Luis Ugalde, s.j. : "¿Qué nos jugamos?"

TODO. O DEFENDEMOS un sistema democrático o nos implantan uno dictatorial, con poder concentrado para hacer leyes a su antojo, con un Tribunal Supremo servil a sus órdenes y desprecio de la opinión de millones de ciudadanos.

Puede haber mucha gente que prefiera la continuación de Chávez. Incluso, algunos empresarios y partidos políticos pueden creer que eso les beneficia. El puede ganar legítimamente, si logra persuadir que con él hay mejor gestión de gobierno y un futuro más esperanzador. Para derrotarlo los políticos tendrán que dejar de alimentarse con dieta de encuestas y hacer un trabajo político con los temas que le duelen a la gente. Sin embargo, la pregunta grave ahora es si esta sociedad es capaz de exigir y de imponer que sus tres millones y medio de firmas sean rápida y transparentemente contadas y respetada su voluntad soberana. No olvidemos que muchas dictaduras llegaron combinando voto democrático y trampas sistemáticas; luego se fortalecieron con amenazas y leyes amañadas (todo legal) desde el poder; y finalmente, con persecución y crímenes, se implantaron como poder absoluto y única fuente de legali dad, de empleo, de pensamiento y de opinión.

Si en este mes de febrero no se logra que el CNE, de manera transparente y autónoma, cuente las firmas y proceda en consecuencia; si la sociedad venezolana (y la mundial) permiten que la Asamblea Nacional, siguiendo órdenes presidenciales, apruebe un reglamento que la envilece y anula; si el TSJ es elegido por mayoría simple y a dictado del Ejecutivo; si la Fuerza Armada y si el Banco Central permiten que se les ponga la pata encima; si... todo sistemáticamente se concentra, Venezuela entra en una ratonera: el ratón entra desprevenido o incluso feliz porque hay comida y luego no encuentra cómo librarse de quien lo tiene preso.

Para el 19 de enero el CNE ya debía haber decidido si hay referéndum presidencial. Ese plazo fue violado y en dos meses ninguna firma ha sido revisada. El gobierno juega a anularlas o a estirar la discusión hasta agosto. Son demasiados los rumores y los datos para que la sociedad venezolana se permita el lujo de distraerse en otra cosa que no sea la rápida, transparente e imparcial revisión de las firmas democráticas y constitucionales para el Referéndum. Ahí nos jugamos todo.

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