Cartas a Linda (I).
Antonio García

 

        Lo que más se pone de resalto en estos días, y creo que en ello tiene un gran peso de potenciación el fraude electoral del 15 de agosto, es la gran cantidad de noticias que se han acumulado sobre los hechos de corrupción. Están adoptando un sesgo de cosa nauseabunda, y no es para menos, porque si los personeros del Gobierno se atrevieron a meter las manos hasta los codos en los mil vericuetos de la trampa del referéndum, sin ninguna clase de pudor y actuando en la sombra, lenta pero seguramente, ¿qué cabe esperar de su conducta actual y futura en el manejo del Tesoro? Ya autoridades del Banco Central dijeron cómo había subido a escalas muy altas la liquidez monetaria antes del 15 de agosto por causa del chorro impetuoso de dinero que el Gobierno repartió en busca de votos.

 

        Entre esas noticias, llama la atención una cuyos rasgos principales ya se habían comentado pero con poca base cierta. Se trata del comercio casi descarado que hicieron y están haciendo traficantes chavistas o simplemente mercachifles sedientos de plata que ven estimuladas sus ansias a causa del dineral que reparten los primeros, con la cedulación y nacionalización de extranjeros. La prensa colombiana ha dado ejemplos concretos de colombianos que han obtenido primero la cédula de identidad, luego la inscripción en el REP, pero fundamentalmente, para sus fines, el pasaporte venezolano, con el cual pueden obtener visa sin problemas a España y a otros países europeos, y forzando un poco la barra obtener también la codiciada visa norteamericana. Seguro que para ese trasiego de nacionalidad, muchos colombianos están dispuestos a dar muchísimo dinero.

 

        Casi al mismo tiempo, nos hemos dado cuenta de que no sirvieron para nada legal las inmensas colas que comenzaron a formarse en varios lugares del país, con más de 12 horas de espera de los que formaban tales filas gigantescas para llenar las planillas que le permitieran optar a una vivienda que de modo tan magnánimo ofreció el que te conté, porque quien va a ser Ministro de la Vivienda, el camarada Montes, anunció que todavía no se había oficializado ninguna norma para recibir las peticiones de los aspirantes, en razón de lo cual perdieron su tiempo los colistas. Perdieron también su dinero, porque se sabe que para llenar dichas planillas chimbas, los aspirantes tuvieron que adelantar dinero en más de una ocasión.

 

        Muy ligado a este ambiente cloacal de la corrupción, pero con otras connotaciones muy graves, está el anuncio de la existencia, ya liquidada, de un Grupo Revolucionario de Acción Táctica, integrado por cerca de 40 oficiales jóvenes de baja graduación, y que tuvo como función original la de constituir lo que ahora se llama un anillo de seguridad (léase brigada de guardaespaldas) del que te conté. Arrastrados por el frenesí de culto sucio y de adoración al caudillo de los tiempos del siglo XIX, estos muchachos vieron en el Palacio de Miraflores no sólo los pasos y las horas de trabajo de su jefe, sino también el ambiente de total corrupción administrativa que impera allí. Traicionados en su ideal de sacrificada entrega desinteresada a la “revolución”, observaron cómo oficiales de alta graduación saqueaban las arcas de Palacio y se convertían de la noche a la mañana en potentados y derrochadores de lujos costosísimos. Ambos bandos se instalaron en Palacio para transgredir normas elementales de buen gobierno. Los unos porque formaron un grupo paralelo, es decir paramilitar, no contemplado en ninguna ley ni reglamento para asegurar las espaldas del Jefe, porque para eso está la Casa Militar; y los otros, porque aprovecharon precisamente la letra muerta de la ley, para meter la mano hasta el fondo en la caja fuerte del mismo Jefe, quien parece que no estaba al tanto ni de una ni de otra cosa, hasta que estalló el escándalo. Con el paso de los días, las aguas se calman y la procesión sigue su rumbo.

            Ahora nos preguntamos, ¿cómo puede suceder eso de que un Juez en ejercicio, de plena confianza de la mafia judicial del país que tiene su cumbre bicéfala en Iván Rincón e Isaías Rodríguez, establezca una negociación con el mismísimo Director de la Policía Judicial (llamada ahora Cuerpo de Investigaciones Científicas -¿cómo queda el IVIC- Penales y Criminalísticas) para que éste, si se baja de la mula con 15 millones de bolívares, pueda ver desaparecer el juicio que intentan hacerle las muchas personas de ese Cuerpo estafadas por él en la Caja de Ahorros en la adjudicación de viviendas y en otros menesteres? Se supone que entre el Juez y el Esbirro hubo conversaciones, tratos, acuerdos, incluso si se acepta que el esbirro lo que quiso fue montarle una celada al Juez, porque un Juez no se va a atrever a insinuarle nada al máximo jefe del cuerpo detectivesco del país si no hay un terreno favorable, ya abonado, que así lo permita. Pues bien, el Juez está preso, y con su prisión puso de manifiesto que ni siquiera sabe escribir, mucho menos impartir justicia (fue de los que puso preso al Alcalde Capriles Radonski, luego de un intercambio de pareceres con tres o cuatro jueces de la misma macolla). Y el Esbirro pasa agachado ante el recordatorio que se ha hecho de todos sus desmanes en el cuerpo policial.

            Si un Juez que contaba con el apoyo del Presidente del Tribunal Supremo de Justicia y del Fiscal General de la República se ve envuelto en un lío con el Jefe del Cuerpo Judicial de investigación criminalística, nada bueno puede esperar de ese mundo nauseabundo el simple ciudadano que busca justicia. Allí está tu caso, Linda. Tuviste que declararte en huelga de hambre, y disponerte a morir, para que por fin, después de un peloteo entre más de una treintena de jueces, se iniciara al fin la parte decisiva del proceso. ¿Por qué todo este enredo? Por lo consabidos compadrazgos, ahora en nombre de la Revolución. El padre de tu agresor es uno de esos intelectuales de medio pelo que mamó de todas las tetas de los gobiernos posteriores al 23 de enero y creyó ganarse la lotería con éste de ahora. Tiene un hermano que es corifeo melancólico del pasado soviético y vive todavía creyendo que Praga y Moscú son la Meca del socialismo, porque lo de hoy es muy pasajero y sólo debido a que Yeltsin y Gorbachov eran agentes de la CIA. Y para completar, nada menos que el presidente de la Comisión de Reestructuración del Poder Judicial, que tiene sobre sus hombros la responsabilidad de la anómala situación en que más del 80% de los jueces de ahora son provisionales y no han llegado a sus cargos mediante el concurso que pauta la ley, confiesa que “me enorgullece su amistad (la del padre del monstruo de Los Palos Grandes) más que nunca”. No sé si sabes que este altísimo magistrado, con una hoja de servicios hasta 1999 intachable, sufre hoy de una dolencia que los especialistas en sicopatología política llaman el Síndrome Agudo Senil de Impregnación Neuronal de Ideologías Caducas (Sasinic) que lo hace defender lo indefendible, ahora que se conocen al detalle y con abundancia exhaustiva, todas las monstruosidades totalmente inhumanas que se cometieron en los presidios y campos de concentración de los países socialistas, y que no le permite (que se sepa) desdecirse de lo que dijo en su librito “Las bases jurídicas del poder soviético” y en los varios artículos de prensa en los cuales pintó con los más bellos colores el sistema carcelario de esos países. No te creas, esos compadrazgos valen y ahí está tu caso. Lo cómico es que padre e hijo acusados, y su abogado defensor claman por la clemencia o excusa para atenuar su delito apoyándose en un argumento del siglo XIX y que pesaba mucho en el mundo socialista, que es el siguiente: la condición de homosexual o de prostituta de una persona puede invocarse para cometer cualquier fechoría en su contra. Linda, a pesar de la “revolución”, todavía funcionan esas poderosas palancas del compadrazgo y la alcahuetería entre “luchadores de una misma causa”.

20/9/2004.

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