CARÁCTER Y TAREAS DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA BOLIVARIANA

 

Guillermo García Ponce

 

Caracas, 2001

 

Presentación

 

            Son escasos los textos elaborados en el seno del actual proceso revolucionario venezolano dedicados a los temas ideológicos. Sumergido en la confrontación política práctica, especialmente en el campo electoral, a fin de desalojar de la posiciones de poder a las camarillas del Pacto de Punto Fijo, no se ha dado tiempo al pensamiento teórico para sistematizar el conjunto de ideas y razonamientos que ilumina, guía y explica el proceder de los revolucionarios en este agitado tiempo de Venezuela. Error imperdonable porque la práctica sin teoría es ciega y conduce, tarde o temprano, a graves errores y desviaciones.

 

            Ubicar el carácter del actual proceso político venezolano y sus objetivos, diferenciarlo de otros ocurridos en el pasado o en latitudes distintas a la nuestra, no es ocioso ni una inútil abstracción. Sólo establecido con claridad las características específicas de la revolución venezolana en esta etapa estaremos en capacidad de precisar cuáles son sus fuerzas motrices, sus enemigos principales y la estrategia a seguir en el curso de la lucha.

 

            Cualquiera podría decir que es suficiente solo unas cuantas consignas para orientar la acción y desarrollar las tareas de cada quien. Sin embargo, la experiencia demuestra que un proceso revolucionario para ir a fondo y no vivir a destajo despojado de perspectiva histórica, debe obligatoriamente justificarse en el campo de la ideología. Armarse de una teoría y asumir su pensamiento. Ciertamente, porque lo contrario sería dejar que otras ideologías, otras teorías y otros pensamientos llenen abundantemente el escenario y dominen nuestra voluntad y la ajena.

 

            Estamos obligados a trabajar en el campo ideológico y a elaborar políticas con perspectiva histórica; estamos obligados a rehusar el inmediatismo pragmático y la práctica ciega, porque necesitamos cuadros solventes, militantes pensantes, hombres y mujeres conscientes, si queremos prolongar en el tiempo, más allá de lo circunstancial y la coyuntura, el esfuerzo por transformar a Venezuela de una semicolonia productora de materia prima, de un país dependiente y atrasado con más del 80 por ciento de su población en estado de pobreza, en una Nación próspera, libre, avanzada e independiente.

 

            La formación de líderes y militantes pertrechados de una teoría de vanguardia, la creación de una política y social en correspondencia con el carácter y fines del proceso revolucionario, es una prioridad que debe ser sostenida a despecho de la urgencia de grandes o pequeñas tareas práctica. Siempre debe haber espacio y tiempo para alimentar al movimiento revolucionario, a sus hombres y mujeres, de los nutrientes ideológicos que son, los que en definitiva, les dan fuerza para combatir hasta el final y sin desmayo.

 

            Todos los días, incesantes y sin escrúpulos, a mano todos los recursos habidos y por haber, los adversarios libran contra el proceso revolucionario una lucha ideológica a muerte y sin cuartel. Sus laboratorios de propaganda ideológica  no descansan para confundir, desorientar, calumniar, tergiversar. Su propósito está claro: quebrar la voluntad popular, que los revolucionarios pierdan la confianza en el proceso, que no logren percibir dónde está el enemigo y dónde están los aliados, que se aventuren por atajos confusos y distintos. A su favor cuentan con las armas más poderosas en el mundo de hoy: la informática, los recursos de la tecnología mediática, la TV, prensa y radio.

 

            Para enfrentar el poderoso imperio de las armar enemigas, el movimiento revolucionario sólo tiene sus ideas y su moral. Y sería despojado de ellas, si el trabajo ideológico es abandonado y no sostiene sus fuerzas, fortaleciéndolas día a día, dándole las razones permanentes para luchar, para dar la vida por la causa de la Patria y del pueblo, para no desmayar hasta la victoria final.

           

            Las tesis de Guillermo García Ponce, que hoy publicamos en esta edición, sobre los aspectos ideológicos y políticos de la revolución nacional, democrática y bolivariana, es una contribución a crear, mediante la discusión y el esfuerzo de todos, el modelo ideológico propio de la revolución venezolana en correspondencia con sus particularidades específicas venezolanas. El texto ha sido tomado de los esquemas que han servido al autor para dictar cursos de formación política en diversas instancias organizativas.

 

            La redacción en forma de esquemas o síntesis facilita la publicación al reducir textos y costos. Estamos convencidos que la tesis de García Ponce pueden ser enriquecida y desarrollada en la discusión. Lo más importante es comenzar a dar al trabajo ideológico su categoría que merece en el seno del movimiento revolucionario venezolano. No está demás repetir aquella afirmación de uno de los grandes pensadores universales de la revolución rusa, Vladimir Ilich Lenin. Sin teoría revolucionaria no pueda haber movimiento revolucionario.

 

LOS EDITORES

 

                                                                                                          CARACAS, 2001

 

TESIS POLÍTICA

 

ASPECTOS POLÍTICOS E

IDEOLÓGICOS DE LA REVOLUCIÓN

NACIONAL DEMOCRÁTICA EN LAS

CONDICIONES VENEZOLANAS

 

1.- LA SITUACIÓN INTERNACIONAL

 

            La Revolución Venezolana se desarrolla en medio de una situación internacional contradictoria, compleja y difícil que se caracteriza por el predominio de la tendencia unipolar y hegemónica de Estados Unidos, a partir del derrumbe de la Unión Soviética.

 

            Los organismos internacionales (Naciones Unidas, Consejo de Seguridad, OEA, etc.) son frecuentemente manipulados a favor de la política exterior norteamericana creando tensiones e inestabilidad. La justificación de la intervención política y militar, en violación de la soberanía de los Estados, a nombre de los derechos humanos, la lucha antidrogas, los “valores democráticos” o en cualquier otro pretexto, se ha constituido en una amenaza permanente contra los pueblos y la paz. Las doctrinas del “fin de las ideologías”, de la “seguridad internacional”, de la “supremacía de los derechos humanos”, del “neoliberalismo económico”, del “anacronismo de las fronteras y del patriotismo”, se utilizan para mantener la mentalidad de la “guerra fría” y justificar ideológicamente alianzas belicistas agresivas y la supremacía económica, política y militar unipolar.

 

            Las grandes empresas transnacionales, cuyas fusiones las convierte en poderosos instrumentos de dominio internacional, usan la globalización de la economía mundial para aumentar sus ganancias y explotar al máximo los países de la periferia. La globalización ha hecho más vulnerables las economías nacionales, más periódicas y recurrentes sus crisis y aumentado el desempleo y la pobreza. La brecha entre los Estados ricos y pobres y las injusticias en las relaciones económicas internacionales se han intensificado.

 

            En América Latina, con excepción de Cuba que continúa su camino a pesar de las agresiones y el bloqueo, los gobiernos son en mayor o menos grado dependientes de la política norteamericana. En los últimos meses, en el área andina, en Perú, Ecuador y Bolivia, se ha agudizado la inestabilidad política y social. En Colombia, la intervención norteamericana, provoca una intensificación de la guerra civil con impredecibles consecuencias para el curso de la Revolución Venezolana. Es evidente, como lo revela el llamado “Plan Colombia”, que Estados Unidos está dispuesto a emplear toda clase de recursos para mantener su influencia en el área andina, hasta ahora la de mayor efervescencia en el Continente, y mantener el viejo “Statu quo” de la subordinación y dependencia.

 

            Este cuadro, objetivamente adverso, difícil y complejo, constituye en este momento el marco internacional de la Revolución Venezolano y su consideración debe ser obligatoria para todo análisis de sus características y la definición de sus ritmos, programas y tareas actuales.

 

2.- CARÁCTER DE LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA

 

            En esta etapa, la Revolución Venezolana tiene un carácter nacional, democrático y patriótico. Este carácter define su estrategia general, su programa y tareas, además de sus fuerzas motrices principales y sus enemigos.

           

            Es una revolución nacional por sus raíces históricas, por la naturaleza, peculiar de sus componentes por su originalidad venezolana, por tener una dirección nacional propia no sujeta a ningún centro de poder internacional, porque sus objetivos corresponden a los intereses nacionales y porque se propone liberar al país de toda dependencia extranjera e imprimir a su desarrollo un carácter independiente. La revolución venezolana no imita ni es semejante a ningún modelo foráneo porque se desarrolla en las condiciones peculiares y la idiosincrasia de nuestro país.

 

            Es una revolución democrática porque se propone establecer una democracia participativa en la que el pueblo juega un papel protagónico y ejerce efectivamente la soberanía, directamente y a través de elecciones, referendums, mandatos revocatorios e instituciones populares, democráticas, transparentes y eficientes.

 

            Es una revolución patriótica porque defiende la integridad territorial, el patrimonio histórico, cultural, económico, humano y ambiental de los venezolanos; sus recursos naturales y valores éticos; porque se guía por el pensamiento y el ejemplo del Libertador Simón Bolívar.

 

3.- LOS OBJETIVOS Y EL PROGRAMA DE LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA

 

            Los objetivos fundamentales de la revolución venezolana en esta etapa pueden resumirse de la siguiente manera:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los objetivos patrióticos, nacional-democráticos se alcanzarán en esta etapa mediante una dirección justa, la organización del pueblo, la unidad de los patriotas y la alianza cívico-militar, atrayendo a nuestro lado a todos los venezolanos progresistas, ganando o neutralizando a los sectores del centro, aislando a las camarillas derechistas y descargando el golpe principal de la lucha sobre la dirección contrarrevolucionaria.

 

En esta etapa, en lo fundamental, el programa de la revolución nacional democrática está contenido en la Constitución Bolivariana, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente en 1999. Sus principios y normas, que recogen aspiraciones seculares del pueblo, deben servir de plataforma activa de nuestras luchas. Es un deber y una obligación de todos los revolucionarios asumir su defensa y aplicación.

 

4.- LA REVOLUCIÓN CULTURAL A LO VENEZOLANO

 

            En nuestro tiempo, el impulso principal para desarrollar las fuerzas productivas es el dominio del conocimiento.

 

            Ningún país puede avanzar en el camino del progreso y la modernidad, liberarse del atraso y la dependencia, si no asume la educación, ciencias y la tecnología más avanzadas como urgentes prioridades. En el mundo actual, los países que han logrado altos niveles en sus economías, en las condiciones de vida de su población, en su progreso en general, lo han hecho porque, a su tiempo, hicieron un camino profundo en su cultura, lograron el dominio de las innovaciones más avanzadas en todas las ramas de las ciencias y la tecnología, en la agricultura, la industria, la informática, es decir, llevaron a cabo su “Revolución Cultural”: liquidaron el analfabetismo; desarrollaron al máximo la formación de sus cuadros; se propusieron niveles de excelencia en la educación; dedicaron cuantiosos recursos a la educación, a las ciencias y tecnología; impulsaron el dominio del conocimiento.

 

            Hoy en día, la brecha que divide a las naciones, lo que separa a los países pobres y los ricos, es el dominio del conocimiento. El atraso y la pobreza, el subdesarrollo y la dependencia, no pueden superarse sin elevar la educación, sin el dominio de las ciencias y la tecnología. Para crear una economía productiva, la primera receta es: educación y más educación, ciencias y más ciencias, tecnología y más tecnología. El futuro pertenece a quienes dominen los conocimientos y la innovación en las ciencias y la tecnología.

 

            Venezuela necesita llevar a cabo su propia Revolución Cultural, en el marco de sus peculiaridades nacionales. Por encima de todos, este es nuestro gran desafío que debe involucrar a todo el país, a todas sus fuerzas nacionales. El primer paso es la liquidación total del analfabetismo; el segundo es la conversión de todas las escuelas públicas en “Escuelas Bolivarianas”. Otros pasos deben seguir a éstos: la inserción intensiva de las ciencias y la tecnología en todos los niveles educativos (necesitamos disponer de docenas de miles de técnicos, científicos, investigadores, innovadores); reeducar a los maestros para crear una nueva mentalidad, formada en los objetivos de la revolución democrática; relanzar la educación superior y técnica; reformar las universidades e institutos de educación superior en función de las exigencias de transformación del país; crear una conciencia social nueva patriótica, culta e innovadora.

 

            Una “Revolución Cultural” a lo venezolano debe abrir las puertas a nuestro país para ingresar a los profundos cambios que deparará el siglo XXI al mundo. No hay otra vía sino un cambio cultural a través del relanzamiento de la educación venezolana con el objetivo de formar generaciones de innovadores en las ciencias, en la tecnología, en la agricultura, en la industria, en la informática. Es el dominio del conocimiento más avanzado y su aplicación al desarrollo de las fuerzas productivas lo verdaderamente revolucionario en nuestro tiempo.

           

            No hay tiempo que perder. Mientras más tarde entendamos que no es posible el desarrollo, la liquidación del atraso y de la pobreza, con el actual sistema educativo, con los mismos maestros, las mismas universidades, el mismo presupuesto e inversiones, la misma mentalidad del pasado, no habrá verdadero proceso revolucionario y será peor para Venezuela.

 

5. LAS FUERZAS PRINCIPALES DE LA REVOLUCIÓN.

 

            La Revolución Venezolana se desarrolla sustentada en los intereses y demandas de las clases y capas sociales que ocupan un papel progresista y avanzado en la sociedad venezolana.

 

            Las fuerzas motrices principales del proceso revolucionario son: los trabajadores y trabajadoras urbanos y rurales, las capas medias, los soldados y oficiales de la Fuerza Armada, los intelectuales progresistas y revolucionarios, la juventud y los patriotas de cualquier origen.

 

            Sectores e individualidades de la burguesía nacional, entendida ésta como los empresarios dueños de medios de producción de capital venezolano, pueden incorporarse a las fuerzas motrices revolucionarias o ser neutralizadas porque la Revolución Venezolana no se propone medidas anticapitalista. Por el contrario, el modelo económico de la V República comprende estimular la inversión privada y ofrecer seguridad jurídica a sus actividades productivas.

 

            Debido a la envergadura de los objetivos y tareas de la Revolución Venezolana, así como al poder de sus enemigos internos y externos, es obligatorio prestar especial atención al fortalecimiento de las fuerzas principales de la revolución, a su unidad, a su organización y a elevar su conciencia política.

 

6. LA ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS DEL PUEBLO

 

            El desenlace final victorioso de la Revolución o su derrota dependerá de la organización, unidad, dirección y conciencia de las fuerzas revolucionaria. La más extensa y disciplinada organización, la más amplia unidad, la más acertada dirección y la más elevada conciencia política son la base de le estrategia revolucionaria.

 

            La organización comprende desde las formas más elementales y locales (Asociaciones de vecinos, comunidades, sindicatos, etc.) hasta las formas superiores políticas: los Círculos Bolivarianos y el Movimiento Revolucionario Bolivariano 200 (MBR 200).

 

            Las debilidades actuales (de las más graves), del proceso revolucionario venezolano son las carencias en la organización del pueblo. No sólo son frágiles las organizaciones en la base popular (vecinos, comunidades, sindicatos) sino que los enemigos conservan una extensa influencia en el movimiento sindical.

 

            La falta de organización debilita profundamente a las fuerzas revolucionarias. Les impide una participación más activa en función de acentuar y acelerar la transformación de la sociedad venezolana. Al mismo tiempo, la desorganización implica un grave riesgo si el poder revolucionario corriera peligro. Las masa en estado de desorganización son presas fáciles de la confusión y de la información manipuladas por los medios de comunicación en manos del enemigo.

 

            Una de nuestras tareas principales consiste en elevar a la más urgente prioridad el trabajo de organización del pueblo, de los trabajadores, vecinos, comunidades, jóvenes, mujeres: formar sólidas organizaciones que agrupen a la población en cada barrio, empresa o comunidad con el objeto de participar activamente en el proceso revolucionario.

 

7. LA UNIDAD EN LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA.

 

            La unidad de la Revolución Venezolana se expresa en la alianza entre las clases y capas sociales progresistas, patrióticas y avanzadas. Significa la creación de un bloque único de los trabajadores y trabajadoras urbanos y rurales, las capas medias, los intelectuales, la juventud, los soldados y oficiales de la Fuerza Armada Venezolana.

 

            La unidad es un requisito indispensable para el desarrollo y la victoria de la Revolución Democrática. Sin unidad, minadas por la fragmentación y dispersión, las fuerzas revolucionarias no tienen ninguna capacidad para vencer a sus enemigos ni llevar adelante la conquista de sus objetivos.

 

            En esta etapa, la unidad tiene dos manifestaciones principales: la unidad popular y la unidad cívico-militar.

 

            La unidad popular tuvo una expresión en 1998-99 cuando se creó el Polo Patriótico y aunque careció de un programa estratégico y de consistencia política, jugó un importante papel para ganar las elecciones. Sin embargo, la unidad popular no se ha extendido más allá de acuerdos circunstanciales, e incluso éstos han estado signados por el sectarismo de algunos dirigentes dominados por tendencias excluyentes.

 

            La unidad popular debe tener expresiones más amplia y sólidas en los frentes sindicales, campesinos, juvenil, femenino, etc., creándose centrales y estructuras nacionales que unan a los trabajadores, a la juventud, a las mujeres, a los técnicos y profesionales, a los vecinos, a los intelectuales. Debemos admitir como una de las fallas más serias del proceso revolucionario que se carece de amplias y poderosas organizaciones nacionales de masas. Es justo preguntarse entonces ¿Cómo podrá la revolución venezolana subsistir y cumplir su programa sin la existencia de poderosas organizaciones de masas?

 

8. LA UNIDAD CÍVICO-MILITAR

 

            La unidad cívico-militar es un componente decisivo en la estrategia de la revolución venezolana porque sin la participación de la Fuerza Armada no podrá llevarse a cabo el proceso revolucionario hasta sus últimas consecuencias.

 

            La unidad cívico-militar se expresa en la integración del gobierno, en la participación de los militares en los programas sociales y, en cierta manera, es personificada por el Presidente Hugo Chávez.

 

            Es preciso defender la unidad cívico-militar de las críticas malsana que no entienden la importancia de la participación de la Fuerza Armada en el proceso revolucionario. La vieja política está interesada en crear una contradicción civil-militar con el objeto de debilitar a las fuerzas del cambio.

 

            El papel de la Fuerza Armada en la vida nacional debe ser abordado sin prejuicios y en función de los intereses vitales de nuestro país. Son verdades probadas por la experiencia: 1) que sin la participación de la Fuerza Armada no puede triunfar la revolución y 2) que permanentemente se libra una lucha política entre la revolución y la contrarrevolución por ganarse a la Fuerza Armada.

 

            La posibilidad del desarrollo y consolidación definitiva de la Revolución Nacional Democrática dependerá de la lealtad de la Fuerza Armada, de sí se mantiene a su lado y si la unidad cívico-militar puede mantener y fortalecerse. Debido a particularidades en la historia y composición social de las fuerzas armadas venezolanas y a su tradición revolucionaria (1928, 1958, década de los 60, 4 de febrero y 17 de noviembre de 1992) es posible mantener la alianza entre el pueblo y la Fuerza Armada para avanzar en el camino de la democracia participativa, la defensa de la soberanía nacional y el progreso independiente de nuestra Patria.

 

9.- ¿QUIÉN DIRIGE LA REVOLUCION VENEZOLANA?

 

            La dirección de la Revolución Venezolana ha pasado por diferentes fases.

 

            A partir de 1936, a la muerte de Juan Vicente Gómez y la apertura de las luchas políticas abiertas, la dirección del movimiento popular fue ejercida por los lideres de la pequeña burguesía liberal democrática. Debido al prestigio de los dirigentes estudiantiles, ganado por la rebeldía universitaria contra la tiranía gomecista, en 1928 (Semana del Estudiante, prisión en La Rotunda y el Castillo Libertador, alzamiento militar-estudiantil), las masas populares se guiaron por los lideres mas destacados de la época. En 1958, a la caída de Pérez Jiménez, se consolidó el poder de la pequeña burguesía liberal democrática, cuyos dirigentes ya habían abandonado el campo revolucionario para aliarse con los intereses extranjeros. (1)

 

            Después de 1958, cuando los lideres de derecha de Acción Democrática se entregan a los intereses extranjeros, surgió una nueva dirección de la Revolución Venezolana. El PC, la Juventud Comunista y el MIR, unidos a los sectores revolucionarios de las Fuerzas Armadas, asumen la dirección del movimiento popular contra los gobiernos del Pacto de Punto Fijo (Betancourt-Leoni), llevaron a cabo la lucha armada entre 1960 y 1967 (Alzamiento en Carúpano y Puerto Cabello, guerrillas UTC urbanas) y abrieron una perspectiva revolucionaria. (2)

 

            El fraccionamiento, los errores sectarios y dogmáticos, el trasplante de modelos foráneos, la falta de madurez y experiencia, ocasionaron la derrota en los años 60. A partir de la derrota, la dirección revolucionaria quedó a la deriva. Se inició un largo período de inercia política y predominio de la contrarrevolución y del oportunismo. La izquierda, desgastada por los duros reveses militares y por la perniciosa labor de los fraccionalistas, cayó en divisiones, el burocratismo y las pugnas internas. En tales condiciones dejó de representar una alternativa ante el poder de la derecha, del gran capital y de las mafias sindicales.

 

            En 1986 comenzó un período de formación de una nueva dirección con el despertar de las energías revolucionarias del pueblo. Para los sectores dominantes, el estallido del 27 de febrero de 1989 fue apenas un incidente circunstancial. Fueron incapaces de descubrir las fuerzas emergentes en aquellas multitudes que asaltaban los mercados. No entendieron que, detrás de los incendios y saqueos, las masas populares estaban a punto de abrir el espacio para un nuevo liderazgo de la Revolución Venezolana. (3)

 

            La nueva dirección de la Revolución nació en el seno del ejército venezolano con la rebelión del 4 de febrero de 1992. Aún cuando ésta fue derrotada, sus efectos políticos comenzaron a demoler las viejas estructuras de poder.

 

            El 4 de febrero fue la chispa que convirtió las exigencias de cambio en una tendencia nacional. No es la primera vez que una política justa, nacida de un grupo reducido de adelantados, aparentemente solitarios e ilusos, se transforma en una fuerza capaz de decidir la historia, incluso después de una terrible derrota. Hugo Chávez Frías interpretó las demandas populares en un momento de viraje en la conciencia y voluntad del pueblo venezolano. Convirtió la bandera de la convocatoria a constituyente en una reivindicación nacional, estableció un firme y claro deslinde con la vieja política y lleno el vacío dejado por una izquierda desgarrada por las divisiones y el espíritu formal y burocrático.

 

            A partir de 1996, después de su ruptura con las corrientes abstencionistas, Chávez pasó a ser el centro dirigente del proceso revolucionario, posición acrecentada con las victorias, la candidatura presidencial, la formación del Polo Patriótico y el ejercicio de la Presidencia de la República.

            La concentración del poder en el liderazgo de Chávez, en tanto que Presidente del Polo Patriótico, Presidente de la República y Comandante Supremo de la Fuerza Armada, es una particularidad de la Revolución Venezolana.

 

            Este reconocimiento, sin embargo, no impide señalar la existencia de serias deficiencias en la dirección política principalmente debido a la ausencia de organización del pueblo y de formación ideológica. Existen deficiencia en la selección de los cuadros (una vez trazada una política los cuadros lo deciden todo). Existen deficiencias en el control y seguimiento de las decisiones y en la lucha contra el sabotaje y burocratismo en el seno del Gobierno.

 

10.- LOS PROBLEMAS DE LA DIRECCIÓN POLÍTICA.

 

            Una justa dirección política es el resultado de un proceso de aprendizaje, experiencia, autocrítica y madurez.

 

            Una justa dirección política no surge de la noche a la mañana sino que cristaliza al calor de las luchas, las derrotas y las victorias, los errores y éxitos. Se nutre de la teoría de la revolución venezolana y se enriquece con la práctica revolucionaria.

 

            La dirección política cubre tanto la dirección del Estado como la dirección de las fuerzas revolucionarias y del movimiento popular. Si la dirección política se ocupa exclusivamente de la conducción del Estado y deja a un lado la dirección política de las organizaciones populares, olvida una de las reglas fundamentales de todo proceso revolucionario como es la unidad entre el pueblo y gobierno, la unidad entre la dirección del Estado y las fuerzas revolucionarias.

 

            La dirección política cumple multitud y variadas funciones: elabora la línea política, la táctica y la estrategia a través de procedimientos colectivos, democráticos y participativos; da respuesta a la coyunturas en la vida nacional e internacional; controla la ejecución de las decisiones de las instituciones del Estado y selecciona los cuadros dirigentes.

 

            No es suficiente tener un proyecto político. Podría ocurrir que aún el mejor y más patriótico de los proyectos se hiciera irrealizable por falta de providencias en el orden de la política concreta.

 

            Sin duda que el proyecto político es indispensable. Establece las metas, señala la línea general, condiciona y guía nuestra acción. Sin embargo, no dejará de ser una formulación general si no está acompañado de políticas vinculadas con la práctica cotidiana y el desarrollo de los acontecimientos.

 

            Además del proyecto político se requiere: A) Una acertada dirección política que asegure la conducción general y diaria del movimiento revolucionario; B) Una selección correcta de los cuadros dirigente, sobre quienes, en definitiva, recae todo la responsabilidad de los éxitos o errores; C) La unidad y organización de las fuerzas sociales capaces de llevar a la práctica el proyecto político.

 

11.- EL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA.

 

            En la experiencia internacional de nuestro tiempo, los procesos revoluciones, sus batallas, avances y victorias han estado vinculados a la presencia dirigente de un partido, una vanguardia organizada en cuyo seno se agrupa a los cuadros revolucionarios más abnegados y conscientes, identificados estrechamente con el proyecto revolucionario, su ideología y objetivos.

 

            Debido al modo peculiar en que se desarrolló el proceso revolucionario a partir de 1996,  a su carácter pacífico y electoral, al papel determinante jugado por el liderazgo personal de Chávez, no se repitió en Venezuela la experiencia internacional del rol dirigente de un partido. A esta peculiaridad contribuyó y no en menor medida la debilidad, fraccionamiento y envejecimiento de los partidos de izquierda a quienes debió corresponder el papel histórico dirigente y de vanguardia. La fundación del MVR (gestado a partir de los pequeños grupos del MBR-2000) y la unidad de los partidos en el Polo Patriótico, más que llenar aquel vacío tuvo el propósito elemental de asumir las tareas electorales y cumplir con las exigencia políticas más inmediatas.

 

            Sin embargo, ni el Polo Patriótico ni ninguno de los partidos que apoyan a Chávez han logrado desempeñar el rol histórico del partido de la revolución debido, entre otras causas, alas formas como se formó el nuevo liderazgo revolucionario y a su origen no partidista, El liderazgo de Chávez debe muy poco al partido de la revolución porque éste nunca ha existido en la realidad.

 

            En cuanto se refiere al Polo Patriótico carece de la necesaria unidad política, ideológica y orgánica para ser el partido de la revolución. Y en cuanto a los partidos que lo integran son en su mayoría muy débiles o han envejecido. Por su parte, el MVR, como sus propios dirigentes admiten, no ha logrado todavía salir de su naturaleza inicial de movimiento electoral, aluvial y contradictorio.

 

            La cuestión de la dirección política del proceso revolucionario y sus complejos problemas, está asociada estrechamente a la existencia del partido éste debe formar parte de aquella. La revolución Venezolana requiere un partido diestro en el manejo de la teoría y práctica revolucionarias, capaz de ser la vanguardia y el Estado Mayor de la Revolución, capaz de unir y conducir a los revolucionarios, capaz de impulsar resueltamente la alianza cívico militar, la unidad y la organización del pueblo.

 

12.- HACIA LA UNIDAD ORGÁNICA.

 

            Desarrollar las actuales formas de organización hasta llegar al nivel del partido de la revolución venezolana es una de las tareas fundamentales de este momento.

           

            El partido único o unitario no puede ser obra de un decreto, debe ser la culminación de un proceso de fusión e integración voluntario y consciente de todas las fuerzas políticas que concurren al movimiento revolucionario, La identificación con el proyecto político patriótico bolivariano es una condición indispensable a fin de afirmarse en un piso ideológico coherente. No puede haber dos proyectos políticos sino uno que se enriquece con la práctica y las peculiaridades de la realidad. El reconocimiento del liderazgo de Chávez es otra condición porque no puede existir sino un centro de dirección. Toda revolución, como enseña la experiencia histórica, no admite centros paralelos de dirección.

 

            La fragmentación del movimiento revolucionario en numerosos partidos es un despilfarro de esfuerzos y organización. La más elemental regla exige concentración, economía y racionalidad en el uso de los recursos humanos.

 

            Sería un grave error persistir en mantener pequeñas organizaciones políticas que no tienen ninguna opción de crecimiento a pesar del titánico esfuerzo de sus dirigentes, pero también es un error negar a sus integrantes un lugar en el proceso revolucionario.

           

            La refundación del Movimiento Revolucionario Bolivariano 200 (MBR200) y de su base popular, los Círculos Bolivarianos, debe concebirse sin exclusiones, imposiciones o vetos. Nunca como una federación de grupos y tendencias que se reparten las posiciones dirigentes. Debe ser un proceso transparente donde tienen cabida todos los hombres y mujeres identificados con el proyecto revolucionario; para quienes lo fundamental es servir con desprendimiento y honestidad a las transformaciones nacionales, democráticas y bolivarianas.

 

13.- LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN.

 

            Las Fuentes ideológicas de la revolución venezolana se nutren de las ideas patrióticas y democráticas en el contexto histórico y en las condiciones peculiares de nuestro país, enriquecidas por la práctica revolucionaria de nuestro pueblo y la experiencia internacional.

 

            El pensamiento y el ejemplo del Libertador Simón Bolívar son la fuente ideológica fundamental de los revolucionarios venezolanos:

 

-         Tomamos lo peculiar y concreto de la realidad venezolana como base de nuestra política, ideas y acción. “No olvidemos jamás que la excelencia de un gobierno no consiste en su teoría, en su forma, ni en sus mecanismos, sino en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de la Nación para quien se instituye” (Bolívar, Discurso de Angostura, 1819).

 

-         No copiamos modelos extraños a la idiosincrasia venezolana. “No somos indios ni europeos sino una especie media.” (Bolívar, Carta de Jamaica, 1815).

 

-         Las leyes para ser respetadas deben ser beneficiosas para el pueblo, los gobiernos para ser atacados deben ser justos. “Los venezolanos aman a la Patria, pero no aman sus leyes porque éstas han sido nocivas y eran la fuente del mal; tampoco han podido amar a sus magistrados porque eran inocuos. Si no hay respeto sagrado por la Patria, por las leyes y las autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo, es un conflicto singular de hombre a hombre, de cuerpo a cuerpo” (bolívar, Discurso de Angostura, 1819).

 

-         El sistema de gobierno debe fundamentarse en la democracia popular y participativa, la justicia social, la erradicación de la corrupción y la anarquía, el imperio de los principios humanitarios, la paz, la ley, la igualdad y la libertad. “Concede a Venezuela un gobierno eminentemente popular, eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión y la anarquía. Un gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un gobierno que haga triunfar el imperio de leyes inexorables, la igualdad y la libertad” (Bolívar, Discurso de Angostura, 1819).

 

-         El trabajo productivo y el conocimiento tecnológico y científico son las fuerzas motrices del desarrollo, la independencia y el progreso. “he pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber. Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad se alcanza lo más difícil entre los hombres, hacerlos honrados y felices” (Bolívar, Discurso de Angostura, 1819).

 

-         Una elevada conciencia social, el dominio del conocimiento y la guía de los valores patrióticos y morales, constituyen la base de la revolución y de la República Bolivariana. “La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una república, moral y luces son nuestras primeras necesidades”. (Bolívar, Discurso de Angostura, 1819).

 

-         El programa democrático de la Revolución Venezolana se basa en la soberanía del  pueblo, la igualdad, la libertad y la abolición de toda opresión y privilegios. “Un gobierno republicano ha sido, es y deberá ser el de Venezuela; sus bases deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios” (Bolívar, Discurso de Angostura, 1819).

 

-         Una voluntad nacional unificada, un Estado Nacional único, un pueblo unido y un solo centro de dirección son principios básicos para superara el atraso y la dependencia y conquistar la prosperidad y grandeza. (“Para sacar de este caos nuestra naciente República, todas nuestras facultades morales no serán bastantes sino fundimos la masa del pueblo en un todo, la composición del gobierno es un todo, la legislación en un todo y el espíritu nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, unidad debe ser nuestra divisa” (Bolívar, Discurso de Angostura, 1819).

-         La integración de América Latina en un solo bloque constituye más que una vocación un principio fundamental del comportamiento exterior de la revolución Venezolana. “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América las más grande nación del mundo. Es una idea grandiosa pretender formar del mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, una costumbre y una religión, debería por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados.” (Bolívar, Carta de Jamaica, 1815).

 

El pensamiento de Bolívar, como fuente ideológica, se enriquece con la práctica revolucionaria del pueblo en el transcurso de más de un siglo de luchas por la libertad, la igualdad y la democracia. Contribuye Ezequiel Zamora, el general del Pueblo Soberano, con sus ideas y acción al frente de la insurrección de las masas campesinas entre 1858-63, no culminada victoriosamente por la traición de la oligarquía liberal encabezada por Guzmán Blanco. “Sólo el pueblo quiere su bien y es dueño de su suerte…desde hoy en adelante, Venezuela no será más el patrimonio de ninguna familia ni persona. (Ezequiel Zamora, Cuartel General en Barinas, 19 de mayo de 1859). “ La igualdad entre los venezolanos, el imperio de la mayoría, es la verdadera República…” (Ezequiel Zamora, San Felipe, 29 de marzo de 1859).

 

Ni Bolívar ni Zamora vivieron la época del imperialismo moderno y ni de las grandes revoluciones sociales (La revolución mexicana de 1915, la revolución rusa de 1917 y la revolución china de 1949). En nuestra época, ninguna revolución pueden permanecer al margen de los notables avances en el conocimiento humano, en la ciencia y la tecnología. La teoría revolucionaria se ha enriquecido con nuevas experiencias y los aportes teóricos de grandes pensadores universales. (Marx, Lenin, Mao). La Revolución sin perder su profundo carácter nacional, sus peculiaridades y características originales, asume las experiencias revolucionarias internacionales de manera crítica.

 

14.- EL CARÁCTER PACÍFICO DE LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA.

 

            En el desarrollo de la lucha por lograr sus objetivos, la Revolución Venezolana ha pasado por varios períodos:

 

            Entre 1936 y 1958 hubo un largo periodo en el que se combinaron diferentes formas de lucha: clandestinas, semilegales y legales. La confrontación tuvo diversos escenarios, huelgas, manifestaciones, propaganda, etc., desde la clandestinidad o la acción pública legal.

 

            En enero de 1958, las condiciones maduraron lo suficiente como para que el movimiento revolucionario organizara una insurrección que derrocó la dictadura de Pérez Jiménez. La insurrección fue victoriosa porque la dirección revolucionaria aplicó una estrategia justa: unió en un frente único a todos los sectores antidictadura (Junta Patriótica), aprovechó inteligentemente la contradicción fundamental (Dictadura vs democracia), aisló al enemigo principal (camarilla Pedro Estrada – Ballenilla Lanz) y formó una alianza cívico-militar con la incorporación de importantes núcleos de las Fuerzas Armadas a la insurrección.

 

            El éxito revolucionario del 23 de enero de 1958 se perdió porque la dirección revolucionaria no tuvo un plan estratégico acertado para después del derrocamiento de Pérez Jiménez y se dejó ganar por la conciliación con la derecha liberal burguesa.

 

            En la década de los años sesenta, cuando Rómulo Betancourt y los lideres de AD y COPEI impusieron al país una política represiva y de subordinación a los intereses extranjeros, la dirección revolucionaria quiso retomar la iniciativa. A pesar del heroísmo de los destacamentos guerrilleros, de las UTC y de los oficiales y soldados de las Fuerzas Armadas que combatieron bajo las banderas de las FALN, la lucha armada concluyó en derrota debido a errores políticos en la conducción de la guerra, a falta de madurez y experiencia y a la inferioridad de las fuerzas revolucionarios.

 

            A la derrota de los años sesenta siguió un largo período de fraccionalismo, dispersión y desmoralización. En consecuencia, se creó un profundo vacío de dirección y se impusieron fórmulas electorales y parlamentarias oportunistas. Entre 1968 y 1988, incluso sectores que habían participado en las luchas renegaron de su condición revolucionaría y se pasaron al campo reformistas.

 

            A partir de 1989, a raíz de la insurgencia popular espontánea contra los “reajustes económicos” de Carlos Andrés Pérez, comenzó un período de exacerbación de las contradicciones del sistema y de auge de las acciones populares por la base. Se inició un claro deslinde entre las exigencias del pueblo y la política del gobierno. Las tendencias a favor de cambios en la conducción del Estado y por una nueva institucionalidad cobraron dimensiones nacionales. Es en esta atmósfera cuando estallan las rebeliones del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992 y se establece una nueva dirección del proceso revolucionario.

 

            La situación surgida a partir de 1992 y 1993 creó las condiciones para el tránsito pacífico de la revolución venezolana de esta etapa.

 

1.-  Las rebeliones del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992, a pesar de terminar en una derrota en el terreno estrictamente militar, por la envergadura de las unidades comprometidas y la repercusión en la opinión pública, rompieron el espinazo de los sectores más reaccionarias en el seno de las Fuerzas Armadas.

Después de 1992, la vieja política no podría contar más con la incondicionalidad de la Institución Armada. La tropa y las capas medias de la oficionalidad habían quedado profundamente sensibilizados por los acontecimientos. Este factor es determinante para abrir la perspectiva pacífica de los cambios. Sin el “garrote prusiano”, la vieja política quedó prácticamente desarmada.

 

2.- Los resultados de las elecciones de 1993 revelaron la decadencia de los partidos AD y COPEI, la pérdida de su influencia mayoritaria y decisiva en la población. Este hecho favoreció la posibilidad de nuevas derrotas electorales de los aparatos partidistas de la vieja política.

 

3. El ruidoso y evidente fracaso del gobierno de Rafael Caldera (1993-98) demostró que ya no había salida a la profunda crisis nacional por la vía de los dirigentes tradicionales. La exigencia de cambio se extendió de manera tan amplia y sólida, abrumadora e incontenible que debilitó las fórmulas gorilas de violencia. Los últimos intentos que se hicieron para cerrar el paso a Chávez, la salida de Alfaro Ucero y el intento de golpe (Altos Oficiales de la Guardia Nacional y de la Guarnición de Valencia) la misma noche de las elecciones, terminaron en un rotundo fracaso.

 

4.- El expediente de los círculos reaccionarios de acudir a la presión y ayuda extranjeras para mantenerse o asaltar el poder mediante la violencia, encuentra obstáculos debido a la política asumida por el Departamento de Estado de “elecciones y no golpes militares” que desalienta las tentativas gorilas. Por otra parte, a los grupos reaccionarios norteamericanos les ha tomado de sorpresa el ascenso de Chávez y requieren tiempo para reorientarse y elaborar una nueva política de restauración de los viejos factores de poder en las condiciones del gobierno de Chávez y de la Quinta República.

 

            Estos son los elementos que han actuado a favor del tránsito pacífico en esta etapa de la Revolución venezolana bajo la dirección de Hugo Chávez Frías.

 

            Sin embargo, la reunión de circunstancias y hechos favorables al actual tránsito pacífico no quiere decir de ningún modo que esta coyuntura es eterna e inmutable. El tránsito pacífico o violento de la revolución depende de factores objetivos y no exclusivamente de la voluntad de la dirección revolucionaria. La vieja política cohabita con la Quinta República, pero no la acepta voluntariamente, es una cohabitación forzada por su derrota y debilidad, por su actual inferioridad de fuerzas. La vieja política genera constantemente contrarrevolución para desestabilizar el proceso de cambio. Nadie puede jurar que los viejos factores de poder no sean tentados por la desesperación y la aventura, lo que obligaría a la dirección revolucionaría en enfrentarlos en otros terrenos.

 

15.- LOS ENEMIGOS DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA

 

            Los enemigos de la revolución patriótica nacional-democrática son fáciles de distinguir porque se han destacado por su oposición a los proyectos de cambios y a la refundación de la República.

 

            En lo interno, están representados en la actividad política por los dirigentes de los partidos, grupos sociales y económicos, mafias sindicales, etc., desplazados del poder, de los privilegios y de las ventajas disfrutados durante más de cuarenta años. Acción Democrática, COPEI y la dirección de la CTV forman un bloque definido de oposición, aunque nuevos agrupamientos (Primero Justicia, etc.) promovidos por empresas extranjeras, procuran ocupar sus espacios.

 

            Desde el punto de vista social y clasista, los enemigos del proceso revolucionario están ubicados en una cúpula de la burguesía extranjera con inversiones en la banca, en las comunicaciones y en el renglón de importaciones. Esta cúpula ambiciona desde hace años la privatización de PDVSA e invierte grandes sumas para adversar y desplazar al gobierno de Chávez a fin de consumar la apropiación de la riqueza petrolera venezolana. Tiene una marcada influencia en los medios de comunicación y llevan a cabo una política dirigida a ciertos niveles de la oficialidad de la Fuerza Armada con propósitos desestabilizadores. Sus principales medios ofensivos son: la prensa, radio y TV y las manipulaciones especulativas financieras.

 

            En lo externo, los principales enemigos son círculos muy reaccionarios, con influencia en los mandos militares norteamericanos y la CIA, vinculados a intereses económicos en nuestro país. Para estos círculos, el gobierno del Presidente Chávez es “un peligro para la seguridad norteamericana”, especialmente por la vecindad con Colombia y el auge de la guerra civil en dicho país.

 

            Alos enemigos externos se unen las camarillas dirigentes de la socialdemocracia de derecha (socios internacionales de AD) y la Internacional Demócrata Cristiana (socios de Copei), dedicados a una campaña de distorsión de la realidad venezolana en el seno de las organizaciones internacionales.

 

            En defensa de las conquistas patrióticas, nacional-democráticas, la Revolución Venezolana debe saber distinguir en cada momento cuál de sus enemigos representa el mayor peligro contrarrevolucionario, aislarlo y dirigir contra él el filo del ataque principal.

 

16.- LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA, UN PROCESO PROLONGADO.

 

            La Revolución Venezolana debe ser asumida como un proceso prolongado. Esta particularidad se debe al carácter de sus objetivos y tareas, a la naturaleza de nuestro país y a la fuerza de la contrarrevolución.

 

            Los objetivos y tareas de la Revolución no pueden ser cumplidos en un plazo breve debido a las condiciones de atraso y dependencia del país, herencia demás de un siglo de traición de las viejas clases dominantes. Venezuela solo puede superar las carencias de sus fuerzas productivas, rescatar al 80 por ciento de su población en estado de pobreza y alcanzar altos niveles de desarrollo y prosperidad a través de un esfuerzo político, económico y cultural prolongado.

 

            Por otra parte, muchos de los factores de la contrarrevolución tienen un carácter estratégico y sus recursos son extensos y abundantes. Harán una larga, persistente, activa y poderosa resistencia a los avances de la revolución venezolana y no será fácil derrotarlos definitivamente. Se requerirá tiempo y vencer numerosas dificultades a fin de consolidar el Poder Revolucionario y derrotar a sus enemigos estratégicos.

 

            La naturaleza prolongada de la Revolución Venezolana determina una línea general estratégica de lucha prolongada, que consiste en: 1) Emplear bien las fuerzas revolucionarias,. Saberlas “administrar”. Usarlas con flexibilidad, económica e inteligencia;  2) Educar política e ideológicamente a los cuadros. Prepararse moral y físicamente para una lucha larga, exigente y propensa a variadas alternativas; 3) Entender que la revolución no se desarrolla nunca en línea ascendente ininterrumpida sino en zig-zag, en medio de flujos y reflujos, repliegues y ascensos; 4) Evitar toda acción aventurera. Las acciones revolucionarias deben ser limitadas, útiles y justas.

 

            La experiencia venezolana enseña que la etapa de la revolución se desenvuelve a través de diversos períodos. Nos guiamos por una línea general de lucha prolongada para todo la etapa, pero cada período puede ser largo o corto según las circunstancias y cada período tiene su propia estrategia y características.

 

            Históricamente pueden distinguirse varios períodos (a partir de 1948): 1) 1948-58 (pérez Jiménez) período de represión y clandestinidad que culmina con la huelga general y la insurrección del 23 de enero; 2) 1959-68 (Rómulo Betancourt – Pacto de Punto Fijo), periodo de luchas de masa que culmina con la lucha armada antibetancourista; 3) 1970-1988, período de repliegue y liquidación de la dirección revolucionaria;  4) 1989-98 (insurgencia espontánea de febrero 1989, rebelión del 4 de febrero y 27 de abril de 1992, derrota electoral de AD y Copei de 1993, elección de Chávez de 1998) período de acumulación de fuerzas, auge de masa, desplazamiento del poder de AD y Copei y surgimiento de una nueva dirección revolucionaria.

 

            A partir de 1996 se pueden distinguir dos períodos: en el primero la estrategia fundamental tuvo como centro la convocatoria y reunión de la Asamblea Constituyente. Culmina con el referéndum y aprobación de Constitución Bolivariana. El segundo período es el actual que se caracteriza por la transición a la nueva institucionalidad. Se inicia con la relegitimación de las autoridades de la V República y continúa con el despliegue de los planes de recuperación económica.

 

            Durante el primer período, las tareas fueron esencialmente políticas. Las prioridades eran determinadas por el objetivo estratégico de derrotar la vieja política y desplazarla de las posiciones claves del poder. La convocatoria y reunión de la Asamblea Nacional Constituyente y la aprobación popular de la Constitución Bolivariana restituyeron la soberanía del pueblo y echaron las bases para refundar la República.

 

17.- LAS TAREAS EN EL ACTUAL PERÍODO.

 

            En el período actual, sin abandonar las luchas en el terreno político, las prioridades están en el orden económico y social, la reconstrucción de la economía nacional, la reactivación del aparato productivo y la creación de nuevas fuentes de trabajo para aliviar la pesada carga del desempleo y la pobreza.

 

            En esa dirección tiene una gran importancia las urgencias de carácter legislativo a fin de dotar al gobierno de la V República de las disposiciones legales que desarrollen y complementen los principios de la Constitución Bolivariana y respondan a las exigencias de la realidad nacional.

 

            El despegue de una política dirigida a superar la crisis heredada del fracaso del viejo liderazgo requiere una revisión a fondo de la estructura jurídica dejada por la IV República.

 

            La nueva institucionalidad democrática no puede quedar a merced de un orden jurídico que fue forjado para imponer la voluntad de los privilegios dominantes en contra de la justicia social y los intereses de las mayorías o de vacíos legales que impidan la acción del gobierno. Se requieren nuevos instrumentos que, inspirados en los principios de la Constitución Bolivariana, permitan al gobierno revolucionario actuar con la mayor diligencia y eficacia fin de atender las urgencias económicas y sociales.

 

            Tanto para este período como para las tareas generales continúan cada día más vigentes las exigencias de organizar y unir a las fuerzas revolucionarias, de elevar su conciencia política e ideológica y de formar sus cuadros dirigentes, requisitos indispensables para la victoria y consolidación de la revolución.

 

18.- LA DEFENSA DE LA REVOLUCIÓN Y EL

       PELIGRO CONTRARREVOLUCIONARIO.

 

            Es evidente que los enemigos del proceso de cambios han sufrido derrotas y perdido importantes posiciones, sin embargo el sistema económico-social venezolano genera contrarrevolución constantemente debido al carácter clasista de los factores fundamentales que lo componen.

 

            Sería una ilusión imaginar que los sectores desplazados han renunciado definitivamente al poder político y a pasar a la ofensiva contra las fuerzas revolucionarias. ¡Cuántas revoluciones no se han perdido porque sus dirigentes pensaron que con las victorias iniciales ya todo estaba concluido!

 

            Es evidente que el peligro de la contrarrevolución está latente porque el proceso de cambios apenas ha tocado la superficie de la estructura política, además porque el entorno internacional de la revolución venezolana es hostil. Es sabido que uno de los centro más activo de conspiración contra el Presidente Chávez está en Washington-Miami, donde cabilderos antivenezolanos organizan y arman financiera y políticamente una oposición irracional y golpista, con soporte en la gusanera cubana y en los halcones de los Departamentos de Estado y Defensa de los Estados Unidos. Por otra parte, no son infundadas las sospechas que atribuyen al “Plan Colombia”, elaborado bajo la dirección de los más altos jerarcas del Comando Sur del Ejército norteamericano, un propósito más allá del propio espacio colombiano como es ejercer presión política y militar sobre la situación en Venezuela.

 

            La contrarrevolución es alimentada por la campaña sistemática de desinformación llevada a cabo por los medios de comunicación más influyentes, verdaderos laboratorios de diaria y persistente labor dirigida a socavar el apoyo popular al Presidente Chávez y en crear una “opinión pública” que justifique cualquier tipo de agresión contra el proceso bolivariana de cambios.

 

            Pero, también, la contrarrevolución se beneficia de nuestros propios errores y deficiencias en la dirección política, cuando somos inconsecuentes en las relaciones con las masas populares, cuando no somos eficientes, correctos y diligentes para cuidar los interese del pueblo o cuando predominan tendencias sectarias que pretenden desconocer ritmos del proceso obligatorio cumplimiento en esta etapa. Se beneficia de los retardos burocráticos en el despliegue los programas sociales y económicos; de las negligencias y pasividad en la lucha contra corrupción; de las debilidades para desenmascarar suficientemente los efectos de la política comunicacional contrarrevolucionaria. Se beneficia de la división del Polo Patriótico, de la ausencia de un centro único de organización y, en fin, de los retardos en la unidad, organización y conciencia de las fuerzas revolucionarias.

 

            La defensa de la revolución implica una actitud vigilante y combativa para enfrentar el peligro de la contrarrevolución, no bajar la guardia y estar atento a las asechanzas del exterior e interior, pero, también, significa elevar la calidad política e ideológica, de nuestra propia gestión en el seno o fuera del gobierno, en la lucha por la organización y unidad del pueblo, por hacemos cada vez más dignos del titulo de patriotas venezolanos.

 

Caracas, 2000-2001

 

NOTAS

 

(1)    Juan Vicente Gómez gobernó desde 1908 a 1935 después de derrocar a Cipriano Castro mediante un golpe de Estado el 19 de diciembre de 1908 con apoyo de barcos de guerra norteamericanos. Su gobierno se caracterizó por una rígida dictadura. No permitió partidos políticos ni libertad de prensa. Sus opositores fueron enviados a las cárceles del destierro. En 1928, los estudiantes encabezaron varias protestas y el gobierno redujo a prisión a sus dirigentes. A partir de entonces, los “muchachos” se convirtieron en los héroes del pueblo. A la muerte de Gómez, el 17 de diciembre de 1935, asumió la Presidencia de la República el general Eleazar López Conteras, Ministro de Guerra y Marina, a quien fue obligado por el movimiento de masas el 14 de febrero de 1936 a respetar las libertades democráticas. Sin embargo, unos meses más tarde, los lideres de las tendencia de izquierda fueron expulsados del país, pero su influencia se mantuvo en el seno del movimiento popular.

 

(2)    Marcos Pérez Jiménez, al lado de otros oficiales de las Fuerzas Armadas y en alianza con el partido Acción Democrática, dirigió el golpe militar el 18 de octubre de 1945 que derrocó al gobierno progresista del Presidente Isaías Medina Angarita. El 24 de noviembre de 1948, en levantamiento contra el Presidente Rómulo Gallegos, los golpistas del 18 de octubre desalojaron del poder a sus antiguos aliados de AD y establecieron un gobierno dictatorial hasta el 23 de enero de 1958 cuando fueron derrocados por una insurrección cívico-militar. Después de la caída de Pérez Jiménez, regresaron los exiliados y Acción Democrática recuperó la dirección del movimiento popular imponiendo una línea divisionista y anticomunista.

 

(3)    El 4 de mayo de 1961 estalló la rebelión de la Infantería de Marina y la Guardia Nacional en Carúpano bajo la dirección del capitán de corbeta Jesús Teodoro Molina Villegas, mayor Pedro Vegas Castejón, capitán Julio Bonet Salas, capitán Omar Echeverría y los tenientes Octavio Acosta Bello, José Américo Farías Abreu Y Hector Fleming Mendoza. Un mes después, el 2 de junio, se alzó la Infantería de Marina y los buques de la Escuadra de Guerra en Puerto Cabello, al mando de los capitanes Manuel Ponte Rodríguez, Pedro Medina Silva, Victor Hugo Morales, Miguel Henriquez Ledesma, y Luis Francisco Avilán Montiel y los tenientes Andrés Leal Romero, Pausides González y Carlos Fermin Castillo y los Alférez Rafael Sierra Acosta y Freddy Figueroa Bastardo. Ambos movimientos se inspiraban en un programa nacional democrático revolucionario y se pronunciaron contra la política antinacional y antipopular de Rómulo Betancourt.

 

(4)    El 27 de febrero de 1989 a los pocos días de la toma de posesión de Carlos Andrés Pérez como Presidente de la República estalló el levantamiento espontáneo del pueblo conocido como “el caracazo”. Se inicio como una protesta por el aumento de los precios del pasaje en el transporte urbano de pasajeros a consecuencia del “plan de ajustes económicos” impuesto por el Fondo Monetario Internacional y se extendió por toda la ciudad. Durante cuatro días, multitudes saquearon más de cinco mil establecimientos comerciales y tomaron el control de calles y barrios de Caracas. La represión del Ejército y la Guardia Nacional ocasionó más de trescientos muertos y quinientos heridos.

 

EL AUTOR

 

            El autor, Guillermo García Ponce, es un conocido periodista, escritor y luchador social. Fue militante clandestino durante la dictadura de Pérez Jiménez y fundó la Junta Patriótica que dirigió la insurrección del 23 de enero de 1958. En la década de los sesenta participó en la lucha armada y fue Jefe de la II Sección del Estado Mayor de las FALN, donde se agruparon los rebeldes del alzamiento militar de Carúpano (4 de mayo de 1961) y de Puerto Cabello (2 de junio de 1961), los destacamentos guerrilleros y las UTC (Unidades tácticas de Combate). Elegido diputado por Caracas, el gobierno del Pacto de Punto Fijo lo encarceló en la prisión militar del cuartel de San Carlos en 1962. En febrero de 1967 protagonizó una sensacional fuga para incorporarse de nuevo a la lucha clandestina. Miembro de la Comisión Redactadota de la Constitución de 1961, le tocó de nuevo participar en la elaboración de una nueva Constitución, está vez la Bolivariana, cuando, en 1999, fue elegido miembro de la Asamblea Nacional Constituyente. Pertenece a la promoción de periodistas del “Augusteo,” primera escuela de comunicación social fundada en el país. Es columnista de diversos diarios y escritor de numerosas obras de historia y política Venezolana.

 

OTRA OBRAS DEL MISMO AUTOR:

 

* LAS ARMAS EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA

 

La historia de las luchas de los patriotas por la posesión de las armas.

 

254 páginas, Ediciones La Muralla, Caracas, 1966

Segunda edición, Congreso de la República, Caracas, 1983

 

* POLÍTICA Y CLASE MEDIA

 

La mentalidad y comportamiento político de la clase media Venezolana.

 

280 páginas, Ediciones La Muralla, Caracas, 1996.

Segunda Edición, Editorial Domingo Fuentes, Caracas, 1969.

 

* TEORÍA POLITICA Y REALIDAD NACIONAL

 

La aplicación de las teorías marxistas a las peculiaridades venezolanas.

 

350 páginas, Ediciones La Muralla, Caracas, 1967.

 

* POLITICA, TACTICA Y ESTRATEGIA.

 

Ensayo sobre táctica y estrategia políticas en las condiciones venezolanas.

 

80 páginas, Ediciones “Documentos Políticos”, Caracas, 1968.

 

*LAS ARMAS EN LA GUERRA FEDERAL.

 

La historia de las luchas de Ezequiel Zamora y Juan C. Falcón por la posesión de las armas.

 

266 páginas, Ediciones La Muralla, Caracas, 1969.

Segunda edición, Editorial “Cantaclaro”, Caracas, 1972.

 

* LA INSURRECCIÓN.

 

Relatos de la lucha armada en los años 60.

 

208 páginas, Ediciones Vadell Hermanos, Valencia, 1976.

Segunda Edición, Vadell Hermanos, Valencia, 1976.

Tercera Edición, Vadell, Hermanos, Valencia, 1977.

* EL PAÍS, LA IZQUIERDA Y LAS ELECCIONES.

 

Los signos fundamentales que dominan la vida nacional y la crisis de la izquierda venezolana.

 

240 páginas, Ediciones, Vanguardia, Caracas, 1978.

 

* DIARIO DE LA DICTADURA Y LA RESISTECIA.

 

Un reportaje sobre los años de la dictadura de Pérez Jiménez y la verdadera historia de la resistencia y cómo se preparó la insurrección del 23 de enero de 1958.

 

436 páginas, Publicaciones Seleven, Caracas, 1980.

Segunda Edición, Ediciones Centauro, Caracas, 1982.

 

* LA TORTURA EN VENEZUELA.

 

Las torturas aplicadas a los presos políticos en Venezuela desde Boves hasta Pedro Estrada (Escrito bajo el seudónimo Pablo Sulbarán).

 

208 páginas Ediciones Seleven, Caracas, 1980.

 

* EL MISTERIO DE MIRAFLORES.

 

¿Quién mató al vicepresidente de la República y hermano de Juan Vicente Gómez? La verdad sobre el asesinato del general Juan C. Gómez en el Palacio de Miraflores. (Escrita bajo el seudónimo Pablo Sulbarán).

 

216 páginas, Ediciones Seleven, Caracas, 1980.

 

* EL TERRORISMO.

 

Análisis de las causas y orígenes del terrorismo y su caracterización política e ideológica.

 

106 páginas, Ediciones Domingo Fuentes, 1984.

 

* LA FUGA DEL CUARTEL SAN CARLOS.

 

Diario De la sensacional fuga de la prisión militar.

 

350 páginas, Editorial Bolívar, Caracas, noviembre 1968.

Segunda edición, La Muralla, Caracas, agosto 1969.

Edición rusa, Moscú, URSS. 1970.

Edición Checa, Praga, 1970.

Tercera edición, Editorial Vanguardia, Caracas, 1971.

Cuarta edición, Elite, Caracas, 1976.

Quinta edición, Ediciones “Cotragraf”, Caracas, 1991.

 

* MEMORIAS DE UN GENERAL DE LA UTOPÍA.

 

La increíble historia de un venezolano excepcional, Eduardo Machado y de sus luchas revolucionarias en Venezuela, Cuba, México, España, Estados Unidos y en la Internacional Comunista.

 

295 páginas, Ediciones Cotragraf, Caracas, 1992.

 

* MEMORIAS DE UN GENERAL DE LA UTOPÍA

 (Segundo Tomo)

 

Segundo tomo de la historia de Eduardo Machado, 1935-1945.

 

270 páginas, Fondo Editorial ALEM, Los Teques, 1998.

 

INDICE

 

TESIS POLÍTICA.

CARÁCTER Y OBJETIVOS DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA BOLIVARIANA

 

La situación Internacional         ………………………………………………….………     7

Carácter de la Revolución Venezolana …………………………………………........     9

Objetivos y Programa              ………………………………………………………..…   10

La Revolución Cultural            ……………………………………………………....……   13

Las Fuerzas Principales de la Revolución         ……………………………….………   15

La Organización de las Fuerzas del Pueblo      ……………………………….………   16

La unidad de la revolución       ……………………………………………………..……   18

La unidad cívico-militar            ………………………………………………………..…   19

¿Quién dirige la Revolución Venezolana?         …………………………………….…   20

Los problemas de la dirección política  ………………………………………........…   23

El Partido de la Revolución Democrática         ………………………………………..   25

Hacia la unidad orgánica          ……………………………………………………..……   29

Ideología de la Revolución       ………………………………………………………..…   30

El carácter pacífico de la revolución                 ………………………………………..   34

Los enemigos                          ………………………………………………….....………   38

Un proceso prolongado           ……………………………………………………...……   40

La tareas en el actual período   …………………………………………………………   42

La defensa de la revolución      ………………………………………………….………   43

Notas                                      ………………………………………………………..........   47

El autor                                   ……………………………………......…….………………   49

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