Caracas, 5 de noviembre de 2002

 

Abogado

Iván Rincón

La Campiña

Caracas.-

 

            La justicia no se busca en los libros, ni siquiera en las leyes. La justicia reside en el corazón de la gente. Los libros y las leyes se escriben para aquellos en cuyo corazón no hay cabida para la justicia. De esa manera la sociedad busca que exista justicia a pesar de la iniquidad que albergan algunos corazones.

            El andamiaje de leyes, tribunales y abogados se construye alrededor de esa idea. Pero el justo no necesita ser abogado para actuar con justicia.

            Su actitud con el caso del señor Muhamad Merhi demuestra que usted no ha sido justo. Usted podrá escudarse detrás del complejo mundo leguléyico. Podrá apelar a intangibles principios legales. Podrá recurrir al poder temporal que le confiere el cargo que temporalmente usted ocupa. Podrá invocar las prerrogativas que le confiere ese cargo. Podrá abrir interminables lapsos que alguna ley le permita. Podrá esconderse bajó los pliegues de la toga. Pero nunca podrá esconderse de su propia conciencia.

            ¿Qué es lo que logra despertar en usted ese desprecio por el Señor Merhi?

            El señor Muhamad Merhi es un dolido padre que perdió a su hijo el 11 de abril, en uno de los episodios más oscuros de la Venezuela reciente. Durante 6 largos meses, Muhamad Merhi recorrió todas las instancias posibles. Buscó justicia para su hijo. No acusó a nadie. Sencillamente solicitó de las autoridades competentes que hicieran su trabajo. Entre esas gestiones estuvo recurrir a las instancias legales de las cuales es usted, en este momento, la cabeza visible. Pero no pasó nada.

Desesperado o desanimado, Muhamad Merhi ofrece lo único que le queda para ofrecer: su propia vida. Por ello emprendió una huelga de hambre a las puertas del TSJ. Tal vez él ha sido ingenuo al pensar que esa inmolación iba a despertar en usted y sus iguales algún ápice de equidad y justicia. Pero Merhi no actuó con la violencia de quienes usted con su actitud se empeña en proteger. Mientras usted actúe de esa manera los criminales estarán libres en las calles. Merhi siguió el camino de la resistencia pasiva.

            La respuesta que usted ha dado es una burla. Ante la prensa usted aceptó que se quedara en huelga ante el TSJ. Pero cuando llegó la oscuridad de la noche, por omisión o comisión, usted permitió que se arremetiera contra él, hasta llegar casi al extremo de que perdiera la vida. Toda Venezuela lo vio en directo por TV. La indignación fue y es colectiva.

            Muhamad Merhi dice que su hijo asesinado “era su sueño”. El ya no tiene a su hijo, y el sueño desapareció con el último respiro de su hijo. Tal vez usted tenga un hijo que sea su propio sueño. Véalo a la cara. Busque en su rostro su propia conciencia. Cuando lo vea, trate de decir en voz alta que usted está siendo justo con el Señor Merhi. Porque Merhi ya no puede hacer lo mismo frente al rostro de su propio hijo.

            Nadie escapa de su propia conciencia. En usted no será distinto. Los hombres trascienden por las obras que hacen. Para bien o para mal. Recuerde por qué razón la gente recuerda en estos tiempos a Poncio Pilatos. Pilatos no fue el primero que se lavó las manos. Pero por lo visto tampoco será el último.

  

Eduardo Martínez

Email: emartinezd@telepolis.com

 

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