que sabe de antemano que va a perder porque va en contra de la mayoría opositora a la que ya culpa de su derrota y además confunde a la comunidad internacional haciéndoles creer que la oposición si va a las elecciones presidenciales impuestas por Maduro y convocadas por una Constituyente ilegítima.

A todo esto hay que añadir que este candidato en una falsa contienda electoral, le explicará al mundo algo que ya tiene escrito desde su derrota anterior, que Maduro ganó legítimamente las elecciones, por culpa de la abstención.

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