12 / El Mundo / Martes / Caracas , 21 de Septiembre de 2004

"Que se haga justicia y que Dios lo perdone"
Es el deseo de la madre de Linda Loaiza, a quien la tragedia complicó su vida y partió en dos a la familia López Soto Allá en La Azulita se quedaron cinco de sus hijos y aquí viven los siete restantes esperando el veredicto de los jueces. Paulina Soto, de 43 años, se refugió en Dios para que le diera fortaleza: "No quiero llorar, ni que me tengan lástima", dice esta mujer de hierro que desde el primer momento y embarazada de tres meses, acompañó a su hija en las horas más críticas. Ahora, ella misma le sirve de psiquiatra para que fortalezca su espíritu y enfrente con valentía el porvenir

Mariahe Pabón

Por gracia de la biblia, Paulina López se ha convertido en la psiquiatra de Linda

Ha estado siempre a su lado, sin que nadie la perciba, tranquila, con su voz suave y su andar sigiloso. Es Paulina Soto de López, 43 años, 11 hijos, una vida apacible de campo, rota por un suceso que ha cambiado su vida y la de su familia.

Allá cerca de La Azulita, a dos horas de Mérida, en un pueblo andino, donde llueve mucho y hace frío, donde hay flores, café y cacao, crecieron sus hijos. Ahora, vive en Caracas, con sus 5 pequeños y las dos hijas mayores Ana Cecilia (Anita) Linda Loaiza. Dejó el resto, cuatro, al cuidado de una vecina, porque no se moverá del lado de su hija, hasta que no se haga justicia. Se quedarán este año sin estudiar, porque ella sólo tiene cabeza para Linda y ni siquiera les ha comprado los útiles para ir a la escuela.

Paulina viste una falda larga una camisa blanca de algodón. cabello castaño le cae casi a la cintura y su rostro terso lavado con agua y jabón no muestra signos del paso de los años y menos de la tragedia que está viviendo.

"Es que he aprendido a controlarme, porque no puedo andar por ahí, llorando, dando lástima. Cuando ingresaron a Linda en el Hospital Universitario yo tenía tres meses de embarazo y los médicos no querían que la viera pero yo insistía.

Cuando la ví, no lloré, no quería que mis emociones agravaran las de ella, así que me contuve.

La acaricié, tranquila, le hablé con dulzura, traté de infundirle paz, de cantarle salmos, pero ella lloraba mucho. Dios me dio suficientes fuerzas para ese momento, pero mi hijo nació con un problema en su corazón y está siendo tratado . El impacto emocional fue muy fuerte para mí".

Interviene Anita, la hermana mayor de Linda, que ha estado todo el tiempo escuchando a su mamá.

Tampoco ella la pudo ver los primeros días en el hospital porque los médicos preferían que no lo hiciera, pero Linda la pedía a gritos y cuando la vió se fue al baño de la habitación a llorar desconsolada.

No podía creer lo que veía: Esa no era mi hermana, ese despojo de carne morada, totalmente desfigurada, no podía ser ella. Linda gritaba y lloraba. Nombraba a su agresor y pedía castigo".

De familia prolífica, Paulina es hija de padres colombianos. Nació en Cúcuta, pero se vino muy pequeña a Ejido con ellos, Gustavo y María Soto. Tiene 11 hermanos regados en todo el país y sus padres viven aún llenos de vida. "La genética nos ha ayudado a procrear sin conflictos y a tener buena salud". Ella se casó a los 19 años con Nelson López, natural de Monpox, otro colombiano que se vino en busca de trabajo en Los Andes y allí se quedó para siempre.

Se conocieron y vivieron un romance de un año. Se casaron y en los dos primeros años no tuvieron hijos. "Tuve que hacerme un tratamiento y después de dos años nació Anita. Luego apostamos por el varón y nació Linda. Buscando ese varón, nacieron las primeras cuatro hembras y después del niño, otra niña y luego el resto, hasta completar los 11 hijos".

-¿Y de dónde viene el nombre de Linda Loaiza?
-Linda, nació en el Hospital de la Azulita a las cuatro de la mañana, el 12 de diciembre de 1982. La doctora me dice que cómo se va a llamar la niña y yo escogí el nombre de ella y el de la enfermera. La doctora se llama Linda y la enfermera Loaiza. Así quedó. Pesó 4 kilos doscientos gramos.

-¿Era una niña inquieta, indisciplinada, desobediente?
-A los dos años quiso ir con Anita al Kinder. Su maestra Floria Prieto, le dijo que podía ir como oyente porque no tenía edad para estudiar y así estuvo durante cuatro años. Floria es todavía maestra allá en La Azulita. Después estudio primaria, bachillerato y Zootecnia, en El Ejido. Fue una alumna brillante, tiene mucha habilidad para aprender.

-¿Hizo la Primera Comunión?
-Sí. Vestida de blanco. En ese tiempo éramos católicos. Desde hace cinco años, somos evangélicos.

-Y cuál es la diferencia?
-Ya no le rezamos a imágenes.

Hablamos con Dios. Leemos la Biblia.

Cumplimos con nuestros deberes, cantamos salmos.

-¿De qué habla ahora con su hija Linda?
-Nos sentamos toda la familia alrededor de una mesa y hablamos de todo. Se aconseja siempre que la memoria emocional, pase lo antes posible por la memoria verbal y con el diálogo se minimice la tragedia.

Leemos pasajes de la Biblia.

Yo la acaricio, le canto, la ayudo para que vaya saliendo adelante.

Ella es muy fuerte. Ella es valiente.

Conversamos, cantamos, nos reímos.

Dicen que así son las terapias.

-¿Dónde aprendió todo eso. Leyó algún libro de psiquiatría?
-En la Biblia. En las reuniones dominicales.

Ahí he aprendido que Dios nos manda sufrimientos, que Él cayó doce veces en su camino hacia el calvario y resucitó glorioso al tercer día.

Cambio profundo Durante un año, Paulina iba y venía de Los Andes a Caracas. Daba un vistazo a su casa y se regresaba para acompañar a su hija en los hospitales Universitario y Militar.

Tenía que atender también a sus cuatro niños pequeños y llevar al menor al médico, para que le trataran su cardiopatía. Debió decidirse por cambiar de rutina y venirse a Caracas. Atrás ha quedado la casa en donde ella, lo confiesa, ha sido muy feliz junto a su marido y a sus hijos.

¿Cómo es su casa en La azulita?
-Una casa corriente, cerca de La Azulita, de campo, humilde, bonita, con tres habitaciones, una salita, la cocina. El piso es de cemento, el techo de tejas. Afuera hay plantaciones de café, cacao, cambures, parchitas, muchas flores. La Azulita queda en el camino hacia Jají y es un pueblo grande, con temperatura entre 16 y 20 grados.

La Azulita ha sido declarado Pueblo ecológico de América, porque tiene la mayor parte de sus bosques intactos. Es un sitio hermoso, con mucha neblina, mucho verdor, tranquilo.

¿De qué han vivido ustedes?
-De la agricultura hemos vivido siempre, plantando café, cacao, cambures y evitando que las plagas acaben con las cosechas. Teníamos unas cabezas de ganado, pero las vendimos para venirnos a Caracas.

No teníamos dinero para estar yendo y viniendo. Aquí en Caracas, vivimos en una casa pequeña, en un barrio cercano a la estación de La Bandera. No es el campo, no es el paisaje de allá, pero Dios nos ha puesto a prueba y aquí estamos. Somos muy unidos, somos una sola pieza. Cuando esto termine, Linda dice que va a estudiar Derecho para ayudar a las mujeres maltratadas. Anita hizo ya un curso de computación y está haciendo otro de manicurista para trabajar, mientras ingresa a la Universidad. Tienen que enfrentarse a la vida, trabajar.

- ¿Qué estudios hizo usted?
-Estudié hasta sexto grado y por eso quiero que todos mis hijos vayan a la escuela y a la universidad. Si quieren quedarse en el campo que se queden pero que estudien. El gran dolor de Linda fue no poder recibir su diploma con toga y birrete, no aparecer en la foto de las graduadas en Zootecnia. Se preparaba a viajar para su graduación cuando ocurrió todo. Anita recibió el diploma de Linda, cuando ella también se graduó.

-¿Hay odio en su corazón contra Luis Carrera Almoina?
-Yo todo se lo dejo a Dios. Sólo quiero que se haga justicia, que él pague por lo que ha hecho y que Dios lo perdone, que lo haga reflexionar.

Todo el que haga daño tiene que ser castigado, pero el pecador debe también arrepentirse, aborrecer el pecado. Yo quiero que le llegue la voz de Dios.

- ¿Ha entrado a la sala de juicios?
-No -¿Es cierto que no han recibido ayuda económica?
-El Fondo Económico Social nos ha ayudado, pero apenas podemos sobrevivir. Muchas personas se acercan a nosotros para ofrecernos apoyo y eso es importante. Le escribimos una carta al Presidente Chávez,pero nunca nos contestó.

A lo mejor nadie se la entregó.

- ¿Qué quisiera decirle a las mujeres de este país?
-Quiero decirles a todas las mujeres que se acerquen a Linda, que la apoyen, decirles también que hagan valer sus derechos, que no se queden calladas, que denuncien los maltratos cuando son objeto de ellos. También quiero agradecer a las diversas instituciones universitarias que vienen ayudando a Linda, a los grupos de mujeres y hombres que no la han dejado sola en esta lucha que todos esperamos termine pronto.

En la entrevista, Paulina mantuvo una actitud serena. No se tocó el tema de lo ocurrido, pero ella conoce el expediente y sus detalles.

Revela que no puede flaquear, porque con ello no ayuda en nada a su hija, así que se viste de fortaleza, para que Linda haga lo propio.

Ella está ahí para que nadie pierda el ánimo, que a su vez ella recibe de su madre de 78 años que está al tanto de todo y le sirve de apoyo a la familia.

La doctora me dice que cómo se va a llamar la niña y yo escogí su nombre y el de la enfermera.

La doctora se llama Linda y la enfermera Loaiza

Todo el que haga daño tiene que ser castigado, pero el pecador debe también arrepentirse, aborrecer el pecado

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