Caracas, 31 de julio de 2003

GLADIADOR HASTA EL FIN

 

La muerte de Alejandro Armas ha conmocionado a todos. Aunque se sabía de su precario estado de salud, el coraje con que asumió su responsabilidad de líder en este tiempo de perversidad y retroceso era un homenaje a la vida, a la perseverancia. Imposible imaginar que un hombre que tanto luchó por ella, no estuviera presente en la hora de la victoria. El estupor de los venezolanos viene de la esperanza de que Alejandro vencería el mal que lo aquejaba, sin minar la fuerza y majestad que circundaban como un halo sus palabras, sus actos.

 

Los integrantes de la Mesa de Negociación y Acuerdos, compañeros de Alejandro a quien tuvimos como un hermano, apreciamos su contribución al desarrollo de las complejas negociaciones que culminaron con el histórico documento del 29 de mayo de 2003. Ese documento, muchas veces violado por la parte oficial, ha servido hasta ahora para que el país no caiga en los riscos de la violencia y la sangre, esté en la antesala del revocatorio presidencial, y no haya fenecido aún la esperanza de una salida pacífica y electoral a la pavorosa crisis que doblega a la nación.

 

Con esta declaración, dejamos testimonio de admiración y dolor por la desaparición física de un gallardo luchador de todos los días, y de solidaridad con su abnegada esposa, su valiente compañera, siempre a su lado, sin desconocer la naturaleza del sacrificio de su amado esposo. Puesto que nuestro gran compañero sabía la índole de su apuesta y el trágico desenlace que le esperaba, hemos de considerarlo un héroe moderno, que supo morir con las botas puestas por la causa de todos, la mejor, aquella que justifica el más extremo de los sacrificios.

 

Es voluntad de los ciudadanos, a quienes alentó, y de los partidos y grupos democráticos; es voluntad de los seis compañeros suyos que batallamos en la trinchera de la Mesa de Negociación y Acuerdos, que como el Cid, Alejandro siga ganando batallas después de muerto. No podremos tenerlo a nuestro lado pero contamos con el secreto legado que nos deja, el de su ejemplo, el de su inteligencia y rectitud personal. Alejandro es ahora un emblema, un estímulo a redoblar la lucha ciudadana a escasos día de la confrontación con un régimen que en la forma más desvergonzada evidencia su siniestro designo de perpetuarse a cualquier costo. La maciza agresión de los agentes del régimen, signada por la mentira, la violencia y la más repugnante corrupción, no perturbará la firme decisión de vencer en la consulta refrendaria del 15 de agosto, y ni un día más. Es la derrota, con el civilizado instrumento del voto, de un régimen de vocación totalitaria y caudillista como las montoneras que, hipnotizadas y sin principios, iban en el siglo XIX tras el caporal que las conducía cual una manada. Luchamos por el derecho de votar, de revocar y de defender el voto frente a la tentación del fraude oficialista, que los venezolanos y el mundo rechazaríamos sin contemplaciones.

 

La causa por la que luchó Alejandro; la causa por la que luchamos, no es una normal confrontación entre partidos, o por despedir a un mal presidente. Es la nación la que ha sido maltratada por un caudillo obsesionado por el poder absoluto.

 

Esa nación, que debe unirse y reunificarse por sobre sus naturales diferencias, derrotará al régimen que la ha empobrecido, dividido por la marca del odio, hambreado, arruinado y destruido sus instituciones.

 

Para conducirla a la victoria se perdió la vida de uno de  los más esclarecidos venezolanos de ese tiempo. Honremos su memoria ofrendándole una gran victoria a Venezuela y el mundo el 15 de agoto. Viva eternamente la memoria de Alejandro Armas.

 

Timoteo Zambrano                          Eduardo Lapi                       Rafael Alfonso

 

Américo Martín                                                                       Manuel Cova

                                                  Juan Raffali

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