¿QUÉ  HACER?

Aportes para la discusión de los ciudadanos

 

                                                                                             Leonardo Carvajal

                                                                                     Asamblea de Educación

 

1) En primer lugar, desechar las ilusiones de salidas “rápidas”. Desde el 2002 y en cada nueva etapa mucha gente se hizo la pregunta equivocada: ¿cuál es la vía más rápida para salir de Chávez? La pregunta válida, para ayer, hoy y mañana debería ser: ¿cuáles son las líneas de acción que, conjuntadas en una estrategia y trabajadas sin desmayo, nos permitirán de manera eficiente y segura ganar cada vez más espacios para la democracia? Lo cual implica no sólo salir de Chávez, sino también de todos o casi todos  sus gobernadores y alcaldes y modificar la correlación de fuerzas en la Asamblea Nacional.

 

2) También deberíamos desterrar la idea de que algún factor externo a los ciudadanos nos podría “sacar las castañas del fuego”. El apoyo de factores internacionales a nuestra causa es muy importante y coadyuvante a nuestros propósitos, pero nunca determinante. Lo determinante hasta ahora y para el futuro somos los ciudadanos, agrupados en asambleas, en partidos políticos y en organizaciones civiles. Con respecto a los militares, valga el juicio reciente de Gonzalo García Ordóñez: “A la oposición le falta transitar aún por el trecho más difícil de esta lucha democrática y tendrá que hacerlo sin compañía. Son evidentes las pruebas de que la FAN no acompaña a la nación en esta justa reivindicación por la democracia”.

 

3) Es demasiado importante enfrentar el pesimismo y el derrotismo. Porque es verdad que ha sido un error suplantar la realidad por los deseos y haber creído a cada rato que “Chávez está caído”; pero también es otro error sustituir el análisis realista por las emociones negativas y creer que Chávez es invencible. Chávez no decide nuestra historia. La decidirá el pueblo. Los sesudos analistas que proclaman por estos días: “Ya lo decía yo desde hace rato. Chávez es un autócrata que no va a aceptar medirse y, por tanto, no habrá referéndum”, lo que revelan son dos cosas. La primera, que creen que Chávez es el dueño de la historia, con lo cual se emparientan con Lina Ron. La segunda, que actúan, sin darse cuenta, como meros ecos del principal mensaje político del chavismo. En efecto, Chávez, Rangel, Cabello y todo su coro repiten desde hace meses que no habrá referéndum y estos sabihondos de pacotilla difunden sin rubor esa misma consigna, actuando como agentes propagandistas de la guerra psicológica que el régimen adelanta. Si estos analistas pusilánimes hubiesen nacido hace dos siglos, ciertamente que en 1811 y en 1816 y en 1820 hubiesen repetido hasta la saciedad aquello de: “Como España es imperialista no quiere perder sus colonias y, por lo tanto, no nos va a permitir ser independientes”. Bolívar y Ribas y Páez les hubiesen repostado: “Verdadera la primera parte, pero incorrecta la conclusión porque la independencia no depende de España, sino del coraje, la inteligencia y la persistencia que pongamos los venezolanos en lograrla”. Saquemos dos lecciones: la pelea es peleando y el partido no se acaba hasta que se termina.

 

4) No hay dilema posible. Tenemos sólo una estrategia victoriosa: amarrados a la Constitución decidir este conflicto por la vía de los votos. No hay salvadores externos. No van a venir Superman o Batman a rescatarnos. Y la guerra civil no existe como posibilidad. Si existiese, sería una opción trágica que habría que pensar mil veces antes de aceptarla o, peor, proponerla. Porque guerra civil fue la de Ruanda con ochocientos mil muertos en varias semanas o la de España con un millón de muertos. Pero para que haya guerra civil deben alinearse en dos bandos parecidas fuerzas civiles y militares. Y eso no existe acá. Lo que podría haber entre nosotros es que centenares de miles de civiles seamos masacrados por decenas de miles de soldados armados y sin escrúpulos para matar, reforzados además por algunos miles de civiles de los grupos paramilitares del gobierno e invasores extranjeros. ¿A dónde nos llevarían estos irresponsables del fácil verbo, que erige la guerra civil como alternativa? A una masacre anunciada y, encima, sin que nadie nos garantizase que triunfaríamos.

 

5) ¿Qué hacer? Seguir cumpliendo, con la terquedad de las mulas, los pasos que nos faltan en la ruta emprendida, sin voltear para los lados porque lo que hay son abismos. La estrategia que seguimos es la única con claros asideros de legalidad y legitimidad. Antes fracasamos por otros caminos, drásticos y radicales. Éste ha sido más lento, pero es el único seguro. Este es el campo que escogimos, en el que es enteramente vulnerable este gobierno represivo, porque sus presiones y amenazas terminarán en el espacio en el que los ciudadanos, protegidos por el secreto del voto, decidan libremente. Hemos cumplido varias etapas, cada una con su toma y dame, y estamos por culminar la penúltima. A estas alturas de nuestra lucha tendríamos que ser pusilánimes o temerarios para abandonar el juego que vamos ganando.

 

6) Vamos a seguir luchando por el referéndum revocatorio. El camino de los reclamos ante el CNE y el de los recursos ante el TSJ son las vías que la Coordinadora Democrática ha usado y usará para alcanzar ese objetivo. La OEA y la Unión Europea nos han recomendado no abandonar ese propósito. Luchamos porque el CNE se vea obligado a convocar el RR de una buena vez. A los reparos hay que ir porque son parte del proceso, tal como reza el artículo 31 de las Normas para regular los procesos de referendos revocatorios. Si llegamos a ellos con un número de firmas validadas superior al mínimo, tanto mejor porque trabajaremos para aumentarlas en esos días. Si nos toca ir con una cantidad menor a las necesarias, lucharemos para que las condiciones de los reparos hagan viable que la determinación de la gente de revalidar sus firmas se pueda expresar con el menor margen de incertidumbre.

 

7) También debemos inscribir a candidatos unitarios para las elecciones de gobernadores y alcaldes. Sería una solemne bobería, una cretinada contra la necesidad de conquistar la mayor cantidad de espacios para la democracia, el no hacerlo. Porque una de dos. Si revocásemos a Chávez en los próximos meses y cometiésemos la malcriadez de no inscribir candidatos ahora, el nuevo Presidente  tendría que lidiar con un ciento por ciento de gobernadores y alcaldes chavistas. Pero si no lo revocásemos, sería terrible tener a Chávez en Miraflores con el apoyo adicional del ciento por ciento de todos los gobernadores y alcaldes. Esto último sería doble cuchillo contra nuestra garganta. Lo que exigimos los ciudadanos es que los partidos se pongan de acuerdo en candidatos unitarios, candidatos que no tengan rabo de paja en materia de corrupción y que garanticen eficiencia en su desempeño.

 

8) Debemos continuar mostrando que la calle es nuestra, que somos mayoría. Pero cuidando la vida de la gente y sus derechos a todo trance, dado que estamos ante un gobierno sin escrúpulos. Tampoco debemos incurrir en prácticas foquistas. Eso sería estúpido, porque no hay movimiento de masas, en toda América Latina, más grande que el nuestro. A la vez, la gente tiene que organizarse más y mejor. Las asambleas de ciudadanos, en cuanto mecanismo de educación política y de organización de los venezolanos, y en cuyo nacimiento y primer desarrollo me honra haber participado, deben ampliarse, fortalecerse y articularse más. Porque las asambleas de ciudadanos son no sólo la base organizativa primaria de la sociedad civil para esta coyuntura, sino el mecanismo fundamental para la futura gobernabilidad en una democracia participativa. Las asambleas deberán participar en la selección del candidato unitario y supervisar que el próximo gobierno ejecute un programa de consenso y que esté integrado por eficientes y honestos funcionarios.

 

9) Estamos enfrentados a un gobierno militarista y represor. Nos tratan a patadas y tiros. La lucha por los derechos humanos que nos vulneran de múltiples formas adquiere rango principalísimo. Debemos organizar redes de solidaridad, de protección y de denuncia,  a través de las asambleas de ciudadanos y de las organizaciones específicas existentes o por crearse en este campo. Cada persona amenazada, cada persona torturada, cada persona presa, cada persona a quien le hayan asesinado a un familiar debe tener mecanismos eficientes de apoyo y solidaridad.

 

10) No creo en la unidad de los “retratos en familia” forzados. Tampoco creo en la unidad del pensamiento y del liderazgo único. Esta “unidad” se la dejamos a aquellos serviles que necesitan a un jefe o caudillo. Tampoco creo que la unidad se reduzca a la coincidencia en el objetivo de “sacar a Chávez”. Esto último es demasiado ambiguo. La unidad que necesitamos es la de las inteligencias distintas que sean capaces de ponerse de acuerdo en una estrategia común y certera. Para leal y coherentemente aplicar luego esa estrategia. Porque no creo que sea verdad aquello de “un pueblo unido jamás será vencido”. Un pueblo unido con una estrategia equivocada sí puede ser vencido. ¿O es que no nos pasó en Abril y Diciembre del 2002? Me niego a que nos comportemos como los lemmings, extraños animalitos que a veces les da por ir muy unidos, todos juntos en compacta manada, a lanzarse de manera suicida por barrancos.

 

Invito a los ciudadanos a desoír los cantos de sirena de los radicales de oficio, de los “comeflores del militarismo redentor”, de los oportunistas  que poco han dicho o hecho por esta lucha y que cada tanto quieren aprovecharla con fines particulares. Los invito a cerrar filas en torno al instrumento político de la Coordinadora Democrática, espacio de discusión y concertación que tenemos desde hace dos años y que es  el que,  con todos sus defectos y excesos, propuso y mantiene la estrategia que nos ha permitido acorralar a este desgobierno represor.

 

Contra un desgobierno caudillista y militarista que empeora la vida a los pobres, que viola la Constitución y que reprime a quienes no le rendimos pleitesía.

 

Por la paz. Por la reconciliación con el pueblo chavista. Por el enjuiciamiento, con todas las garantías, de los representantes de este régimen  que hayan incurrido en corrupción y represión.

 

Por la reactivación económica, por la creación de empleo y el incremento de la capacidad adquisitiva de los venezolanos.

 

Por la defensa de los derechos humanos consagrados en la Constitución, masivamente violados por un gobierno forajido.

 

Por el rescate de las instituciones y el fortalecimiento del Estado de Derecho.

 

Por una Venezuela donde quepamos todos, superada la pesadilla de un desgobierno que nos trata como si fuese un ejército invasor.

 

Por los derechos a elegir y revocar, expresiones de la soberanía que reside en el pueblo y que unos funcionarios abusadores pretenden desconocer.

 

Caracas, 16 de Marzo 2004.

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