Séptimo

 

Planeando la estrategia 

 

Para aumentar la posibilidad de éxito, los líderes de la resistencia necesitarán formular un plan de acción amplio que sea capaz de fortalecer al pueblo que sufre, debilitar y finalmente destruir la dictadura, y construir una democracia duradera.  Para formular este plan de acción es necesario hacer una evaluación cuidadosa de la situación y de las opciones para una acción efectiva.  Basado en este cuidadoso análisis, se debe formular una gran estrategia y las campañas estratégicas específicas para lograr la libertad.  Aunque relacionados, el desarrollo de una gran estrategia y las campañas estratégicas son dos procesos separados.  Sólo después que una gran estrategia se ha formulado se pueden formular las campañas estratégicas específicas.  Las campañas estratégicas específicas tienen que ser diseñadas para lograr y reforzar los objetivos de la gran estrategia.

El desarrollo de la estrategia de resistencia requiere tomar en consideración muchas preguntas y funciones.  Aquí vamos a identificar algunos de los factores importantes que tendrán que ser considerados, al nivel de gran estrategia y al nivel de campaña estratégica.  Toda planeación estratégica, sin embrago, requiere que los planificadores de la resistencia tengan un profundo entendimiento del conflicto global, incluyendo atención a factores físicos, históricos, gubernamentales, militares, culturales, sociales, políticos, psicológicos, económicos e internacionales.  Las estrategias sólo pueden ser formuladas en el contexto de una lucha específica y sus antecedentes.

 

De importancia primaria, los líderes democráticos y planificadores estratégicos tienen que evaluar los objetivos y la importancia de la causa.  ¿Justifican los objetivos una lucha mayor, y por qué?  Es crítico determinar el objetivo real de la lucha.  Hemos argumentado aquí que el derrocamiento de una dictadura o el remover al dictador actual no es suficiente.  El objetivo en estos conflictos tiene que ser el establecimiento de una sociedad libre con un sistema de gobierno democrático.  La claridad sobre este punto va a influir sobre la formulación de la gran estrategia y las resultantes campañas estratégicas. 

 

En particular, los estrategas van a tener que contestar muchas preguntas fundamentales, como éstas:

 

 

Selección de medios

 

Al nivel de la gran estrategia, los planificadores tendrán que seleccionar los medios principales de lucha que van a ser empleados en el futuro conflicto.  Los méritos y limitaciones de muchas técnicas de lucha posibles tendrán que ser evaluados, como la guerra militar convencional, la guerra de guerrillas, el desafío político, y otras. 

 

Al hacer la selección, los estrategas tendrán que considerar preguntas como:  ¿Está el método de lucha escogido al alcance de la capacidad de los demócratas?  ¿Utiliza la técnica escogida los puntos fuertes de la población dominada?  ¿Apunta la técnica hacia los puntos débiles de la dictadura, o pega en los puntos más fuertes?  ¿Ayudan estos medios a dar más autosuficiencia a los demócratas o los llevan a tener que depender de terceros o de grupos externos?  ¿Cuál ha sido la experiencia en el derrocamiento de dictaduras de los medios escogidos?  ¿Aumentan o limitan la pérdida de vida y heridos y la destrucción que pueden ocurrir en el futuro conflicto?  ¿Asumiendo el éxito en el derrocamiento de la dictadura, qué efecto tendrán estos medios sobre el tipo de gobierno que surgirá de la lucha?  Los tipos de acción que se determinen ser contraproductivos tendrán que ser excluidos de la gran estrategia.

 

En capítulos anteriores hemos argumentado que el desafío político ofrece ventajas significativas en comparación a otras técnicas de lucha.  Los estrategas necesitarán examinar la situación específica del conflicto y determinar si el desafío político provee respuestas afirmativas a las preguntas anteriores.

 

Planeando para la democracia 

 

Debe recordarse que el objetivo de la gran estrategia contra una dictadura no es  simplemente derrocar al dictador, sino de instalar un sistema democrático y hacer imposible el surgimiento de una nueva dictadura.  Para lograr estos objetivos, los métodos de lucha seleccionados tienen que contribuir a un cambio en la distribución efectiva del poder en la sociedad.  Bajo la dictadura el pueblo y las instituciones civiles de la sociedad han sido muy débiles, y el gobierno demasiado  fuerte.  Sin un cambio en este desbalance, los nuevos gobernantes pueden, si quieren, ser tan dictatoriales como los anteriores.  “Una revolución de palacio” o un golpe de estado, por lo tanto, no son bienvenidos.

 

El desafío político contribuye a una distribución más equitativa del poder efectivo a través de la movilización de la sociedad contra la dictadura, como discutimos en el Quinto Capítulo.  Este proceso ocurre de muchas maneras.  El desarrollo de la capacidad para la lucha noviolenta significa que la capacidad de la dictadura para la represión violenta ya no produce tan fácilmente la intimidación y sumisión del pueblo.  El pueblo tendrá a su disposición medios poderosos para contrarrestar y a veces bloquear el ejercicio del poder del dictador.  Es más, la movilización del poder popular a través del desafío político fortalecerá las instituciones independientes de la sociedad.  La experiencia de haber ejercido poder efectivo una vez no se olvida rápidamente.  El conocimiento y habilidad ganados en la lucha harán a la población menos susceptible a ser fácilmente dominada por posibles dictadores.  Este cambio en las relaciones del poder va al final a facilitar el establecimiento de una duradera sociedad democrática.

 

Asistencia externa

 

Como parte de la preparación de una gran estrategia, es necesario evaluar cuáles van a ser los papeles relativos de la resistencia interna y las presiones externas para desintegrar la dictadura.  En este análisis hemos argumentado que la principal fuerza de la lucha tiene que ser llevada a cabo desde dentro del país.  Hasta qué grado la asistencia internacional  va a materializarse, si es que se materializa, estará estimulado por la lucha interna.

 

Como un modesto suplemento, se pueden hacer esfuerzos para movilizar la opinión pública mundial contra la dictadura, en bases humanitarias, morales y religiosas.  Se pueden llevar a cabo esfuerzos para obtener sanciones diplomáticas, políticas y económicas contra la dictadura por parte de gobiernos y organizaciones internacionales.

Estas pueden tomar la forma de embargos económicos o de armas militares; reducción en el nivel de reconocimiento diplomático o la ruptura de relaciones diplomáticas; la prohibición de ayuda económica y de inversiones en el país dictatorial; y la expulsión del gobierno dictatorial de varias organizaciones internacionales y de las Naciones Unidas.  Además, la asistencia internacional, como el apoyo financiero y de medios de comunicación, puede también ser suministrada directamente a las fuerzas democráticas.

 

Formulando la gran estrategia

 

Después de efectuar una evaluación de la situación, la selección de los medios, y una determinación del papel de la asistencia externa, los planeadores de la gran estrategia tendrán que trazar a grandes rasgos la mejor manera de conducir el conflicto.  Este plan global abarcaría del presente a la futura liberación y el establecimiento de un sistema democrático.  Al formular la gran estrategia, estos planificadores tendrán que preguntarse una variedad de preguntas. Las siguientes preguntas plantean (de una manera más específica que antes) los tipos de consideraciones necesarias para formular una gran estrategia para una lucha de desafío político:

 

¿Cuál es el más amplio concepto de cómo la dictadura va a ser terminada y la democracia establecida?

 

¿Cuál es la mejor forma de comenzar la lucha a largo plazo?  ¿Cómo puede la población oprimida aunar suficiente confianza en sí misma y fuerza para desafiar a la dictadura, aunque al principio de una manera limitada?  ¿Cómo se puede aumentar con el tiempo y la adquisición de más experiencia la capacidad del pueblo para aplicar la nocooperación y el desafío?  ¿Cuáles serían los objetivos de una serie de campañas limitadas para recobrar el control democrático sobre la sociedad y limitar la dictadura?

 

¿Hay instituciones independientes que han sobrevivido la dictadura que se pueden usar en la lucha para establecer la libertad?  ¿Qué instituciones de la sociedad pueden ser recuperadas del control del dictador, o qué instituciones tienen que ser creadas por los demócratas para satisfacer esas necesidades y establecer esferas de democracia mientras  la dictadura no haya sido derrocada aún?

 

¿Cómo se puede desarrollar la capacidad de organización de la resistencia?  ¿Cómo pueden ser entrenados los participantes?  ¿Qué recursos (financieros, equipos, etc.) serán requeridos a través de la lucha?  ¿Qué tipos de simbolismos pueden ser los más efectivos para movilizar la población?

 

¿Qué tipos de acción y en qué etapas deberán ser incrementalmente debilitadas y cortadas las fuentes de poder de los dictadores?  ¿Cómo puede la población en resistencia simultáneamente persistir en su desafío y también mantener la necesaria disciplina noviolenta?  ¿Cómo puede la sociedad continuar cubriendo sus necesidades básicas durante el curso de la lucha?  ¿Cómo puede mantenerse el orden social en el medio del conflicto?  Cuando la victoria se aproxima, ¿cómo puede la resistencia democrática continuar edificando la base institucional de la sociedad después de la dictadura para facilitar la transición?

 

Hay que recordar que no existe un plan único que pueda ser creado para planear la estrategia para todos los movimientos de liberación contra las dictaduras.  Cada lucha para derrocar una dictadura y establecer un sistema democrático va a ser diferente.  No hay dos situaciones que sean exactamente iguales, cada dictadura va a tener algunas características individuales, y las capacidades de los pueblos que buscan la libertad variarán.  Los planificadores de la gran estrategia para una lucha de desafío político requerirán un profundo entendimiento no sólo de la situación específica de su conflicto, pero también de los métodos de lucha seleccionados. (13)

 

Cuando la gran estrategia de lucha ha sido cuidadosamente planeada hay razones poderosas para divulgarla ampliamente.  El gran número de personas cuya participación es necesaria estarían más dispuestos y capaces de actuar si entendieran el concepto general y también las instrucciones específicas. 

 

Este conocimiento puede potencialmente tener un efecto muy positivo sobre su moral y su deseo de participar y actuar apropiadamente.  De todas formas, el dictador llegará a conocer el bosquejo global de la gran estrategia;  este conocimiento puede potencialmente llevarlo a reducir la brutalidad de la represión, sabiendo que ésta podría tener repercusiones políticas en su contra.  El conocimiento de las características de la gran estrategia también podría potencialmente contribuir a la disensión y defecciones en el grupo del dictador.

 

Una vez que un plan de gran estrategia para derrocar a una dictadura y establecer un sistema democrático haya sido adoptado, será importante para los grupos democráticos  persistir en su aplicación.  Sólo en muy pocas circunstancias debe apartarse la lucha de la gran estrategia inicial.  Cuando hay evidencia abundante que la gran estrategia escogida no fue concebida con acierto o que las circunstancias de la lucha han cambiado fundamentalmente, los planificadores pueden tener que alterar la gran estrategia.  Aún así, esto debe hacerse solamente después de una reevaluación y del desarrollo y adopción de un nuevo plan de gran estrategia más adecuado.

 

Planeando estrategias para la campaña

 

Por inteligente o prometedora que sea la gran estrategia para poner fin a la dictadura e instituir la democracia, una gran estrategia no se implementa por sí misma.  Estrategias específicas tendrán que ser desarrolladas para guiar las campañas mayores para socavar el poder de los dictadores.  Estas estrategias, a su vez, incorporarán y guiarán a un número de encuentros tácticos destinados a pegar golpes decisivos contra el régimen dictatorial.  Las tácticas y los métodos de acción específicos tienen que ser escogidos cuidadosamente para que contribuyan a lograr las metas de cada estrategia en particular.  La discusión aquí se concentra exclusivamente en el nivel de la estrategia.

 

Los estrategas que planean las campañas mayores van, como aquéllos que planearon la gran estrategia, a requerir un completo entendimiento de la naturaleza y maneras operativas de la técnica de lucha que han escogido.  Así como los oficiales militares tienen que entender las estructuras de fuerza, tácticas, logística, municiones, los efectos de la geografía, y otros para planear la estrategia militar, los que planean el desafío político tienen que entender la naturaleza y principios estratégicos de la lucha noviolenta.  Aún así, sin embargo, el conocimiento de la lucha noviolenta, la atención a las recomendaciones en este ensayo, y las respuestas a las preguntas aquí formuladas no van de por sí solas a producir estrategias.  La formulación de estrategias para la lucha todavía requiere una creatividad bien informada.

 

Al planear las estrategias para las campañas de resistencia selectivas y para el desarrollo a largo plaza de la lucha de liberación, los estrategas del desafío político tienen la necesidad de considerar varios asuntos y problemas, incluyendo los siguientes:

 

 

También, los planificadores de la resistencia tienen que tomar medidas para preservar el orden y satisfacer las necesidades sociales de sus miembros durante la resistencia masiva contra los controles del dictador.  Esto no sólo creará estructuras democráticas independientes alternas y satisfará necesidades genuinas, sino que también reducirá la credibilidad de cualquier afirmación que una brutal represión es necesaria para controlar el desorden y una situación donde no impera la ley.

 

Divulgando la idea de la nocooperación 

 

Para un exitoso desafío político contra una dictadura, es esencial que la población entienda la idea de nocooperación.  Como fue ilustrado en la fábula del “Amo de los Monos”(ver Tercer Capítulo), la idea básica es simple: si un número suficiente de subordinados se niega a continuar su cooperación por un período suficiente de tiempo, a pesar de la represión, el sistema opresivo se debilitará y finalmente se derrumbará.

 

Los pueblos que viven bajo dictaduras pueden ya estar familiarizados con este concepto proveniente de una variedad de fuentes.  Aún así, las fuerzas democráticas deben deliberadamente divulgar y hacer popular la idea de nocooperación.  La fábula del “Amo de los Monos”, o una similar, puede ser divulgada a través de la sociedad.  Una historia como ésta puede ser fácilmente entendida.  Una vez que el concepto de la nocooperación es entendido, el pueblo podrá entender la importancia de futuros llamados a practicar la nocooperación en contra de la dictadura.  También podrán improvisar una miríada de formas específicas de nocooperación en situaciones nuevas.

 

A pesar de la dificultades y peligros en los esfuerzos por comunicar ideas, noticias e instrucciones para la resistencia cuando se vive bajo una dictadura, los demócratas han probado frecuentemente que esto es posible.  Aún bajo gobiernos nazi y comunistas, era posible para la resistencia comunicarse no sólo con otros individuos sino aún con grandes audiencias públicas a través de periódicos ilegales, panfletos, libros y en años posteriores con audio y vídeo cassettes.

 

Con la ventaja de que la planeación estratégica se ha efectuado por adelantado, la dirección general para la resistencia puede ser preparada y divulgada.  Esta incluye los asuntos y circunstancias bajo los cuales la población debe protestar y retirar su cooperación, y cómo esto podría hacerse.  Entonces, aún si la comunicación del liderazgo democrático es cortado, y las instrucciones específicas no han sido emitidas o recibidas, el pueblo sabrá cómo actuar en relación a asuntos importantes.  Esta dirección también daría una medida para identificar falsas “instrucciones de la resistencia” emitidas por la policía política con el fin de instigar a acciones que desacrediten el movimiento.

 

Represión y contramedidas

 

Los planificadores de la estrategia tienen que evaluar las probables respuestas y represión, especialmente el grado de represión, de la dictadura en respuesta a la resistencia democrática.  Será necesario determinar cómo apoyar, contra-actuar, o evitar este posible aumento en la represión sin someterse.  Tácticamente, para ocasiones específicas, es apropiado advertir al pueblo y a la resistencia sobre un posible aumento en la represión para que conozcan los riesgos de la participación.  Si la represión puede ser seria, se deben hacer preparativos para dar asistencia médica a los heridos.

 

Anticipando la represión, los estrategas deben considerar por adelantado el uso de tácticas y métodos que contribuyan al logro de las metas específicas de una campaña o de la liberación, pero que también hagan menos probable o posible una represión brutal.  Por ejemplo, manifestaciones callejeras y paradas en contra de dictaduras extremas pueden ser dramáticas, pero también pueden arriesgar la vida de miles de manifestantes.  El alto costo a los manifestantes, sin embargo, puede no aplicar más presión sobre la dictadura de la que aplicaría que todo el mundo se quedara en su casa, una huelga, o actos masivos de nocooperación por parte de empleados del gobierno.

 

Si se han propuesto para un fin estratégico actos de provocación de la resistencia que tienen el riesgo de altas bajas, entonces uno debe considerar muy cuidadosamente los costos y posibles ganancias de esta propuesta.  ¿Van el pueblo y la resistencia a comportarse de una manera disciplinada y noviolenta durante el curso de la lucha?  ¿Pueden resistir las provocaciones a la violencia?  Los planificadores tienen que considerar qué medidas pueden ser tomadas para mantener la disciplina noviolenta y mantener la resistencia a pesar de las brutalidades.  ¿Pueden medidas como promesas, declaraciones sobre políticas, panfletos de disciplina, personas que guardan el orden en las manifestaciones, y boicots contra personas y grupos pro-violentos ser posibles y efectivas?  Los líderes deben estar siempre alertas a la presencia de agentes provocadores cuya misión será el incitar a los manifestantes a la violencia.

 

Adhiriéndose al plan estratégico

 

Una vez que un sólido plan estratégico se ha establecido, las fuerzas democráticas no deben ser distraídas por jugadas menores de los dictadores que los pueden tentar a desviarse de la gran estrategia y de la estrategia para una campaña específica, causándoles el concentrar actividades mayores en asuntos de poca importancia.  Tampoco deben las emociones del momento, quizá en respuesta a nuevas brutalidades de la dictadura, desviar a la resistencia democrática de su gran estrategia o campaña estratégica.  Las brutalidades pueden haber sido perpetradas precisamente para provocar a las fuerzas democráticas a abandonar sus planes bien fundados y hasta a cometer actos de violencia que sólo ayudarán al dictador a derrotarlos con mayor facilidad. 

 

Siempre y cuando el análisis básico se considere bueno, la función de las fuerzas por la democracia es seguir adelante, fase por fase.  Desde luego, cambios en tácticas y de objetivos intermediarios van a ocurrir y los buenos líderes siempre estarán listos para explotar oportunidades que se presenten.  Estos ajustes no deben confundirse con los objetivos de la gran estrategia o los objetivos de la campaña específica.  Una cuidadosa implementación de la gran estrategia escogida y de las estrategias para campañas específicas va a contribuir grandemente al éxito.

 

Octavo

 

Aplicando el desafío político

 

En situaciones en las cuales el pueblo se siente sin poder y asustado, es importante que las medidas iniciales a ser ejecutadas sean de bajo riesgo y que fomenten confianza.  Estos tipos de acciones, tales como usar la ropa de una manera poco usual, pueden señalar públicamente a un grupo que tiene opiniones opuestas y dar una oportunidad al público a participar significativamente en actos de desacuerdo.  En otros casos un asunto no político de relativa poca importancia (en la superficie), como es conseguir el suministro de agua, puede hacerse el foco para el grupo de acción.  Los estrategas deben seleccionar un asunto cuyos méritos sean ampliamente reconocidos y difíciles de rechazar.  El éxito de estas campañas limitadas no solamente solucionará problemas específicos, sino que también convencerá a la población que en verdad tienen potencial para el poder.

 

La mayoría de los estrategas de campañas en la lucha a largo plazo no deben dirigirse al inmediato y completo derrocamiento de la dictadura, sino a ganar objetivos limitados.  Tampoco deben todas las campañas requerir la participación de todos los sectores de la población.

Al contemplar una serie de campañas específicas para implementar la gran estrategia, los estrategas del desafío tienen que considerar cómo las campañas al principio, en el medio y durante la proximidad a la conclusión de la lucha a largo plazo serán distintas.

 

Resistencia selectiva 

 

En las fases iniciales de la lucha, pueden ser muy útiles campañas separadas con diferentes objetivos específicos.  Estas campañas selectivas pueden ser en sucesión.  Ocasionalmente, dos o tres pueden ocurrir simultáneamente.

 

Al planear una estrategia para la “resistencia selectiva” es necesario identificar y limitar los asuntos específicos o quejas que en general simbolizan la opresión de la dictadura.  Tales asuntos pueden ser los blancos apropiados para conducir campañas para lograr objetivos estratégicos intermediarios dentro de la gran estrategia.

 

Estos objetivos estratégicos intermedios tienen que ser asequibles mediante la capacidad, actual o proyectada, de poder de las fuerzas democráticas.  Esto ayuda a asegurar una serie de victorias, que favorecen la moral, y también contribuyen a ventajosos cambios incrementales en las relaciones del poder para la lucha a largo plazo.

 

Las estrategias de resistencia selectivas deben concentrarse principalmente en asuntos específicos, sociales, económicos o políticos. 

Estos pueden ser seleccionados para mantener alguna parte del sistema social y político fuera del control del dictador, para recuperar el control de alguna parte controlada por el dictador, o negarle a la dictadura un objetivo específico.  Si es posible, la campaña de resistencia selectiva debe también pegarle a uno o más puntos débiles de la dictadura, como ya hemos discutido.  Así, los demócratas pueden tener el mayor impacto posible con la capacidad de poder disponible.

 

Desde muy temprano los estrategas tienen que planear por lo menos la estrategia para la primera campaña.  ¿Cuáles serán los objetivos limitados? ¿Cómo va a ayudar a llevar a cabo la gran estrategia escogida?  Si es posible, es inteligente formular por lo menos el bosquejo general de estrategias para una segunda y posiblemente una tercera campaña.  Todas estas estrategias tienen que implementar la gran estrategia y operar dentro de sus normas generales.

  

Reto simbólico 

 

Al principio de una nueva campaña para socavar la dictadura, el campo de las primeras acciones específicamente políticas puede ser limitado.  Estas campañas deben ser diseñadas en parte para probar e influenciar el sentir del pueblo y para prepararlo a continuar la lucha a través de la nocooperación y el desafío político. 

 

La acción inicial probablemente tomará la forma de protesta simbólica o puede ser un acto simbólico de nocooperación limitada o temporal.  Si el número de personas que quieren actuar es pequeño, entonces un acto inicial puede ser, por ejemplo, colocar flores en un lugar de importancia simbólica.  Por el contrario, si el número dispuesto a actuar es muy grande, entonces un paro de cinco minutos a las actividades o varios minutos de silencio pueden ser utilizados.  En otras situaciones, unos pocos individuos pueden comenzar una huelga de hambre, una vigilia en un lugar de importancia simbólica, un breve boicot a clases por parte de estudiantes o sentarse temporalmente en una oficina importante.  Bajo una dictadura, estas acciones más agresivas probablemente encontrarán una dura represión.

 

Ciertos actos simbólicos, como la ocupación física delante del palacio del dictador o del cuartel de la policía política, pueden tener gran riesgo y por lo tanto no son aconsejables para iniciar la campaña.

 

Los actos iniciales de protesta simbólica a veces han logrado una gran atención nacional e internacional como las manifestaciones masivas de calle en Birmania en 1988 o la ocupación por los estudiantes y huelga de hambre en la Plaza de Tiananman en Beijing en 1989.  El alto número de bajas de los manifestantes en ambos casos señala el gran cuidado que los estrategas tienen que tener cuando planean sus campañas.  A pesar de su tremendo impacto moral y psicológico, estas acciones por sí solas probablemente no derrocarán a la dictadura, ya que quedan como mayormente simbólicas y no alteran la posición de poder del dictador.

 

Al comienzo de la lucha, usualmente no es posible cortarle el suministro de las fuentes de poder a los dictadores completa y rápidamente.  Eso requeriría que virtualmente la población entera y casi todas las instituciones de la sociedad que habían sido anteriormente mayormente sumisas, rechazaran completamente al régimen y de pronto lo desafiaran con una nocooperación masiva y fuerte.  Eso no ha ocurrido aún y sería muy difícil de lograr.  En la mayoría de los casos, por lo tanto, una campaña rápida de completa nocooperación y desafío no es una estrategia realista en las primeras campañas contra la dictadura.

 

Diseminando la responsabilidad

 

Durante una campaña de resistencia selectiva el peso de la lucha es usualmente llevado a cabo por un tiempo por uno o más sectores de la población.  En campañas posteriores con un objetivo diferente, el peso de la lucha cambiará a otros grupos de la población.  Por ejemplo, los estudiantes pueden efectuar huelgas sobre asuntos educacionales, los líderes religiosos y creyentes pueden concentrarse en la libertad de culto, los obreros ferroviarios pueden obedecer muy meticulosamente las reglas de seguridad y así retrasar el sistema de transporte, los periodistas pueden desafiar la censura publicando periódicos con espacios en blanco en los cuales los artículos prohibidos hubieran aparecido, y la policía puede repetidamente no encontrar y no arrestar a miembros de la oposición democrática que son buscados.  El estructurar las campañas de resistencia en fases por asuntos y grupos de la población les permitirá a algunos segmentos de la población descansar mientras que la resistencia continúe.

 

Una resistencia selectiva es especialmente importante para defender la existencia y autonomía de grupos e instituciones sociales, económicos y políticos, fuera del control de la dictadura, que fueron brevemente discutidas anteriormente.

 

 Estos centros de poder dan las bases institucionales de las cuales la población puede ejercer presión o puede resistir los controles dictatoriales.  En la lucha, van a ser probablemente los primeros puntos que la dictadura va a atacar.

 

Apuntando al poder de los dictadores

 

A medida que la lucha a largo plazo se desarrolla más allá de las estrategias iniciales y hacia fases más ambiciosas y avanzadas, los estrategas tendrán que calcular cómo las fuentes de poder del dictador pueden ser aún mas restringidas.  El objetivo sería usar la nocooperación popular para crear una nueva situación estratégica más ventajosa para las fuerzas democráticas.

 

A medida que las fuerzas de la resistencia democrática ganan fuerza, los estrategas planearían una nocooperación y desafío más ambiciosos para cortar las fuentes de poder de la dictadura, con el objetivo de producir una creciente parálisis política y al final desintegrar la misma dictadura.

 

Será necesario planear cuidadosamente cómo las fuerzas democráticas pueden debilitar el apoyo que individuos y grupos le han ofrecido a la dictadura en el pasado.  ¿Va a ser este apoyo debilitado por la revelación de las brutalidades perpetradas por el régimen, por exponer las desastrosas consecuencias económicas de las políticas de la dictadura, o por un mejor entendimiento de cómo se le puede poner fin a la dictadura?  Los que apoyan al dictador deben ser inducidos a por lo menos convertirse en “neutrales” en sus actividades (a que se sienten en la cerca) o preferiblemente a convertirse en partidarios activos del movimiento por la democracia.

 

Durante la planeación e implementación del desafío político y la nocooperación, es muy importante concentrar la atención en los principales partidarios y asistentes del dictador, incluyendo su grupo más cercano, su partido político, la policía, y los burócratas, pero especialmente su ejército.

 

El grado de lealtad de las fuerzas militares, tanto soldados como oficiales, hacia la dictadura tiene que ser cuidadosamente evaluado y se tiene que determinar si las fuerzas militares están abiertas a ser influenciadas por las fuerzas democráticas.  ¿Podrían muchos soldados comunes ser reclutas infelices y asustados?  ¿Podrían muchos de los soldados y oficiales estar alienados del régimen por razones personales, de familia o políticas?  ¿Cuáles otros factores podrían hacer a los soldados y oficiales vulnerables a la subversión democrática?

 

Desde el principio de la lucha de liberación hay que desarrollar una estrategia para comunicarse con las tropas y los funcionarios del dictador.  Mediante palabras, símbolos y acciones, las fuerzas democráticas pueden informar a las tropas que la lucha de liberación va a ser vigorosa, resuelta y persistente.  Las tropas deben conocer que la lucha va a ser de un carácter especial, diseñada a socavar la dictadura pero no a amenazar sus vidas.  Estos esfuerzos serían enfocados a socavar la moral de las tropas del dictador para por último subvertir su lealtad y obediencia en favor del movimiento democrático.  Estrategias similares deben ser enfocadas hacia la policía y empleados de gobierno.

 

El intento de ganarse la simpatía, y eventualmente el inducir a la desobediencia de las fuerzas del dictador no debe ser interpretado, sin embargo, como una manera de dar ánimos a las fuerzas armadas a derrocar a la dictadura mediante la acción militar.  Un escenario de ese tipo probablemente no resultaría en la instalación de una democracia ya que (como hemos discutido) un golpe de estado hace muy poco en reparar el desbalance de las relaciones de poder entre el pueblo y los gobernantes.  Por lo tanto, sería necesario planear cómo se les puede hacer entender a los oficiales militares que simpatizan con el movimiento democrático que ni un golpe de estado ni una guerra civil contra la dictadura son requeridos o deseables.

 

Oficiales simpatizantes pueden jugar papeles vitales en la lucha democrática, como diseminar desafección y nocooperación entre las fuerzas militares, propiciar ineficiencias deliberadas e ignorar órdenes calladamente, y apoyar la negativa de llevar a cabo la represión.  El personal militar también puede ofrecer varios medios de asistencia noviolenta al movimiento democrático, incluyendo salvoconductos, información, comida, suministros médicos, y otros.

 

El ejército es una de las fuentes más importantes de poder de los dictadores porque puede usar unidades militares disciplinadas y armas para atacar directamente y castigar al pueblo que desobedece.  Los estrategas del desafío deben recordar que va a ser excepcionalmente difícil, o imposible, desintegrar la dictadura si la policía, los burócratas y las fuerzas militares continúan apoyando completamente a la dictadura y le dan su obediencia para llevar a cabo sus órdenes.  Por lo tanto, los estrategas democráticos le tienen que dar una alta prioridad a las estrategias destinadas a subvertir la lealtad de las fuerzas de la dictadura.

 

Las fuerzas democráticas deben recordar que la desafección y desobediencia de las fuerzas militares y la policía pueden ser altamente peligrosas para los miembros de estos grupos.  Pueden anticipar severas penalidades por cualquier acto de desobediencia, incluso el ser ejecutados por amotinarse.  Por lo tanto, las fuerzas democráticas no deben pedir a los soldados y oficiales que se amotinen inmediatamente.  En su lugar, cuando la comunicación es posible, se debe hacer claro que hay una multitud de formas relativamente seguras de “desobediencia disfrazada” que pueden tomar inicialmente.  Por ejemplo, la policía y las tropas pueden llevar a cabo ineficientemente las instrucciones para la represión, no encontrar a personas buscadas por el régimen, advertir a los miembros de la resistencia de inminentes actos de represión, arrestos o deportaciones, y dejar de suministrar información importante a sus oficiales superiores.  Oficiales desafectos pueden a su vez no dar las órdenes de represión a sus subordinados.  Los soldados pueden disparar por encima de la cabeza de los manifestantes.  De manera similar, los empleados del gobierno pueden perder expedientes e instrucciones, trabajar ineficientemente, y “enfermarse” para tener que quedarse en la casa hasta que se “recuperen”.

 

Cambios en estrategia

 

Los estrategas del desafío político necesitarán evaluar constantemente la implementación de la gran estrategia y de las campañas estratégicas específicas.  Es posible, por ejemplo, que la lucha no avance tan bien como se esperaba.  En ese caso, va a ser necesario calcular qué cambios en estrategia podrían ser requeridos.  ¿Qué se puede hacer para aumentar la fuerza del movimiento y recuperar la iniciativa?  En esta situación, será necesario identificar el problema; hacer una reevaluación estratégica; posiblemente cambiar las responsabilidades de la lucha a otro grupo de la población; movilizar más fuentes de poder; y desarrollar cursos de acción alternativos.  Tan pronto como esto se haya hecho, se debe implementar el nuevo plan inmediatamente.

 

Al converso, si la lucha ha marchado mejor de lo que se esperaba y la dictadura se está derrumbando antes de lo que se calculaba, ¿cómo pueden las fuerzas democráticas capitalizar estas ganancias no anticipadas y moverse a paralizar la dictadura? 

Vamos a explorar esta pregunta en el próximo capítulo.

 

Noveno

 

Desintegrando la dictadura

 

El efecto cumulativo de campañas de desafío político bien conducidas y exitosas resultará en fortalecer a la resistencia y establecer y agrandar las áreas de la sociedad donde los dictadores van a enfrentarse con límites a la efectividad de su control.  Estas campañas también proporcionarán una experiencia importante en cómo negarse a cooperar y cómo ofrecer desafío político.  Esta experiencia va a ser de gran ayuda cuando la nocooperación y el desafío lleguen a una escala masiva.

 

Como se discutió en el Tercer Capítulo, la obediencia, cooperación y sumisión son esenciales si los dictadores van a ser poderosos.  Sin acceso a las fuentes del poder político, el poder del dictador se debilita y finalmente se disuelve.  Por lo tanto, el retiro de apoyo es el mayor requisito para desintegrar una dictadura.  Puede ser útil revisar cómo las fuentes de poder pueden ser afectadas por el desafío político. 

 

Actos simbólicos de repudio y desafío están entre los medios disponibles para socavar la autoridad moral y política del régimen es decir, su legitimidad. 

Mientras más grande sea la autoridad del régimen, más grande y más confiable será la obediencia y cooperación que éste recibe.  La desaprobación moral tiene que ser expresada mediante la acción para poder amenazar seriamente la existencia de la dictadura.  El retiro de cooperación y obediencia son necesarios para cortar la disponibilidad de otras fuentes de poder del régimen.

 

Una segunda importante fuente de poder son los recursos humanos, el número e importancia de las personas y grupos que obedecen, cooperan con, o asisten a los gobernantes.  Si la nocooperación es practicada por grandes sectores de la población, el régimen se va a encontrar en serias dificultades.  Por ejemplo, si los empleados del gobierno no operan con su acostumbrada eficiencia o si se quedan en la casa, el aparato administrativo va a ser gravemente afectado.

 

De forma similar, si las personas y grupos que no cooperan incluyen aquellos que previamente han proveído habilidades y conocimientos especializados, entonces el dictador encontrará su capacidad para implementar su voluntad efectivamente debilitada.  Aún su habilidad para hacer decisiones basadas en buena información y el desarrollo de políticas efectivas pueden ser seriamente reducidos.

 

Si las influencias psicológicas e ideológicas llamadas factores intangibles que normalmente inducen a las personas a obedecer y a ayudar a los gobernantes son debilitadas o invertidas, la población va a estar más inclinada a desobedecer y a nocooperar.

 

El acceso del dictador a recursos materiales también influye directamente sobre su poder.  Con el control de los recursos financieros, el sistema económico, la propiedad, los recursos naturales, y los medios de transporte y de comunicación en las manos de existentes o potenciales oponentes del régimen, otra gran fuente del poder se elimina o se hace vulnerable.  Huelgas, boicots, y una creciente autonomía en la economía y en los sistemas de comunicación y transporte van a debilitar al régimen.

 

Como discutimos anteriormente, la habilidad del dictador para amenazar o aplicar sanciones--castigos contra los sectores inquietos, desobedientes o nocooperativos de la población--es una fuente clave de su poder.  Esta fuente de poder se puede debilitar de dos maneras.  Primero, si el pueblo está preparado, como lo está en una guerra, a tomar el riesgo de serias consecuencias como el precio del desafío, la efectividad de las sanciones disponibles va a ser drásticamente reducida (eso es, la represión del dictador no logrará la sumisión que persigue).  Segundo, si la policía y fuerzas militares se vuelven desafectas, pueden de una manera individual o masiva evadir o abiertamente desafiar órdenes de arrestar, golpear o fusilar a los miembros de la resistencia.  Si el dictador no puede apoyarse en la policía y en las fuerzas militares para llevar a cabo la represión, la dictadura está entonces gravemente amenazada.

 

En resumen, el éxito contra una dictadura pertrechada requiere que la nocooperación y el desafío reduzcan y eliminen las fuentes de poder del régimen.  Sin un constante reabastecimiento de las fuentes de poder necesarias, la dictadura se debilitará y finalmente se desintegrará.  Por lo tanto, una planeación competente de desafío político contra las dictaduras tiene que atacar las principales fuentes de poder del dictador.

 

Aumentando la libertad

 

Combinado con el desafío político durante la fase de resistencia selectiva, el crecimiento de instituciones sociales, económicas, culturales y políticas autónomas progresivamente aumenta “el espacio democrático” de la sociedad y reduce el control de la dictadura.  A medida que las instituciones civiles de la sociedad se vuelven más fuertes en comparación con la dictadura, entonces, quiera lo que quiera el dictador, la población construirá incrementalmente una sociedad independiente fuera del control del dictador.  Si y cuando la dictadura interviene para detener esta “libertad en aumento”, la lucha noviolenta se puede aplicar para defender este espacio ganado recientemente y la dictadura se encontrará con otro “frente” más en la lucha.

 

A su tiempo, esta combinación de resistencia y creación de instituciones puede llevar a una libertad de hecho, haciendo el colapso de la dictadura y la instalación de un sistema democrático innegables, porque las relaciones de poder dentro de la sociedad han sido fundamentalmente alteradas.

 

Polonia en los años del 1970 y 1980 nos da un claro ejemplo de la progresiva recuperación de la funciones e instituciones de la sociedad por la resistencia.  La iglesia católica había sido perseguida pero nunca había caído bajo un completo control comunista.  En 1976 algunos intelectuales y trabajadores formaron grupos pequeños como el K.O.R. (El Comité de Defensa de los Trabajadores) para llevar adelante sus ideas políticas.  La organización del sindicato de Solidaridad con su poder para llevar a cabo huelgas efectivas forzó su legalización en 1980.  Campesinos, estudiantes y muchos otros grupos también formaron sus propias organizaciones independientes.  Cuando los comunistas se dieron cuenta que estos grupos habían cambiado las realidades del poder, Solidaridad fue otra vez prohibida y los comunistas recurrieron al gobierno militar.

 

Aún bajo ley marcial, con muchos presos y una severa persecución, las nuevas instituciones independientes de la sociedad continuaron funcionando.  Por ejemplo, docenas de periódicos ilegales y revistas continuaron publicándose.  Casas editoriales ilegales anualmente publicaban cientos de libros, mientras que conocidos escritores boicotearon las publicaciones comunistas y las casas editoriales del gobierno.  Actividades similares continuaron en otros sectores de la sociedad.

 

Bajo el régimen militar de Jaruselski, el gobierno militar-comunista fue en cierto momento descrito como rebotando encima de la sociedad.  Los oficiales todavía ocupaban las oficinas e edificios de gobierno.  El régimen todavía podía agredir a la sociedad, con castigos, arrestos, encarcelamientos, incautamiento de imprentas, y otros.  La dictadura, sin embargo, no podía controlar a la sociedad.  Desde ese punto, fue sólo una cuestión de tiempo hasta que la sociedad pudo derrocar al régimen completamente.

 

Aún cuando la dictadura aún ocupa las posiciones de gobierno, es a veces posible organizar un “gobierno paralelo” democrático. 

Este organismo progresivamente opera como un gobierno rival al cual el pueblo y las instituciones de la sociedad le dan su lealtad, cumplimiento y cooperación.  Consecuentemente, la dictadura, de una manera que va en aumento, va a ser privada de estas características de gobierno. Eventualmente, el gobierno democrático paralelo puede reemplazar completamente al régimen dictatorial como parte de la transición a un sistema democrático.  A su debido tiempo una constitución deberá ser adoptada y se deben celebrar elecciones como parte de la transición.

 

Desintegrando la dictadura

 

Mientras que la transformación institucional de la sociedad se está llevando a cabo, el movimiento de desafío y nocooperación puede aumentar.  Los estrategas de las fuerzas democráticas deben considerar temprano que va a llegar el momento en que las fuerzas democráticas se podrán mover más allá de una resistencia selectiva y lanzar un desafío masivo.  En la mayoría de los casos, se requerirá tiempo para crear, construir o ampliar las capacidades de la resistencia y el desarrollo del desafío masivo puede ocurrir sólo después de varios años.  Durante este período interino se deben lanzar campañas de resistencia selectiva con objetivos políticos de cada vez mayor importancia.  Mayores sectores de la población en todos los niveles de la sociedad deben participar.  Si existe un determinado y disciplinado desafío político durante este aumento de actividades, es probable que los puntos débiles internos de la dictadura se hagan cada vez más obvios.

 

La combinación de un fuerte desafío político y la creación de instituciones independientes probablemente producirán a su tiempo una amplia y favorable atención internacional hacia las fuerzas democráticas.  También puede producir condenas diplomáticas, boicots y embargos a nivel internacional para apoyar a las fuerzas democráticas (como sucedió en Polonia). 

 

Los estrategas deben estar conscientes que en algunas situaciones el colapso de la dictadura puede ocurrir muy rápidamente, como en Alemania Oriental en 1989.  Esto puede suceder cuando las fuentes del poder han sido masivamente cortadas como resultado de la repulsión de todo el pueblo contra la dictadura.  Sin embargo, este patrón no es usual y es mejor planear para una lucha a largo plazo (pero estar preparado para una corta).

 

Durante el curso de la lucha de liberación, las victorias, aún en asuntos limitados, deben ser celebradas.  Aquéllos que han ganado la victoria deben ser reconocidos.  LA celebraciones también ayudarán a mantener la moral requerida para otras etapas de la lucha.

 

Manejando el éxito responsablemente 

 

Los planeadores de la gran estrategia deben calcular de antemano las posibles y preferibles maneras de concluir una lucha para prevenir que surja una nueva dictadura y asegurar el establecimiento gradual de un sistema democrático duradero.

 

Los demócratas deben calcular cómo la transición de la dictadura al gobierno interino va a ser manejada al final de la lucha.  Es deseable a este punto establecer rápidamente un nuevo gobierno funcional. 

Sin embargo, no debe ser simplemente el antiguo con nuevo personal.  Es necesario calcular qué sectores de la estructura del antiguo gobierno (como la policía militar) deben ser completamente abolidos por su carácter inherentemente antidemocrático y qué sectores deben ser retenidos para ser luego democratizados.  Un completo vacío en el gobierno abriría el campo al caos o a una nueva dictadura.

 

Se debe determinar por adelantado cuál será la política hacia los altos oficiales de la dictadura cuando su poder se desintegre.  ¿Por ejemplo, se debe enjuiciar a los dictadores en la corte?  ¿Se les debe permitir abandonar el país permanentemente?  ¿Qué otras opciones hay que son consistentes con la política de desafío, la necesidad de reconstruir al país, y la edificación de la democracia después de la victoria?  Tiene que ser evitado un baño de sangre que podría tener drásticas consecuencias sobre la posibilidad de un futuro sistema democrático.

 

Planes específicos para la transición hacia la democracia deben estar listos para su aplicación cuando la dictadura se debilite o se derrumbe.  Estos planes ayudarán a prevenir que otro grupo tome el poder a través de un golpe de estado.  También se van a requerir planes para la institución de un gobierno democrático constitucional con plenas libertades políticas y personales.  Los cambios ganados a un alto costo no se pueden perder por falta de planeación.

 

Al ser confrontado con una población cada vez más poderosa y con el crecimiento de grupos e instituciones democráticas independientes, ambos de los cuales la dictadura no puede controlar, el dictador se encontrará que su empresa completa se está desbaratando.  Paros de la sociedad, huelgas generales, grandes grupos de personas que se quedan en la casa, marchas desafiantes, u otras actividades van a socavar cada vez más las organizaciones e instituciones del dictador.  Como consecuencia de este desafío y nocooperación, ejecutados inteligentemente y con participación masiva sobre un período de tiempo, el dictador perderá el poder y los defensores de la democracia van a triunfar sin hacer uso de la violencia.  La dictadura se desintegrará ante el pueblo desafiante.

 

No todos los esfuerzos van a tener éxito, sobre todo no fácilmente, y rara vez rápidamente.  Debe ser recordado que tantas guerras militares son perdidas como son ganadas.  Sin embargo, el desafío político ofrece una posibilidad real para la victoria.  Como dijimos anteriormente, esa posibilidad puede ser considerablemente aumentada mediante el desarrollo de una inteligente gran estrategia, cuidadosa planeación estratégica, trabajo duro, y una lucha disciplinada y valiente.

  

Décimo

 

Los cimientos para una democracia duradera

 

La desintegración de la dictadura es, desde luego, causa para una gran celebración.  El pueblo que ha sufrido y luchado a un alto costo se merece un tiempo de regocijo, relajamiento y reconocimiento.  Deben sentirse orgullosos de si mismo y de todos los que han luchado con ellos para ganar la libertad política.  No todos habrán vivido para ver este día.  Los vivos y los muertos serán recordados como héroes que ayudaron a formar la historia de libertad en su país.

 

Desafortunadamente, éste no es el tiempo para bajar la guardia.  Aún en el caso de una exitosa desintegración de la dictadura mediante el desafío político, se tienen que tomar precauciones cuidadosas para evitar el surgimiento de un nuevo régimen opresivo que surja de la confusión que siga el colapso del antiguo.  Los líderes de las fuerzas por la democracia deben haber preparado con anterioridad una ordenada transición a la democracia.  Las estructuras dictatoriales tendrán que ser desmanteladas.  Las bases constitucionales y legales y los patrones de comportamiento para una democracia duradera tendrán que ser edificados.

 

Nadie debe creer que con la caída de la dictadura una sociedad ideal aparecerá inmediatamente.  La desintegración de la dictadura simplemente proveerá el punto de inicio, bajo condiciones de mayor libertad, para esfuerzos a largo plazo para mejorar la sociedad y satisfacer las necesidades humanas más adecuadamente.  Serios problemas de carácter político, económico y social continuarán por años, requiriendo la cooperación de muchas personas y grupos que busquen su resolución.  El nuevo sistema político debe proveer la oportunidad para que personas con distintos puntos de vista y con sus medidas favoritas puedan continuar una labor constructiva y desarrollar políticas para enfocar problemas en el futuro. 

 

Peligro de una nueva dictadura

 

Aristóteles nos advirtió hace mucho tiempo que “...la tiranía puede convertirse en otra tiranía...(14).  Hay amplia evidencia histórica de Francia (los jacobinos y Napoleón), Rusia (los bolcheviques), Irán (el Ayatollah), Birmania (SLORC), y otros donde el colapso de un régimen opresivo será visto por algunas personas y grupos como meramente la oportunidad para entrar ellos como los nuevos amos.  Sus motivos pueden variar, pero los resultados son a menudo aproximadamente iguales.  La nueva dictadura puede aún ser más cruel y completa en su control que la última.

 

Aún antes del colapso de la dictadura, los miembros del viejo régimen pueden tratar de terminar antes de tiempo la lucha de desafío por la democracia y dar un golpe de estado diseñado a usurpar la victoria de la resistencia popular.  Pueden proclamar que su propósito es derrocar la dictadura, y en realidad sólo imponer un modelo renovado de la antigua.

 

Bloqueando golpes de estado

 

Hay muchas maneras de derrocar los golpes de estado contra sociedades recién liberadas.  El conocimiento de antemano de la capacidad para la defensa puede a veces ser suficiente para impedir cualquier intento.  El estar preparados puede resultar en su prevención.

 

Inmediatamente después que un intento de golpe de estado comience, los golpistas requerirán legitimidad, es decir, la aceptación de su derecho moral y político a gobernar.  El primer principio básico de una defensa contra un golpe de estado es, por lo tanto, negarle la legitimidad a los golpistas.

 

Los golpistas también requieren que los líderes civiles y la población los apoyen, o que se encuentren confusos, o solamente pasivos.  Los golpistas requieren la cooperación de especialistas y consejeros, burócratas y empleados de gobierno, administradores y jueces para consolidar su control de la sociedad.  Los golpistas también requieren que la multitud de personas que operan el sistema político, las instituciones de la sociedad, la economía, la policía y las fuerzas militares se sometan pasivamente y continúen llevando a cabo sus funciones usuales, modificadas por las órdenes y políticas de los golpistas.

 

El segundo principio básico de la defensa contra un golpe es resistir a los golpistas con nocooperación y desafío.  La requerida cooperación y asistencia les tiene que ser negada.  Esencialmente los mismos medios de lucha que se usaron contra la dictadura pueden usarse contra la nueva amenaza, pero aplicados inmediatamente.  Si la legitimidad y la cooperación les son negadas, el golpe puede morir de inanición política y la oportunidad para edificar una sociedad democrática puede ser restaurada.

 

Redactando una constitución

 

El nuevo sistema democrático requerirá una constitución que establezca la deseada estructura del gobierno democrático.  La constitución debe fijar los propósitos del gobierno, límites sobre los poderes gubernamentales, la forma y el momento para elecciones mediante las cuales oficiales del gobierno y legisladores serán elegidos, los derechos inherentes del pueblo, y la relación del gobierno nacional a los otros niveles de gobierno más bajos.

 

Dentro del gobierno central, si es que va a permanecer democrático, un clara división de la autoridad se debe establecer entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.  Fuertes restricciones sobre las actividades de la policía, los servicios de inteligencia, y las fuerzas militares deben ser incluidas para prohibir cualquier interferencia política.

 

Para preservar el sistema democrático e impedir tendencias y medidas dictatoriales, la constitución debe preferiblemente establecer un sistema federal con prerrogativas significantes para los niveles de gobierno regional, estatal y local.  En algunas situaciones, se debe considerar el sistema suizo de cantones, donde áreas relativamente pequeñas retienen grandes prerrogativas, mientras que permanecen como parte del país.

 

Si una constitución con muchas de estas características ya había existido antes en el país recientemente liberado, puede resultar inteligente simplemente restablecerla y enmendarla según se estime necesario y deseable.  Si no existe una constitución adecuada antigua, puede ser necesario funcionar con una constitución interina.  De otra manera, una nueva constitución tiene que ser redactada.  Preparar una nueva constitución va a tomar tiempo y consideración considerable.

 

En este proceso la participación popular es deseable y requerida para la ratificación de un nuevo texto o enmiendas.  Hay que tener mucha cautela para no incluir en la constitución promesas que más tarde pueden resultar imposibles de implementar o provisiones que requerirían un gobierno altamente centralizado, ya que ambas situaciones pueden facilitar una nueva dictadura.

 

El lenguaje de la constitución debe ser fácilmente entendido por la mayoría de la población.  Una constitución no debe ser tan compleja o ambigua que sólo los abogados u otros grupos selectos pueden decir que la entienden.

 

Una política de defensa democrática

 

El país liberado también puede afrontar amenazas del extranjero para las cuales necesitaría una capacidad para su defensa.  El país también puede ser amenazado por intentos foráneos de establecer una dominación económica, política o militar.

 

En el interés de mantener una democracia interna, se le debe dar seria consideración a aplicar los principios del desafío político a las necesidades para la defensa nacional. (15)  Al colocar la capacidad para la resistencia en las manos de la ciudadanía, países recién liberados pueden evitar la necesidad de establecer una capacidad militar fuerte que de por sí pudiera amenazar la democracia o requerir vastos recursos económicos que son muy necesitados para otros propósitos.

 

Tiene que recordarse que algunos grupos van a ignorar cualquier provisión constitucional en sus esfuerzos para establecerse como los nuevos dictadores.  Por lo tanto, tiene que existir un papel permanente para la población para aplicar el desafío político y la nocooperación contra los que pretenden convertirse en dictadores y para preservar las estructuras, derechos y procedimientos democráticos.

 

Una responsabilidad meritoria

 

El efecto de la lucha noviolenta no solamente debilita y remueve dictadores pero también le da poder al oprimido.  Esta técnica le permite al pueblo que anteriormente sólo se sentía como un peón o una víctima a ejercer el poder directamente para ganar por sus propios esfuerzos mayor libertad y justicia.  Esta experiencia de lucha tiene importantes consecuencias psicológicas y contribuye a un mayor respeto y confianza en sí mismos en los que antes se sentían sin poder.

 

Un importante beneficio a largo plazo, que es consecuencia del uso de la lucha noviolenta para establecer un gobierno democrático, es que la sociedad estará más capacitada para enfrentarse a problemas que continúan y a otros en el futuro.  Estos pueden incluir el futuro abuso y corrupción del gobierno, el maltrato a cualquier grupo, las injusticias económicas, y las limitaciones en las cualidades democráticas del sistema político.  Un pueblo experimentado en el uso del desafío político es probablemente menos vulnerable a futuras dictaduras.

 

Después de la liberación, la familiaridad con la lucha noviolenta puede proveer maneras de defender la democracia, las libertades civiles, los derechos de las minorías y las prerrogativas de gobiernos regionales, estatales y locales y de las instituciones no gubernamentales.  Estos instrumentos también proveen maneras por las cuales las personas y los grupos pueden expresar pacíficamente su extremo desacuerdo sobre asuntos que se consideran tan importantes que algunos grupos de oposición algunas veces han recurrido al terrorismo o la guerra de guerrilla.

 

Los pensamientos en este examen de desafío político o lucha noviolenta están dirigidos a ayudar a personas y a grupos que buscan levantar la opresión dictatorial de su pueblo y establecer un sistema democrático duradero con respeto a las libertades humanas y a la acción popular para mejorar la sociedad.

 

Existen tres conclusiones principales de las ideas que aquí se han discutido:

 

La frecuentemente mencionada frase “La libertad no es gratis” es cierta.  No hay una fuerza exterior que va a venir a dar al pueblo la libertad que tanto ansía.  El pueblo tendrá que aprender cómo tomar esa libertad por sí mismo.  No puede ser fácil.

 

Si las personas entienden lo que es necesario para su propia liberación, entonces pueden trazar las rutas de acción que, mediante mucho trabajo, pueden eventualmente traerles su libertad.  Entonces, con diligencia, ellos pueden construir un nuevo orden democrático y prepararse para su defensa.  La libertad ganada por una lucha de este tipo puede ser duradera;  puede ser mantenida por un pueblo tenaz, dedicado a su preservación y a su enriquecimiento.

 

ÍNDICE                      ANTERIOR                              SIGUIENTE