CPJ, Reportajes Especiales de todas partes del mundo
Carne de Cañón
En la actual batalla entre los medios venezolanos y el presidente Hugo Chávez
frías, se está usando a los periodistas como municiiones
por Sauro González Rodríguez
Caracas, Venezuela --- Bebiendo
una taza de café en una mañana de mayo, en una cafetería no lejos de la Plaza
Bolívar, en el centro de Caracas, una periodista de uno de los principales
diarios privados de Venezuela describe los sucesos que rodearon el golpe de
estado de abril y sus desastrosas repercusiones para los medios de comunicación
nacionales. «Entonces, hay dos focos, uno el presidente, otro los dueños de los
medios, que están presionando», señala, sin suavizar sus palabras. «Y los
periodistas estamos en el medio del asunto, completamente indefensos, expuestos
a ataques de un lado y del otro».
Lo que esta reportera describe se está volviendo un fenómeno cada vez más común
en Venezuela. El resultado es que los periodistas —atrapados entre la
incendiaria retórica del presidente venezolano Hugo Chávez Frías y el activo
papel político que los propietarios y directores de los medios han adoptado— se
han convertido en blanco de ataques de sectores populares.
De hecho, precisa la periodista, «Siempre uno sale a la calle, y yo me saco el
carné [de periodista] de inmediato y me lo guardo».
Los periodistas de los medios de comunicación estatales también se sienten
víctimas. «Yo creo que eso puede traer riesgos para los periodistas, mantener el
equilibrio, porque puedes llegar a ser considerado como traidor por unos y por
otros, que consideren que la labor del periodista es hacer política, que un
medio de comunicación es un revólver y que los periodistas somos balas», afirma
Ernesto Villegas, periodista que trabajó para el diario El Universal y ahora lo
hace para la televisora estatal Venezolana de Televisión (VTV).
La primavera pasada, los periodistas venezolanos se dieron cuenta de cuán grave
se había tornado la situación. En la tarde del 11 de abril, luego de tres días
de protestas por parte de manifestantes antigubernamentales, el gobierno
venezolano interrumpió la señal de los seis canales de televisión locales (uno
de los cuales es administrado por el Estado), para transmitir declaraciones del
presidente Chávez. En pleno discurso, los canales privados dividieron la
pantalla en dos para seguir cubriendo las manifestaciones. Chávez, molesto con
esta decisión, ordenó cerrar los canales y los acusó de conspirar para derrocar
su gobierno.
A la mañana siguiente, Chávez fue derrocado y Pedro Carmona, presidente de
Fedecámaras, la asociación empresarial más poderosa del país, fue nombrado para
encabezar el nuevo gabinete, que contaba con apoyo de algunos sectores
castrenses. Pero la noticia del derrocamiento de Chávez trajo como resultado más
protestas, esta vez por parte de sus simpatizantes, y en 48 horas, oficiales de
las fuerzas armadas leales a Chávez habían restituido al presidente en su cargo.
Para el 14 de abril, la violencia ya había cobrado unas 50 vidas, entre ellas la
de Jorge Ibraín Tortoza Cruz, veterano fotógrafo que había trabajado los
últimos 11 años para el diario caraqueño 2001. Tortoza recibió un disparo y
murió posteriormente a causa de sus heridas. Otro fotógrafo, Jorge Recio,
quedó paralizado del pecho hacia abajo. (No se ha esclarecido ni quién disparó a
los fotógrafos ni si estos fueron blanco específico. Algunos fotógrafos dicen
que sujetos armados no identificados apostados en azoteas fueron quienes
efectuaron los disparos, mientras otros dicen que fueron efectivos de la Guardia
Nacional o la Policía Metropolitana de Caracas. Pero todos los fotógrafos están
de acuerdo en que fueron blanco de los disparos porque trataban de documentar
los hechos. La Asamblea Nacional, el Parlamento venezolano, en estos momentos
debate una ley que crearía una comisión de la verdad para investigar los sucesos
del 11 de abril.)
En más de una docena de entrevistas con el Comité para la Protección de los
Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), varios periodistas manifestaron que
se habían sentido como carne de cañón en esta lucha entre Chávez y los medios,
los que cada vez se oponen más a Chávez. Algunos periodistas afirmaron que los
jefes de redacción les habían ordenado que no cubrieran actividades del
oficialismo o habían editado las noticias para proyectar a la oposición de una
manera más favorable. «Si tú llevas tu información, tal cual como pasó, los
hechos, lo das al periódico y ellos lo manipulan para hacer que la situación
aparezca de otra manera» —explica la periodista del diario caraqueño, haciendo
una pausa para beber su café—, «quien se ve afectado profesional, física y
moralmente es el periodista que trabaja en la noticia, porque es su nombre el
que aparece allí escrito».
La mayoría de los diarios caraqueños, entre ellos los de circulación nacional
como El Nacional y El Universal, no publicaron la edición del 14 de abril
alegando que temían ser atacados por los simpatizantes de Chávez. (Tanto El
Nacional como El Universal habían evacuado a la mayor parte del personal el día
anterior.) Los canales privados de televisión mostraron poco, si acaso algo, de
la cobertura noticiosa de las manifestaciones de apoyo a Chávez. Los gerentes de
los canales niegan que decidieron ignorar las manifestaciones de apoyo a Chávez
y aducen que ordenaron a los reporteros no cubrirlas por motivos de seguridad.
«Las informaciones que comienzan a llegar al canal eran de violencia, de muerte,
de saqueos y nosotros, sacrificando el raiting, la credibilidad de los
televidentes, la libertad de expresión, lo que ustedes quieran definir,
decidimos no transmitir imágenes de violencia ni de saqueo», declaró Alberto
Federico Ravell, director general del canal de noticias las 24 horas Globovisión,
en una intervención televisada en la que trató de expresar su arrepentimiento
por la situación. Sin embargo, muchos periodistas han señalado que los canales
habían cubierto los hechos de violencia previos al golpe, y que se hubiera
podido cubrir los sucesos sin exponer a los reporteros a riesgos innecesarios.
Aun cuando muchos medios de prensa apoyaron a Chávez en su arrolladora llegada
al poder en 1998, desde que Chávez fue electo mandatario su relación con los
medios ha estado marcada por la confrontación. Chávez y sus seguidores acusan a
la prensa venezolana de distorsionar los hechos y ocultar los logros de su
gobierno. En su programa de radio y televisión, «Aló, Presidente», Chávez ha
arremetido contra sus críticos de entre los medios. Además, Chávez ha utilizado
las cadenas—transmisiones simultáneas por radio y televisión a toda la
nación—para descalificar a personas, y muchas veces se ha referido directamente
a periodistas y dueños de los medios.
Las organizaciones venezolanas de derechos humanos plantean que aunque en
Venezuela hay libertad de expresión, no existen plenas garantías para el
ejercicio de dicha libertad, conforme lo ilustran varios fallos judiciales
recientes que han permitido la censura previa o han penalizado la crítica a los
funcionarios públicos.
Sin embargo, dice Teodoro Petkoff, antiguo político y ahora director del diario
opositor TalCual, el discurso de Chávez «no ha estado acompañado hasta ahora de
ninguna medida represiva... Es verdad que el presidente es agresivo pero con él
también son, o somos, sumamente agresivos». «El problema que ha creado Chávez»
—añade Petkoff— «es que su discurso, en algunos de los sectores que lo
respaldan, populares, no tan cultos, genera actitudes agresivas contra
trabajadores de los medios».
Los ataques contra los reporteros, camarógrafos y fotógrafos no son un nuevo
fenómeno en Venezuela. En las últimas cuatro décadas, los presidentes
venezolanos con frecuencia han tratado de silenciar la cobertura crítica de los
medios, y con ese objetivo han empleado tácticas que han ido desde amenazas
violentas y la censura manifiesta hasta la negativa a otorgar tasas de cambio
preferenciales para la importación de papel periódico. Por ejemplo, según
investigaciones del CPJ, durante 1992 por lo menos cinco medios de comunicación
venezolanos fueron allanados, censurados, impedidos de circular o vieron
confiscados los ejemplares de sus publicaciones por parte de las autoridades
gubernamentales. Y durante los últimos 10 años, el CPJ ha documentado 18 ataques
contra un total de 34 periodistas. La mayoría de tales ataques ocurrieron en la
primera mitad de la década del 90, durante los gobiernos de los ex presidentes
Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera.
Pero durante la gestión del presidente Chávez, el combate entre el gobierno y
los medios se ha intensificado en esta nación tan dividida. Por ejemplo, Chávez
ha calificado a la oposición, que incluye a los medios, de «escuálidos»; y los
medios a su vez han respondido tildando a los simpatizantes de Chávez de «turbas
chavistas» y «vándalos». El agresivo discurso del presidente Chávez ha
exacerbado la hostilidad contra los medios entre los simpatizantes del gobierno,
quienes en varias ocasiones han atacado a equipos de reporteros; y ha fomentado
un clima de temor y autocensura entre los periodistas, que evitan cubrir
actividades del oficialismo.
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El hostigamiento también ha alcanzado a medios de comunicación extranjeros como
CNN. Por ejemplo, algunos simpatizantes de la oposición han expresado su enojo
contra CNN porque esta cadena de noticias cubrió las manifestaciones de abril de
apoyo al mandatario venezolano y las ruedas de prensa de funcionarios del
gobierno.
Por supuesto, la incursión de los medios en el terreno político no hace más que
aumentar los riesgos que los periodistas venezolanos enfrentan. Algunos
conocidos periodistas se han convertido en opositores tan fervientes de Chávez
que muchos venezolanos dicen que los medios, al llenar el vacío dejado por los
desprestigiados partidos políticos, han pasado a ocupar el lugar de la
oposición.
La atmósfera dentro de los medios estatales refleja la de los medios privados.
Sin dudas la mayoría de los gobiernos venezolanos anteriores han utilizado a los
medios estatales para impulsar sus propios intereses partidistas. Pero, de
acuerdo con periodistas que trabajan para los medios del Estado, la situación ha
empeorado con el presidente Chávez. Estos periodistas dicen que Chávez ha
tratado a los medios estatales —que comprenden la radioemisora Radio Nacional,
VTV y Venpres— como su propio foro mediático privado. Y según una periodista de
Radio Nacional: «Dentro de la emisora hay una cacería de brujas: o eres chavista
o eres escuálida».
«Yo siempre he planteado eso, que nosotros tenemos que cubrir las dos cosas,
pero esa no es la política de comunicación», dice un periodista que trabaja para
la agencia de prensa estatal, Venpres. En otras palabras, es difícil encontrar
cobertura informativa equilibrada.
La situación de los periodistas en el efímero gobierno del empresario Carmona,
durante el golpe, no fue nada mejor. Según se informó, las fuerzas que apoyaban
a Carmona hostigaron a periodistas que trabajaban para medios comunitarios
—emisoras de radio y TV no comerciales que transmiten su señal a la comunidad
donde tienen sede—. Varios medios comunitarios caraqueños tales como TV Catia,
TV Caricuao, Radio Perola y Radio Catia Libre denunciaron que la policía había
allanado sus sedes y que algunos de sus trabajadores habían sido detenidos. La
mayoría de los medios comunitarios apoyan al gobierno.
También durante el régimen de Carmona, el canal de televisión estatal, VTV, fue
sacado del aire la noche del 11 de abril tras ser ocupado por fuerzas militares
que se habían sumado al golpe. El canal se mantuvo cerrado hasta el 13 de abril,
cuando fue tomado por simpatizantes del gobierno que lo hicieron salir de nuevo
al aire.
Nadie puede predecir lo que el futuro les depara a los periodistas venezolanos,
y mucho menos a Venezuela misma. Muchos venezolanos temen que pueda haber otro
golpe militar contra Chávez, y, según noticias recientes, tanto opositores como
partidarios de Chávez están almacenando armas y municiones. Temiendo que los
periodistas sean los objetivos principales si otro golpe se lleva a cabo,
algunos diarios están elaborando planes de emergencia para evacuar a los
periodistas y estar al tanto de su paradero.
En el pasado, cada vez que Chávez ha ordenado que cesen los ataques y el
hostigamiento contra los periodistas, sus seguidores por lo general han hecho
caso de su petición. Aunque el presidente venezolano todavía denuncia en
ocasiones a los «medios de comunicación» en general, últimamente ha evitado
señalar a periodistas de modo individual. Pero los continuos ataques a la prensa
este verano, en los cuales simpatizantes del gobierno han golpeado e insultado a
fotógrafos y reporteros, sugieren que la situación está fuera de control.
Y las víctimas de todo esto son los periodistas, quienes sencillamente intentan
realizar su trabajo.
Sauro González Rodríguez es investigador del programa de las Américas del CPJ
http://www.cpj.org/Briefings/2002/ven_aug02/ven_aug02_sp.html