La otra cara de la moneda
Barrio Adentro 'a lo cubano': ¿Qué hacen y cómo sobreviven los médicos de la Isla en Venezuela?
por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas
 

En lo único que piensa Carlos Suárez es en llenar la caja de cartón para lavadora que podrá mandar para Trinidad, cuando termine el primer año de la misión. Mientras sube por las retorcidas escaleras del barrio de Petare, en Caracas, repasa las cosas que le quedan por echar en la caja: "los jabones azules de lavar Las Llaves, que sirven hasta para fregar; el aceite Vatel, que no huele bien cuando se calienta, pero resuelve en la cocina". Es una larga lista "que no enseño a nadie, porque me da vergüenza que la gente de aquí sepa que, en Cuba, un médico no puede comprar esas cosas con su salario".

Petare es un gigantesco barrio caraqueño, enclavado en el municipio Sucre. Hasta donde la vista da, se divisan miles de casas improvisadas que trepan por los cerros, en absoluto desafío a los principios de la arquitectura. Llegar hasta la cima del barrio no es fácil, se necesitan piernas bien entrenadas o pagar un pasaje en las camionetas destartaladas, que suben hasta donde el motor aguante, o caiga la noche. Cuando oscurece, Petare parece habitado por fantasmas. En los barrios, como en casi toda la gran Caracas, la noche es de los "malandros", como le llaman a los delincuentes aquí.

"Nadie en Cuba se imagina lo dura que es la vida en los cerros. Cuando a uno le dicen que va a cumplir misión por dos años en los barrios pobres de Caracas, uno se imagina viviendas humildes, pero no estos ranchos, hechos con cualquier cosa, amontonados unos encima de otros. Aquí no hay calles asfaltadas, sino caminos y escaleras, que cuando llueve se ponen intransitables por el barro que baja de los cerros. No hay servicios sanitarios, ni agua potable. Pero lo peor de todo es la violencia. He cumplido misión en Haití, donde la gente se muere de diarrea, pero nunca había visto morir balaceados a tantos jóvenes, como en este país", comenta Carlos.

Antes que empiece 'la plomazón'

La violencia es un mal endémico en Venezuela, que ha alcanzado rango de epidemia en los últimos años. Esta problemática ha sido analizada de cerca por PROVEA, una organización no gubernamental que desde hace 16 años realiza un exhaustivo inventario anual sobre el estado de los derechos humanos en el país. El último estudio de PROVEA, llevado a cabo entre octubre de 2003 y septiembre de 2004, destaca que "el plan de asistencia básica de salud llamado Barrio Adentro debe convivir con el aumento de la violencia urbana, y la consecuente represión de los cuerpos de seguridad".

Aún sin contabilizar los asesinatos en 2004, las cifras de muertas violentas que recoge PROVEA son alarmantes. En 2003 se produjeron 11.342 homicidios, lo que representa un incremento del 18 por ciento, con respecto a 2002. Sumando víctimas y delincuentes, cada fin de semana de 2003 fueron asesinadas unas 100 personas. Caracas sufre la tasa de homicidios más alta del país, con 134 por cada 100.000 habitantes. En los barrios donde se alojan los médicos cubanos, la tasa llega a 194.

A las seis de la tarde, antes de que empiece "la plomazón", como le dicen aquí a los frecuentes tiroteos en los barrios, Carlos se encierra en el consultorio, hasta la mañana siguiente. "Sólo abro la puerta de noche cuando estoy seguro de que es un enfermo el que está pidiendo auxilio". Teme que le suceda lo mismo que a Luis Rainier Puente Ley, un compañero suyo que en 2003, cuando apenas llevaba 15 días de misión, le dieron un tiro para robarle, en un consultorio de Villa de Cura, en el estado de Aragua.

A Carlos todavía le quedan unos días de trabajo en Petare, antes de irse de vacaciones por un mes. Durante su ausencia lo sustituirá José Luis Martínez, un médico holguinero con quien comparte el "módulo". Así le llaman a la rústica casita de ladrillos, de 50 metros cuadrados, que funciona como consultorio médico y vivienda.

El módulo tiene un área de consulta donde apenas hay espacio para una mesa de madera y tres sillas plásticas. Una sábana blanca usada como cortina oculta, a medias, una camilla. El equipamiento es elemental, un aparato para medir la presión arterial y un nebulizador.

"Algunos consultorios están mejor equipados que el nuestro, depende de la zona donde se encuentren. Aquí trabajamos con muy pocos recursos, pero los médicos cubanos estamos acostumbrados a hacer mucho, con casi nada", dice José Luis.

"Entre Carlos y yo atendemos más de 60 pacientes en un día. Vemos muchos casos de parasitosis y desnutrición, dos graves problemas de salud en este país. También atendemos a diabéticos e hipertensos. Hemos tenido algunos problemas con los medicamentos que trajimos de Cuba; pues a pesar de ofrecerlos de forma gratuita, algunos pacientes tienen recelos, porque no son conocidos aquí, o tienen muy mala fama, como la tetraciclina".

El arte de llenar la caja

Cada médico cubano tiene 250 familias a su cargo, unas 1.200 personas, de las que deben llevar una historia clínica. "Las hacemos a mano, porque no nos asignaron computadoras. Nos resulta difícil registrar tantos casos, algunos con afecciones severas, que no podemos tratar en el consultorio y que remitimos para los hospitales", cuenta José Luis. En las mañanas dan consultas y en las tardes suben y bajan cerros, visitando pacientes y dando consejos de salud.

Los dos médicos duermen en la parte de arriba del módulo. Dos pequeñas camas, un televisor en una esquina y dos cajas de lavadoras abiertas, en el piso, son todo el mobiliario.

José Luis coincide con Carlos en que "no es fácil llenar estas cajas, con todo lo que le hace falta a nuestras familias en Cuba". El salario de los médicos es de 400.000 bolívares mensuales (186 dólares al cambio oficial). "La cifra de 400.000 bolívares suena grande al oído; uno cree que va a ganar mucho, pero aquí uno se entera de que ese es el salario mínimo oficial. Cualquier obrero de Petare, que trabaje fijo, gana lo mismo que nosotros. En ese momento uno se empieza a preguntar si de verdad Chávez, que es quien nos paga, valora realmente a los médicos cubanos".

Los médicos dicen que cuando llegaron a Venezuela se enteraron que había control de cambio, y que no podían comprar ni vender dólares libremente. "Para tener algunos dólares, tenemos que recurrir al mercado negro, como cualquier venezolano. El dólar en la calle está en 2.500 bolívares y pico, si cambiamos todo el salario del mes nos quedamos con 160 dólares", dice Carlos.

José Luis aclara que para un médico que en Cuba gana 25 ó 30 dólares al mes, 160 dólares pudieran parecer bastante, pero no alcanzan. "Los 400.000 bolívares son para comprarlo todo, los productos de higiene, la comida y el transporte. Y la vida es muy cara en este país. Para llenar esta caja, algunos pasan hasta hambre".

"Barrio Adentro pa'fuera"

De acuerdo con reportes del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de Venezuela a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en la Misión Barrio Adentro laboran 17.655 médicos y asistentes cubanos. En la actualidad, en el país hay 13.084 médicos, 3.054 odontólogos, 1.430 optometristas y 87 enfermeros cubanos.

Por su parte, el Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP) ha ofrecido un perfil de los médicos cubanos enviados a Venezuela. Son personas relativamente jóvenes, con no menos de 10 años de experiencia profesional, especialistas en Medicina General Integral, o con otras especializaciones. De ellos, aproximadamente el 80 por ciento ha cumplido dos años de misión en países de América Latina o en África.

Desde que comenzó como un plan experimental, el 16 de abril de 2003, Barrio Adentro ha enfrentado la oposición de la Federación Médica Venezolana (FMV). Este gremio impulsó una demanda judicial contra cerca de 400 médicos cubanos, que participaron en la experiencia piloto desarrollada en el municipio Libertador, en Caracas, cuyo alcalde, Freddy Bernal, se hace llamar un "chavista duro".

A pesar de que la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo falló a favor de la FMV, y ordenó la sustitución de los médicos cubanos por venezolanos o extranjeros que cumplieran con los requisitos exigidos por la ley del ejercicio de la medicina, el gobierno venezolano no acató la sentencia del tribunal. "Los cubanos no quedarán barrio afuera", tronó Hugo Chávez en aquella ocasión.

Hasta el momento, Barrio Adentro ha logrado sumar a sólo 1.000 médicos venezolanos, de los 55.000 que agrupa la FMV. El gremio médico asegura que Barrio Adentro produce el mismo efecto que ponerle una curita a un enfermo con cáncer terminal. Alegan que si "al gobierno le interesara resolver los graves problemas de la salud pública venezolana, los ambulatorios (policlínicos) y los hospitales no estarían abandonados a su suerte".

La FMV ha denunciado en numerosas ocasiones los salarios degradantes y las malas condiciones de trabajo en las instituciones médicas estatales. Según la FMV, un médico en esos sitios apenas cuenta con recursos para trabajar, y a veces tiene que comprar los insumos con el pobre salario que le paga el Estado. Por ello, no es de extrañar que el ejercicio privado de la medicina, mucho más rentable, sea una mejor opción.

La situación de desamparo que se vive en los hospitales públicos le tocó de cerca al médico cubano René Hernández, quien se "quedó" en Venezuela hace varios años, y ahora ejerce la medicina privada en un pequeño consultorio. "Barrio Adentro es eficaz si tienes un padecimiento leve. Pero si la cosa es grave, y te remiten a un hospital, ahí es que cuando Cristo comienza a padecer. Esto nadie me lo contó, yo lo viví con mi hijo".

"El muchacho tuvo un problema respiratorio grave. Cuando lo llevaba a la clínica empeoró tanto, que tuve que parar en el hospital Pérez de León, que quedaba más cerca. No tengo quejas de los médicos venezolanos, ellos salvaron a mi hijo. La semana que estuvo en terapia intensiva fue surrealista, para mi fue como regresar a Cuba. A pesar de que el área de cuidados intensivos tenía muy buenos equipos, el personal no tenía nada para trabajar. Todo lo tuve que llevar de la casa, desde medicamentos, hasta guantes para los médicos y las enfermeras. En cuanto el muchacho salió del coma, el jefe de la sala de terapia intensiva me dijo que lo sacara del hospital. En las salas de recuperación el techo se filtraba tanto, que cuando llovía parecía que se estaba al descampado".

Sin pasar por Caracas

Gisela Ramírez lleva casi dos años en Venezuela y sólo conoce Caracas por lo que ha visto en las telenovelas. "Al salir de la Isla nos dijeron que íbamos a estar unos días en Caracas, y luego nos ubicarían en las diferentes regiones. Pero no fue así, cuando nos bajamos del avión ya nos estaban esperando unos autobuses para llevarnos a nuestros lugares de destino. A mi me tocó el estado de Amazonas, a más de 800 kilómetros de la capital".

No hace falta ser muy suspicaz para intuir que el traslado directo de los médicos hacia los sitios donde cumplirán misión, es una forma de controlar al personal de las misiones. En los inicios de Barrio Adentro, los médicos eran alojados en el hotel Caracas Hilton para su posterior ubicación. No faltaron los casos en que familiares y amigos sacaran a médicos del lobby del hotel, delante de los funcionarios encargados de su seguridad, o vigilancia.

No se sabe el número exacto de médicos que han desertado de Barrio Adentro, pero según informaciones extraoficiales, los casos han sido más numerosos que los que Fidel Castro podría admitir.

"Al principio fuimos bien recibidas. A Nora y a mi nos acogió una familia amable. Creíamos que era por agradecimiento a nuestro trabajo, pero a los tres meses la dueña de la casa nos botó, porque el gobierno no le había pagado lo prometido por acogernos. Tuvimos que salir de allí para una casita a medio construir, donde todavía vivimos. Pasamos mucho trabajo, las dos dormimos en una cama estrechita y no tenemos facilidades para lavar o cocinar. Pero aquí estamos, porque es la única manera de ayudar a nuestras familias en Cuba", comenta Gisela.

Lo dicho por Gisela es corroborado por Nora. "Casi todos los que estamos aquí, estamos por lo mismo, por ayudar a nuestra gente. Para mi no ha sido fácil dejar a mi hijo chiquito, pero desde Venezuela lo puedo ayudar más que desde Las Tunas. Por supuesto que uno siempre se encuentra con alguien que diga que está aquí porque es médico 'de patria o muerte', pero los que dicen eso casi siempre son los coordinadores de grupo, a los que rendimos cuenta".

La función de los coordinadores va mucho más allá de las labores de salud. Son los encargados de recibir y examinar el contenido de las famosas cajas que los médicos pueden enviar a su familia, al término de cada año de misión. "Todavía no sabemos cuál es el misterio de las cajas, que salen de Venezuela dos semanas antes que nosotros, y nos las entregan 15 días, o más, después de que estamos en la Isla", apunta Gisela.

Los coordinadores también velan porque todos los médicos estén dentro de los consultorios, después de las 6 de la tarde. Este pase de revista es diario, incluidos los fines de semana. Cuando los coordinadores despliegan todo su poder es a la hora de otorgar los permisos para salir fuera de la zona donde los médicos están asignados. "Te piden explicaciones de por qué quieres viajar a otro territorio, y si conoces a alguien en ese lugar. Es muy humillante someterse a ese interrogatorio. La mayoría de las veces no recibes respuesta de la solicitud, lo que equivale a un no", dice Nora.

Desde que llegaron, Nora y Gisela están pidiendo permiso para ir a Caracas, pero nunca les han respondido. "Si nos vamos por nuestra cuenta, y el coordinador se entera, podemos ser sancionadas y enviadas de regreso a Cuba. Tanto sacrificio aquí sería en vano", argumenta Gisela.

Los coordinadores o comisarios podrán controlar la movilidad de los médicos cubanos, pero no pueden controlar sus mentes. Aunque no hayan ido a Caracas, estas médicas han viajado más lejos.

"Todas las tardes, después de la visita a los pacientes, vamos a un cibercafé, aunque sea un ratico, y nos metemos en Internet. Nos enteramos de tantas cosas, que allá ni nos imaginábamos. Esas informaciones nos han ayudado a tener una perspectiva más amplia sobre nuestro país y el mundo. Ahora nos damos cuenta de por qué Internet no puede tener vida en la Isla. Porque abre la mente", afirma Nora.

http://www.cubaencuentro.com

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